A 73 AÑOS DE LA PROMULGACIÓN DEL VOTO FEMENINO
09 de septiembre de 2021
Las reformas electorales llevadas a cabo bajo el primer peronismo fueron concebidas y orientadas por un mundo de ideas claramente definido, en el que la búsqueda de unanimidad representaba el ideal político. En mayor o menor medida, todas las reformas electorales impulsadas por los dos primeros gobiernos de Perón estuvieron determinadas por esta concepción de la política, a continuación se analizará una a una las reformas : el sufragio femenino
Por Heidi de Lourdes Raimondo
Las reformas electorales llevadas a cabo bajo el primer peronismo fueron concebidas y orientadas por un mundo de ideas claramente definido, en el que la búsqueda de unanimidad representaba el ideal político. En mayor o menor medida, todas las reformas electorales impulsadas por los dos primeros gobiernos de Perón estuvieron determinadas por esta concepción de la política, a continuación se analizará una a una las reformas : el sufragio femenino [1].
La primera reforma electoral que realizó el peronismo: El sufragio femenino
El reclamo por el sufragio femenino en Argentina comenzó en los primeros años del siglo XX y estuvo vinculado, principalmente, a reivindicaciones del Partido Socialista y de organizaciones feministas. El primer representante legislativo que presentó un proyecto para establecer el sufragio obligatorio para las mujeres fue el diputado de la Unión Cívica Radical Rogelio Araya en 1919. Su iniciativa ni siquiera fue tratada. Le siguió a ésta la que presentó el diputado socialista Mario Bravo en 1928, que tampoco fue discutida. En 1932, Alfredo Palacios impulsó un proyecto para establecer el sufragio universal y obligatorio para las mujeres que logró la aprobación en Diputados pero nunca fue tratado en el Senado. En los años siguientes, hasta el gobierno de la Revolución de Junio, se presentaron varios proyectos más que no tuvieron una resolución exitosa (Ajmechet, 2012).
En 1946, en la apertura de sesiones del Congreso Nacional, Perón señaló que se debía sancionar una ley que incorporara a las mujeres a la política electoral. El mensaje presidencial fue escuchado y se presentaron diversos proyectos que tuvieron la intención de otorgarle el voto a la mujer. Ese mismo año, se trató en la Cámara de Senadores y logró media sanción. Un año después, el proyecto llegó a la Cámara de Diputados, en la que fue discutido y sancionado por unanimidad el 9 de septiembre de 1947.
Los argumentos utilizados por el peronismo para impulsar el sufragio femenino se basaron en el pensamiento cristiano y, específicamente, en el de la Iglesia Católica. De este modo, la participación de las mujeres en los comicios se basaba en la igualdad espiritual que se reconocía a personas de distintos sexos en la doctrina religiosa. Así, la postulación de equidad jurídica del peronismo se fundaba en la posición igualitaria de los individuos derivada de la doctrina cristiana (Ajmechet, 2012). Esta idea era bien diferente a la que sostenían los proyectos que radicales y socialistas habían presentado con anterioridad, en los cuales la equidad jurídica estaba siempre basada en principios constitucionales (Valobra, 2010).
Pero… ¿Por qué razón y en qué estructura de convicciones el peronismo creyó conveniente que votaran las mujeres? El peronismo podría haber seguido gozando de una amplia mayoría electoral sin necesidad de introducir el sufragio femenino, tal como lo muestran los resultados de las elecciones legislativas y constituyentes de 1948 en las cuales las mujeres no votaron pese a que ya se había sancionado la ley que le otorgaba el sufragio.
Entonces, al dejar los cálculos electorales de lado, ¿cómo se podría explicar la voluntad del peronismo de sancionar el voto femenino? Por un lado, la decisión se vio influenciada por el clima internacional, ya que tras la Primera Guerra Mundial, diversos países occidentales modificaron el status jurídico de las mujeres.
Algunos lo hicieron varias décadas antes que otros. La aprobación del sufragio femenino en Inglaterra (1918), Estados Unidos (1920), Alemania (1918), Uruguay (1927) y España (1931) y los debates que se estaban dando en Francia (1944), en Italia (1946), así como en México (1947), fueron referencias obligadas en las justificaciones de los proyectos presentados por los legisladores (Ajmechet, 2012)..
Además, la Argentina se había comprometido a otorgarle derechos políticos a las mujeres en diferentes instancias internacionales: en la VIII Conferencia Internacional Americana del 22 de diciembre de 1938 y su posterior Declaración de Lima, en la Conferencia Interamericana sobre los Problemas de la Guerra y la Paz del 7 de marzo de 1945 y en las Actas de Chapultepec.
Durante la campaña electoral de 1946, tanto los partidos que auspiciaron la candidatura de Perón como los que conformaron la Unión Democrática incluyeron el sufragio femenino en sus programas. Para aquella época, el voto de las mujeres ya estaba instalado en el debate público y no había sectores importantes que se opusieran a su implementación.
El 23 de septiembre de 1947, Eva Perón manifestaba en la Plaza de Mayo:
"Mujeres de mi patria: recibo en este instante de manos del gobierno de la Nación la ley que consagra nuestros derechos cívicos. Y la recibo entre vosotras con la certeza de que lo hago en nombre y representación de todas las mujeres argentinas, sintiendo jubilosamente que me tiemblan las manos al contacto del laurel que proclama la victoria. Aquí está, hermanas mías, resumida en la letra apretada de pocos artículos, una historia larga de luchas, tropiezos y esperanzas. Por eso hay en ella crispación de indignación, sombra de ataques amenazadores pero también alegres despertar de auroras triunfales. Y eso último se traduce en la victoria de la mujer sobre las incomprensiones, las negaciones y los intereses creados de las castas repudiadas por nuestro despertar nacional".
La introducción del voto femenino llevó a caracterizar al peronismo como un período de apertura ciudadana, de ampliación de la participación y de los derechos políticos (Palermo, 1998). Incluso algunas investigaciones han afirmado que mediante el otorgamiento del voto a la mujer, el peronismo se ocupó de materializar de una forma completa las ambiciones de la ley Sáenz Peña (Palermo, 1998).
Una lucha que comienza con el feminismo
Si bien la ley se promulgó en 1947, fue recién en 1951 cuando las mujeres pudieron participar masivamente en una votación. La demanda histórica que el peronismo materializó tiene sus antecedentes en las persistentes batallas y conquistas que llevaron adelante, desde principio de siglo, las mujeres organizadas en las agrupaciones feministas. Cuarenta años antes, el 26 de noviembre de 1911, Julieta Lanteri, logró votar en la ciudad de Buenos Aires luego de un largo y, entonces polémico juicio. Se convirtió en la primera mujer de toda Sudamérica en ejercer el derecho al voto. Sin embargo, no pudo lograr extender en ese momento ese derecho para todas las mujeres [2].
Luego de esto, se sancionó una ordenanza que prohibía explícitamente el voto femenino, con el argumento de que para empadronarse era necesario el registro del servicio militar.
Ese mismo año (previo al proyecto de Saenz Peña) el diputado socialista Alfredo Palacios había presentado el primer proyecto de ley de voto femenino en el Congreso Nacional pero fue masivamente rechazado por los legisladores. Otra figura central en la lucha por el sufragio femenino fue Alicia Moreau de Justo. Fue una de las pioneras en la lucha por el voto femenino. Se autodefinió luchadora, progresista y feminista de la igualdad. Dio un salto a la vida política desde muy joven y fue capaz de transgredir el viejo sistema de valores que relegaba a las mujeres a un segundo plano. Fundadora del Partido Feminista Nacional, Alicia Moreau de Justo creó el Comité Pro-Sufragio Femenino en alianza con Comité Pro-Derechos de la Mujer presidido por Elvira Rawson de Dellepiane e impulsaron la candidatura a diputada de Julieta Lanteri [3].
A pesar de sus esfuerzos, no lograron legalizar el voto femenino aunque, sin dudas, fueron las arquitectas que sentaron los cimientos para que en 1947 Eva Perón retomara el desafío de lograr que las mujeres tuvieran el mismo derecho de votar que cualquier hombre.
Numerosas fueron las impulsoras de la igualdad de derechos civiles y políticos, y de la autonomía de las mujeres, desde Eva Duarte de Perón, a Alicia Moreau de Justo, Elvira Rawson de Dellepiane, Julieta Lanteri, Cecilia Grierson, Carolina Muzzilli, Alfonsina Storni, Salvadora Medina Onrubia y muchas otras luchadoras incansables que hicieron esto posible.
El rol de Evita en el voto femenino
Evita no solo dio poderosos discursos argumentando acerca de la necesidad de igualdad género y del progreso del rol de la mujer en la sociedad sino que también remarcó sus aspiraciones por medio de la acción como por ejemplo, instituyendo la ley de voto y creando un partido político.
Eva Perón toca el tema del sufragio femenino como un punto relevante en sus discursos nacionales e internacionales, los cuales comunicaban tanto al pueblo como al gobierno, la clase de cambio que la era de Perón avalaba. Eva no cesó en sus esfuerzos de movilización a nivel nacional; cuando viajó por Europa, hizo hincapié en la necesidad de un cambio en cuanto a los derechos de la mujer (Fraser 1996).
Sus palabras dejaban traslucir sus ideas con respecto a los derechos de la mujer, haciendo énfasis en que éstos no debían obtenerse solo en Argentina, sino que en el mundo entero.
Es significativo que durante su viaje a Europa, en el que su meta era fortalecer el orgullo y el nacionalismo argentino, ella lanzara una declaración tan controversial en torno a su posición sobre los derechos de la mujer (German, 2014).
Al regresar a la Argentina, por meses comenzó a asistir a programas de radio, a dar conferencias de prensa y a convencer a los legisladores acerca de este tema. La mayoría de las audiencias que capturaba y que también debía ganar, eran mujeres. La Asamblea Nacional de la mujer había rechazado la ley en 1945 y Eva, mediante sus discursos y movilizaciones, estaba decidida a que esto no vuelva a suceder (German, 2014).
Los esfuerzos de Evita llegaron a buen puerto cuando, el 23 de septiembre de 1947, se promulga la ley que instituye el voto femenino, casi tres años después de que la División de Trabajo y Asistencia de la Mujer hizo su pedido de modificación. Inmediatamente después de su promulgación, departamentos dependientes de gobierno comenzaron a preparar los recursos necesarios para registrar el voto femenino (Fraser 1996).
A pesar de ciertas cuestiones que debilitaban la estabilidad del gobierno, en época de democracia, la mujer mantuvo su derecho a votar desde el momento que se sancionó la ley. Eva Perón tuvo una gran influencia al asegurarse que esta ley no sea olvidada; todos sus esfuerzos de movilización y de promover la necesidad de cambio condujeron a su exitosa sanción.
Los resultados tangibles de esos esfuerzos se vieron en las elecciones de noviembre de 1951, cuando, 3.816.654 mujeres, incluyendo a Evita misma, pudieron votar por primera vez.
Bibliografía
Palermo, Silvana (1998). “El sufragio femenino en el Congreso Nacional: ideologías de género y ciudadanía en la Argentina (1916-1955)”, en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, Tercera serie, Nº 16-17.
Valobra, Adriana María (2010). Hogar a las urnas. Recorridos de la ciudadanía política femenina Argentina, 1946-1955, Rosario, Prohistoria ediciones.
Ajmechet, Sabrina El peronismo como momentos de reformas (1946-1955) Revista SAAP. Publicación de Ciencia Política de la Sociedad Argentina de Análisis Político, vol. 6, núm. 2, noviembre, 2012, pp. 249-266 Sociedad Argentina de Análisis Político Buenos Aires, Argentina.
German, Hugo. "Eva Peron at the Heart of Women's Vote in Argentina." Telesur 10 Nov. 2014.
Fraser, Nicholas, and Marysa Navarro. Evita: The Real Life of Eva Peron. London: 1996.
[1] El modelo político que tenía el peronismo para la participación política de las mujeres puede observarse no sólo mediante el análisis de la Ley 13010 y su debate en la Cámara de Diputados, sino también a partir de la organización interna del partido.