Oveja Negra

[DOSSIER] SAN MARTIN HOY


17 de agosto de 2020

Oveja Negra

Dossier Nº 1: Sobre el General José de San Martín, Libertador Americano.

Ilustración de Irene Alfonso

 

 

 

SAN MARTIN HOY

Dossier Nº 1: Sobre el General José de San Martín, Libertador Americano.

Por: Colectivo de Medios Oveja Negra.

 

Considerado por la historia oficial y la historia de los pueblos, como el máximo héroe nacional, homenajeado por todos los gobiernos, ya sean de corte conservador, neoliberal, como progresistas y populares; estudiado como parte de su educación básica por generaciones de argentinos y latinoamericanos.

Tal vez junto a otros como Bolívar, Rosas o Perón, por nombrar tan solo a algunos, su nombre es síntesis de unidad latinoamericana, antiimperialismo, independencia económica, justicia social y soberanía política.

Una Patria Americana justa, libre y soberana presente en el ideario sanmartiniano, encuentra vigencia en la búsqueda de un modelo de nación que confronte al que encarna el modelo neoliberal que propone una alquimia inversa: injusticia social, como consecuencia del aborrecimiento por los derechos humanos esenciales; dependencia económica, como consecuencia de aceptar las exigencias del FMI y los buitres transnacionales; y colonialidad, como consecuencia de una actitud genuflexa ante la dominación imperialista que busca destruir todo atisbo de dignidad soberana.

La historia argentina y latinoamericana parecieran siempre cíclicas. Cuando nuestras sociedades son azotadas por políticas de ajustes orientadas al saqueo de nuestros recursos y a la pérdida de derechos, somos los pueblos que retomamos la imperiosa necesidad de establecer un nuevo proceso histórico que termine con estas tragedias. Es en la revisión de los cimientos mismos de la soberanía nacional, interpretados en clave de unidad de la Patria Grande, que encontramos las razones para enfrentar la opresión neoliberal. Son los actos cimentados por miles de patriotas del pasado, y en los cuales San Martín tiene un papel destacado, que podemos ver reflejados nuestros actos militantes en una larga marcha por lograr nuestra definitiva independencia de todo tipo de dominación interna y externa.

Es imperioso rescatar a San Martin de ese bronce en que las oligarquías conservadoras lo arrinconaron convirtiéndolo en la antítesis de lo que realmente fue, hasta tal punto de pedirle perdón a un rey por nuestra propia independencia.

¿Se puede volver a hablar de independencia regido por las condiciones del FMI?, ¿Es posible pensar en independencia frente al poder de los grupos económicos transnacionales?

El desafío de este dossier, es aportar desde la vigencia sanmartiniana y peronista a la consolidación de un proyecto popular que derribe definitivamente toda intentona neoliberal por volver a saquear nuestros recursos y oprimir a nuestro pueblo. Debemos recuperar ese primer espíritu patrio de gesta americana silenciado por las dictaduras genocidas, la colonización pedagógica, el cipayismo político y la alienación mediática. Éste es el fundamente de toda militancia política: construir la fuerza popular necesaria que permita lograr la Liberación Nacional. Éste es el único fundamento de nuestro accionar y objetivo revolucionario.

 

Yo soy del Partido Americano”.

Con estas palabras San Martín deja bien en claro cuál es su filiación política, desde donde se para para pensar la Liberación. La historia oficial, mitrista y liberal, sea esta de derecha o izquierda, ha querido construir una imagen del Libertador desde una óptica sesgada, cuando no mentirosa. Es así que se lo ha presentado como argentino, apolítico y que estando en España siente el llamado de su tierra y regresa para prestar su oficio de genial militar. Por cierto, no fue así.

San Martín nació en los confines de un Imperio Español en decadencia, no existía la actual Argentina, la unidad política en Sudamérica como de España estaba sujeta a una misma casa gobernante. En 1808 San Martín no duda en sumarse al levantamiento popular contra el invasor francés, quien contaba con el apoyo de un sector de la nobleza y el clero (los cipayos nunca faltaron). Es el inicio del proceso histórico que devendrá en guerra revolucionaria por la independencia en todas las regiones del Imperio, es justamente, en este contexto que San Martín, otros militares y políticos parten rumbo a América para prestar sus servicios a la causa revolucionaria. Causa que comenzó por ser de liberación contra la invasión extranjera y devino en democrática al romper con una monarquía absolutista que no se avenía a realizar lo que el pueblo demandaba.

Para quienes quieren vendernos un San Martín desde un nacionalismo chauvinista y de poco vuelo le contestamos que nuestro Libertador fue un hombre del partido americano, y que por eso mismo se abrazó en Gauyaquil con otro gran patriota, Simón Bolivar, al cual dejó al mando de sus queridos granaderos porque los señoritos porteños ya no querían enviarle la ayuda requerida con la cual dar la última batalla contra el sector absolutista en América del Sur.

San Martín y Bolivar encarnaron de norte a sur la unidad sudamericana concebida como una sola Patria de pueblos libres.

 

Los americanos de las provincias unidas no han tenido otro objeto en la revolución que la emancipación del mando del hierro español y pertenecer a una unión […] divididos seremos esclavos, unidos estoy seguro que los batiremos..."

 

 

Pueblo en Armas y Justicia Social

En los territorios que hoy se conocen como Argentina, San Martín entra tan solo una vez en combate, en San Lorenzo (provincia de Santa Fe). El resto de sus batallas en territorio americano lo encontrarán peleando por las patrias hermanas de Chile y Perú.

No desdeñamos su oficio militar y su genialidad de estratega, todo lo contrario. Sin embargo, queremos realzar la figura de San Martín como político, estadista y conductor de masas.

La primera intervención política que realiza fue el 8 de octubre de 1812 cuando forma las tropas en la Plaza de la Victoria (actual Plaza de Mayo) exigiendo la renuncia del Primer Triunvirato porque “…no siempre están las tropas para sostener gobiernos tiranos”. Pero es luego, como gobernador Cuyo que lleva adelante su gran obra de gobierno.

Al mismo tiempo que organizaba el Ejército de los Andes, fomentó la educación, la agricultura y la industria regional. Plantó en Mendoza y San juan nuevas cepas de uvas y contrató especialistas europeos en vitivinicultura. Reorganizó el sistema fiscal con rasgos más igualitarios donde tributara más quien más tuviera.

Todo el accionar del pueblo cuyano estuvo en función de crear un ejército de la nada. Fabricación de uniforme, ropa, calzado, enseres, alimentos, armas, ganado, etc., fueron frutos del trabajo de miles de hombres y mujeres del pueblo humilde, muy alejados del retrato edulcorado de las damas mendocinas bordando banderas.

Con la significación de “pueblo en armas” se hace referencia a que todos los valores morales, filosóficos, políticos y económicos, convergían en un único objetivo: Liberar la Patria de quien la oprimía.

 

Mi misión es proteger al inocente oprimido, favorecer al desgraciado... yo vengo a poner fin a este tiempo de miseria y desgracias...”

 

El Ejército de los Andes tuvo un objetivo libertario, democrático e igualitario. Libertario porque se conformó con el objetico de pelear por la Independencia. Democrático porque una vez que se liberaban territorios se dejaba en manos del pueblo de esa tierra darse su forma de gobierno y elegir sus líderes. E igualador porque en sus filas pelearon hombres y mujeres de varias patrias, clases y castas, todos bajo un mismo pabellón y portando armas que hasta ese entonces estaban restringidas a las élites. Fue un ejército americano y verdaderamente mestizo que encarnaba las viejas estrofas del himno: “Se conmueven del Inca las tumbas/ Y en sus huesos revive el ardor/ Lo que ve renovando a sus hijos/ De la Patria el antiguo esplendor…”

San Martín no participó del Congreso de Tucumán, pero siguió atentamente su desarrollo por medio del diputado enviado por Cuyo, Tomás Godoy Cruz con quien apoyara la propuesta de Belgrano de coronar un rey Inca para unir bajo un mismo gobierno a las Provincias Unidas de Sudamérica. No se pueden hacer análisis contrafácticos, pero que diferente hubiera sido nuestra historia si la estirpe del Inca, por la cual se había levantado Tupac Amaru, hubiera dado los primeros pasos independientes en Sudamérica. Tal vez hubiera sido como indicara Evita: “Lo sentimos porque de haber estado allí nosotros, pueblo humilde y descamisado, hubiésemos hecho con San Martín lo que hicimos con Perón: salvarlo de la oligarquía para convertirlo en líder y conductor de la patria que nacía. Y así, nosotros hubiésemos ahorrado, sin duda, un siglo de traiciones y privilegios, un siglo de oligarquías y entrega…"
 

San Martín, Rosas, Perón… y Néstor también.

San Martín fue tildado de agente inglés, Rosas de tirano y Perón de fascista o comunista… lo cierto, que fueron maldecidos por la historia oficial. Historia oficial demasiado con aroma de bosta de vaca, de sangre de indios y gauchos, de apropiadores de infantes, de usureros y fusiladores. San Martín, Rosas, Perón, fueron convertidos en “malditos” por la historiografía liberal de izquierdas y derechas. Aun así, siguen siendo reivindicados por el pueblo plebeyo, por los negros, los grasitas y descamisados de todas las épocas.

Néstor Kirchner sufrió el mismo agravio, cuando la anfitriona del medio día de la mesa de los hambreadores puso en duda “si su cuerpo estaba dentro del cajón”, reminiscencia gorilona de un otrora “viva el cáncer”, el pensamiento mediocre en todo su esplendor.

Nuestras raíces son decididamente americanas. La Patria morena que se levantó en armas contra el rey opresor, que se juntó en montonera contra el centralismo portuario, la que formó el malón para preservar su forma de vida, la que peleó en Vuelta de Obligado, resistió en Acosta Ñu el oprobio sarmientino, y lucho contra la esclavitud moderna en la Patagonia y la Forestal, es la misma que metió las patas en la fuente el 17 de octubre de 1945 y pisaba suelo malvinense en abril de 1982.

Néstor Kircher lo entendió así y supo convocarnos a una épica liberadora. Nuestra Batalla de Ayacucho fue decirle “No al Alca” y terminar con las relaciones carnales impuestas por Videla, Martínes de Hoz, Alfonsín, Cavallo y Menem. Por más de una década en América Latina pudimos volver a ser nosotros mismos contando con líderes parecidos a sus propios pueblos. El abrazo de San Martín y Bolívar renacía con Néstor, Chávez, Evo, Lula, Correa, Pepe, Fidel y Cristina, entre otros.

A fin de cuentas, San Martin junto a Bolívar, no sólo fue libertador de patrias, sino militante de una Sudamérica unida como fue la UNASUR, la CELAC, el ALBA. Bajo ese horizonte debemos volver a caminar. El sable que San Martín legó a Rosas fue protegido por la JP en momentos oscuros de nuestro país y volvió a caminar entre nosotros junto a Cristina y las 1000 flores de Néstor.

Estamos ante momentos en que el capitalismo a nivel global se reconfigura para entrar en una nueva etapa de opresión de los pueblos. Pero toda crisis también trae oportunidades de avances para el Tercer Mundo, mientras las potencias se enfrentan por el dominio nosotros podemos volver a recrear nuestro ingenio patriótico para avanzar en una nueva desobediencia contra los poderes metropolitanos. Ya que, si lo pensamos bien, nuestras patrias fueron fruto de una desobediencia.

La pandemia agudizó el desastre que el macrismo generó en tan solo cuatro años. Alberto Fernández tiene la oportunidad, al igual que lo hizo Néstor, de convocarnos a una batalla épica por nuestra soberanía, por recuperar lo que es nuestro. Está en él la voluntad de convocar a la militancia organizada, y en ésta militancia el de responder a las necesidades urgentes de generar poder popular de base. A fin de cuenta, solo se trata de ser libres, lo demás no importa nada.

¡¡Libres o Muertos, jamás esclavos!!!

 

 

José de San Martín Proclama al Ejército de los Andes 1819

 

Ya no queda duda de que una fuerte expedición española viene á atacarnos: sin duda alguna los gallegos creen que estamos cansados de pelear y que nuestros sables y bayonetas ya no cortan ni ensartan; vamos á desengañarlos. La guerra se la tenemos de hacer del modo que podamos. Si no tenemos dinero, carne y un pedazo de tabaco no nos ha de faltar; cuando se acaben los vestuarios nos vestiremos con las bayetitas que nos trabajan nuestras mujeres, y sino andaremos en pelotas como nuestros paisanos los indios. Seamos libres y lo demás no importa nada. Yo y vuestros oficiales os daremos el ejemplo en las privaciones y trabajos. La muerte es mejor que ser esclavos de los maturrangos. Compañeros, juremos no dejar las armas de la mano hasta ver el país enteramente libre ó morir con ellas como hombres de coraje.

Mendoza, 1819

 

 

Juan D. Perón

Clausura Congreso Nacional de Historia del Libertador Gral. José de San Martín.

Teatro Independencia de Mendoza, 31 de diciembre de 1950

 

Un general, si es a la vez un conductor, no solo ha de mandar su ejército. Es menester que personalmente lo forme, que lo dote, lo organice, lo alimente y lo instruya. A menudo con el conductor muere también su ejército. Sobreviven de ellos su gloria, su tradición y su ejemplo.

He dicho que ello solo sucede cuando coincide en un hombre el general con el conductor. Asunto que rara vez ha sucedido en la historia.

El general se hace; el conductor nace. El general es un técnico; el conductor es un artista.

San Martín, con Napoleón, son los dos únicos hombres que en el siglo XIX llenan tales características del arte guerrero; por eso son ellos también las más altas cumbres del genio de la historia militar de ese siglo.

Generalmente, un conductor es un maestro. Su escuela llena también su siglo. Su ejemplo adoctrina las sucesivas generaciones de un ejército o de un pueblo. La orientación sanmartiniana en nuestro ejército y en nuestro pueblo ha sido la más decisiva influencia de perfección y de grandeza.

La producción extraordinaria de su genio no fue más fecunda y arrolladora que la fuerza invencible de sus virtudes: por eso era un conductor.

Si era un estratega, era primero un hombre. Por eso puso al servicio de su causa la técnica de su profesión. Fue desde entonces el hombre y el conductor de una causa. Por eso era invencible.

Como no se concibe un hombre sin alma, nunca he concebido un conductor sin causa. La grandeza de San Martín fue precisamente la de haber sido el hombre de una causa: la independencia de la Patria. Él confiesa haber vivido sólo para esa causa.

La verdadera grandeza de los conductores estriba precisamente en que no viven para ellos, sino para los demás. Pareciera que la naturaleza, en su infinita sabiduría, al dotar a los hombres, carga extraordinariamente en la dosificación del egoísmo, pero evita cuidadosamente este ingrediente contamina las almas de los grandes hombres. Por eso son grandes.

A menudo la historia no acierta a discernir la infinita variedad de matices que la creación de los grandes hombres ofrece a la contemplación del futuro.

El arte militar, como los demás, presupone creación, que es la suprema condición del arte. San Martín es un artista; por eso no pudo conformarse con andar por entre las cosas ya creadas por los otros. Se puso febrilmente a crear, y con esa creación revolucionó las ideas y los hechos, ante la incredulidad de los mediocres, ante el escepticismo de los incapaces, y bajo la crítica, la intriga y la calumnia de los malintencionados. Sobre todos ellos triunfó, porque la victoria es de Dios.

Nada hay más adverso al genio que el mediocre; sobre todo, el mediocre evolucionado e ilustrado. No podrá concebir jamás que otro realice lo que no es capaz de realizar; porque cada uno concibe dentro de su capacidad de realización, y los mediocres vuelan bajo y en bandada, como los gorriones, en tanto que los cóndores van solos.

Conducir es arte simple y todo de ejecución; por eso es difícil. Es la aplicación armónicamente combinada de los principios del arte con los factores materiales y morales de las fuerzas, con el terreno y las circunstancias. A menudo, cuando solo se dispone de generales, las fuerzas son todo. Cuando se dispone de un conductor, decía Napoleón, el hombre lo es todo, los hombres no son nada.

El arte de la conducción tiene, como todas las artes, su técnica, representada por los propios principios que rigen la conducción y las reglas para el empleo mecánico de las fuerzas. Pero, por sobre todo ello, está el conductor. Lo primero representa la parte inerte del arte, el conductor es su parte vital.

Como técnico, San Martín es también la maravilla de la época. Formó un ejército de la nada, con el concepto de “la Nación en armas”, que solo un siglo después fue mencionado por los estrategas más famosos. Con ese ejército, que fue fuerza y escuela, pasó las cordilleras más elevadas que tropa alguna haya cruzado. Con una maniobra estratégica que maravilla por lo ingeniosa en su concepción y perfecta en su realización, llega a la batalla decisiva de Chacabuco, pero que la había ganado antes de ponerse en marcha, en Mendoza.

Esa extraordinaria previsión, esa perfecta preparación y esa acabada realización sólo se presentan cuando los genios conducen.

San Martín, como Napoleón en Europa, es un revolucionario en los métodos de guerra en esta parte del mundo. Es un creador, jamás un imitador. Por eso lo vemos como maestro, como jefe, como artesano, como político, como gobernante, como estadista y como guerrero. Los hombres superiores, a menudo, sirven para dirigir todo eso. Después de ellos, venimos los hombres comunes, que, bien dirigidos, servimos para todo o no servimos para nada.

Como general, como conductor, como hombre y como ciudadano, San Martín es una sola cosa: lo que debe ser, según su propia sentencia.

En la vida y en el destino de las naciones, aparecen muy de tanto en tanto estos hombres extraordinarios que, con una época, fijan una gloria y establecen una tradición. En que los demás sepan emular su gloria y prolongar su tradición es en lo que estriba la grandeza de esos pueblos.

En este acto solemne de clausura del Año Sanmartiniano de 1950, desde este solar glorioso de Cuyo, en nombre de la Patria misma, deseo exhortar a todos los argentinos para que, emulando las virtudes del Gran Capitán, tengamos la mirada fija en los supremos intereses de la Patria, en la felicidad de todos sus habitantes y la realización de su grandeza”.

 

 

Palabras del presidente Néstor Kirchner

Acto de conmemoración del Día del Ejército, 29 de mayo de 2006


 

Señor vicepresidente de la Nación; señores presidentes de las Cámaras Legislativas; señor gobernador de la provincia de Buenos Aires; señora ministra de Defensa; señores ministros del Poder Ejecutivo Nacional; señor jefe del Estado Mayor General del Ejército; señores jefes del Estado Mayor Conjunto y de los Estados Mayores Generales de la Armada y la Fuerza Aérea; autoridades nacionales, provinciales y municipales; personal militar superior y subalterno de las Fuerzas Armadas; señoras y señores: como presidente de la Nación y comandante en jefe de todas las Fuerzas Armadas de la Nación, quiero saludarles con motivo de la celebración del Día del Ejército en conmemoración de los 196 años de su creación.

El papel de la Primera Junta y en especial el de los doctores Mariano Moreno, Juan José Castelli y Manuel Belgrano en su creación y desarrollo, exigen que recuperemos con toda fuerza el espíritu de aquellos próceres, para impregnar con él nuestro accionar actual y futuro.

Entre las consideraciones del acto de creación se manifiesta lo que quiero destacar citando textualmente: “y aunque para justa gloria del país es necesario reconocer un soldado en cada habitante, el orden público y la seguridad del Estado exigen una fuerza reglada correspondiente a la dignidad de las provincias”.

Es interesante ver como en 1810 se tuvo especialmente en claro que la defensa para ser integral no puede concebirse como una cuestión solamente militar, y que para organización y funcionamiento de lo militar se requieren reglas de subordinación al poder civil.

La plena, efectiva y constante subordinación a los poderes constitucionales no sólo debe verse como necesaria y legítima en su accionar, en tanto se ubican al servicio de la voluntad del pueblo organizado en el gobierno civil, electo democráticamente, sino también como fidelidad a su propio origen. Concepto de la defensa integral y preeminencia del poder que surge del pueblo en democracia, son conceptos centrales de la problemática que encierra la defensa nacional.

Hoy que en nuestra Patria, la República Argentina, estamos mirando con esperanza al futuro, es fundamental tener presente esos conceptos, no sólo por una cuestión conceptual de democracia, constitución y voluntad popular, sino también por comprensión histórica. Muy mal les fue a las Fuerzas Armadas, y mucho peor al país y a sus ciudadanos, cuando se olvidaron de estos conceptos.

Hoy nuestra economía crece de manera continuada y enérgica; los beneficios de ese crecimiento han disminuido notablemente la pobreza, la indigencia y el desempleo; se ha recuperado el valor del salario y de las jubilaciones; el consumo nacional ha salido del pozo al que el derrumbe del 2001 lo había sepultado; estamos impulsando un importante incremento en el presupuesto de educación para garantizar su calidad y goce a todos los ciudadanos; hemos sorteado con éxito la difícil renegociación de la deuda externa y aumentamos la autonomía de nuestras decisiones al cancelar préstamos con organizaciones financieras internacionales; estamos desarrollando una política internacional soberana, afirmada en la región y especialmente en el MERCOSUR, con espíritu de integración y cooperación con nuestros pueblos hermanos.

Es claro entonces que de la reconstitución económica, cultural, social y política de nuestra Patria deben participar las Fuerzas Armadas, específicamente en el área de Defensa y en el marco de la Constitución.

Por ello nos disponemos a iniciar un proceso de revisión, reconversión y modernización integral del sistema de defensa nacional. Por imperio de la Constitución y las leyes la defensa nacional tiene por finalidad garantizar de modo permanente la soberanía e independencia de nuestra integridad territorial y nuestra capacidad de autodeterminación, así como la protección de la vida y la libertad de nuestros ciudadanos.

La integración y la acción coordinada de las Fuerzas Armadas para solucionar aquellos conflictos que requieran el empleo de la fuerza en forma disuasiva o efectiva para enfrentar las agresiones de origen externo, constituyen elementos que son centrales en el cumplimiento de su misión básica.

Debemos avanzar de manera sostenida en un proceso que permita readecuar y establecer nuevas bases, sobre las cuales se debe ordenar el sistema de Defensa y las propias Fuerzas Armadas. Primero, aplicando efectivamente los criterios de organización militar establecidos en la Ley de Defensa Nacional y estableciendo las autoridades civiles el ejercicio efectivo de la conducción de política de defensa; luego, estableciendo directivas de nivel político dirigidas a organizar y enmarcar el desarrollo de las Fuerzas Armadas.

Esta revisión requiere una efectiva función de la conducción civil de la gestión y planificación presupuestaria conjunta y un incremento de la transparencia en la exposición y posterior ejecución de la misma.

El objetivo que se persigue es disponer de unas Fuerzas Armadas racionalmente organizadas, financieramente sostenibles en el marco de los presupuestos asignados, adecuadas en su organización a las normas y a la institucionalidad vigente, que garanticen un nivel de eficiencia que se corresponda al gasto público comprometido con el sector. Ello posibilitará a los hombres y mujeres que eligen servir al país en la carrera de las armas tener un horizonte profesional promisorio que les permita cumplir sus actividades personales y profesionales.

Como es público, el equipamiento y reequipamiento de las Fuerzas Armadas constituye un objetivo de nuestro Gobierno, para cobertura de las necesidades propias de la defensa, pero también con el objetivo subsidiario de concurrir al incremento de la producción nacional.

Vemos como muy promisoria en este sentido la producción por el Ejército Argentino, en asociación con el brasileño, del vehículo Gaucho y la repotenciación de diversos transportes y ambulancias.

También entendemos que las tareas de remodelación de media vida de la fragata Libertad, buque escuela de nuestra Armada, efectuadas en el astillero Río Santiago, constituyen parte del esfuerzo por auxiliar a la reconstrucción de la industria naval nacional, en tanto se trabaja en los proyectos de construcción de los patrulleros de alta mar.

Queremos mejorar de manera decisiva la vigilancia en nuestro cielo. En una primera fase estamos procediendo a la contratación de un prototipo y 10 radares secundarios monopulso argentinos, desarrollados y fabricados por la empresa INVAP, cuyas patentes han sido cedidas al Estado Nacional. Este contrato en pleno desarrollo pretende consolidar la presencia de un proveedor local de tecnología de avanzada en materia aeroespacial, que permita no sólo abastecer al mercado interno sino también abrir nuevos mercados para la exportación de productos con un significativo valor agregado.

Se encuentran también adicionalmente finalizadas las especificaciones técnicas requeridas por el llamado a licitación pública internacional que habrá de convocar la Fuerza Aérea para la provisión de tres radares móviles contemplados en el sistema y se espera que puedan estar operativos a principios del año próximo.

Nos interesa que en adelante la industria argentina pueda participar activamente en la provisión de nuevos radares de triple dimensión, desarrollados y fabricados en nuestro país y que sean necesarios para avanzar en las otras etapas del plan de desarrollo de nuestro sistema de vigilancia aeroespacial.

El equipamiento material constituye un instrumento significativo para el desempeño de las Fuerzas Armadas. Entendemos, no obstante, que necesitamos paralelamente un esfuerzo decisivo para la superación personal en la orientación y en la disposición de los oficiales superiores, oficiales jefes, oficiales, suboficiales y soldados.

Es nuestra preocupación utilizar de manera sistemática los recursos del Estado para la defensa, por ello el Ministerio de Defensa ha firmado un convenio con el INTI para que oficie como evaluador global del área de Defensa; se han firmado convenios de cooperación con las universidades nacionales de La Plata y Buenos Aires, con el objetivo específico de evaluar el estado de los equipos aéreos de las tres fuerzas; estamos estimulando el desarrollo de CITEFA y de los otros institutos científicos de investigaciones, corazón tecnológico de las Fuerzas Armadas, para incrementar los desarrollos nacionales de defensa.

El Gobierno que encabezo ha definido de manera meridiana la orientación de la defensa en el marco constitucional de la vigencia de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario. La revisión crítica del pasado está siendo acompañada por la necesaria capacitación de los cuadros castrenses en esta materia. En el día de hoy comienza en el Ministerio de Defensa un curso dirigido a jefes, oficiales y suboficiales, que durante una semana trabajarán en el más alto nivel para que la tarea futura nos permita superar definitivamente los oprobios del pasado. Aspiramos a que como ciudadanos soldados los hombres del Ejército participen de su tarea específica, la de profesionales de la guerra en el marco de la estrategia defensiva que adoptamos. Queremos Fuerzas Armadas prestigiadas por el cumplimiento de su rol y comprometidas con el futuro de la Nación.

Esto no es para nosotros un discurso de ocasión, debemos señalar aquí, forzosamente, que han ocurrido hechos que no ayudan a la construcción de aquel prestigio. Me refiero a las denuncias de espionaje interno realizadas en Trelew y a la participación de integrantes de estas fuerzas en un acto público, en el que no sólo se ha agredido a periodistas que realizaban su labor sino que se ha incurrido en conductas, acciones y palabras a las que no sería temerario calificar de rayanas con la apología del delito al reivindicar el terrorismo de Estado, tal como ha ocurrido el pasado 24 de mayo en la plaza San Martín.

Queremos avanzar en la construcción de una Argentina con crecimiento, empleo, producción, integrada en un proyecto nacional que nos contenga a todos. La inclusión, la equidad, la igualdad que Argentina necesita requiere Fuerzas Armadas comprometidas con el destino de la Nación y subordinadas al poder de origen popular.

Quiero que quede claro que como presidente de la Nación Argentina no tengo miedo ni les tengo miedo, que queremos el Ejército de San Martín, Belgrano, Mosconi y Savio, y no de aquellos que asesinaron a sus propios hermanos, que fue el de Videla, Galtieri, Viola y Bignone. Hay un nuevo país, necesitamos soldados comprometidos con el destino de la patria, y como presidente de la Nación Argentina vengo a reivindicar un Ejército nacional, comprometido con el país y alejado definitivamente del terrorismo de Estado.

Señores oficiales y suboficiales, les pido fuertemente ese concepto y esa filosofía que definitivamente nos incorpore a la construcción de la patria que los argentinos necesitamos. Muchísimas gracias.

 

 

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