YO TAMBIEN PENSABA QUE TODOS ERAN UNA MIERDA
04 de noviembre de 2020
Por Facundo Armella *
Yo pensaba que la política era una mierda, pero hace diez años me di cuenta de algunas cosas que me hicieron replantearlo. Dentro de los 200 años que tenemos, a esta partecita de la historia argentina la pude vivir y puedo compartir algunas reflexiones de aquel momento. Que también van a servir para desentrañar algunas “verdades” impuestas que todos los días escuchamos como “opinión común”.
Vengo de una familia tan apolítica que los 24 de marzo nos eran indiferentes. El primer resabio de política que recuerdo en mi infancia era ver las votaciones desde la vereda (porque vivía al frente de la escuela) y preguntarme como votaban si el cuarto estaba “oscuro”. Lo segundo es putear a Men*n, como todo el mundo en aquel entonces. De niño les decía a los grandes que no sean mentirosos como él porque me gustaba que estallen a carcajadas al escucharme.
Tenía muy asimilado que eran todos una chantas, que la política era sinónimo de delincuencia, y que la única realidad que transformaba era la de los que la manejaban.
Yo también pensaba que todos eran una mierda, hasta ese 27 de octubre del 2010, cuando viendo tanta gente y en especial jóvenes llorar por un político, hice un click. Nadie derrama tantas lágrimas por alguien que es una mierda, menos una jubilada que desconsolada agradecía por una jubilación.
Fue en casa que, como una cachetada, la realidad nos golpeaba, y nos hacía reflexionar para darnos cuenta de algo que siempre nos atravesó y nunca asimilamos. La política había transformando nuestras vidas, y para bien, al contrario de la larga noche neoliberal que comenzó con la dictadura y explotó en el argentinazo del 2001 condenando millones a la pobreza y miseria.
Yo también pensaba que la política no cambiaba nada, porque a mí no me interpeló Néstor cuando bajó los cuadros, tampoco cuando bardeamos a los yanquis en la cara o cuando mandamos el ALCA al carajo (aunque después fueron banderas que abracé profundamente). A mí me interpeló esa realidad que asomaba, porque mi vida, la de mis familiares, mis amistades y mi barrio había cambiado; y fueron producto de las políticas implementadas desde 2003 por este tipo al que nadie le pronunciaba bien el apellido.
Yo también tenía en claro que todos los políticos solo se dedicaban a robar, que todos eran iguales, hasta que descubrí que ellos decidían si se repartía o no una torta (que tampoco sabía que existía). No había notado que mi abuela después de haber sido ama de casa toda su vida, después de haber lavado ropa a mano, cocinado y limpiado por 45 años, fue con Néstor Kirchner (un político) que accedió a la primera moratoria previsional. Y ella fue parte de ese millón de jubilados que como un acto de justicia recibían un ingreso como reconocimiento a su trabajo silencioso, después que otros políticos decidían ignorar esa situación durante tantos años. Ahí me cayó otra ficha, no todos robaban, había algunos que se la jugaban a redistribuir la riqueza, a repartir esa torta.
Yo también pensaba que todo se conseguía por el esfuerzo de uno mismo, y que nadie te regalaba nada, mucho menos los políticos. Pero mi viejo se rompía el culo laburando y durante finales de los 90 no alcanzaba la plata, hasta llegar en algunos momentos a priorizar mi alimento por sobre el de él y mi vieja. Pero con el gobierno de Néstor, laburando de la misma forma las cosas eran muy distintas, las cosas de a poco alcanzaban; mi vieja podía dedicarse a su profesión como peluquera y vivir de eso, mi viejo podía poner artículos de librería en un estante y venderlos. Y esto NO era casualidad como pensaba ingenuamente, era producto de políticas de Estado para reactivar la economía. Ahí me enteré que la meritocracia es un chamuyo, porque si no tenemos un Estado que vele por igualdad de oportunidades, a gran parte del pueblo se le hace cuesta arriba e imposible progresar. Y nadie puede realizarse solo en una sociedad plagada de injusticias.
Y esto que me sucedía a mí, no era algo aislado, les pasaba a millones de argentinxs, nuestras vidas habían cambiado porque con las políticas de Néstor se disminuyó la pobreza, se disminuyó el desempleo y se reestructuró una deuda usurera que nos condicionaba; entre tantas otras medidas.
Yo también pensaba que la política era una pérdida de tiempo, que no servía para nada. Pero ese 27 de octubre de 2010 las cosas no fueron las mismas, me sentí convocado a los 15 años a querer ser parte de esa política transformadora. Y desde ahí, con el paso del tiempo y la organización que me cobijó, conocí esta maravillosa locura que hace días cumplió 75 octubres. El PERONISMO que hoy miles abrazamos en nuestro día a día, y lo llevamos con pasión a cada lado que vamos.
En su primer discurso como presidente el flaco nos propuso un sueño, el de reconstruir la Argentina, y lamentablemente hoy volvemos a tener un desafío similar después de cuatro años de saqueo macrista y de afrontar la peor pandemia mundial en décadas.
A diez años de su partida, nos dejó un ejemplo para salir de la crisis que estamos atravesando. Necesitamos una fuerte presencia del Estado pos pandemia con una agenda social cargada pensando en generar laburo urgente y con la regulación de los resortes de la economía en beneficio de las mayorías.
Hace una década se prendió un fuego que enciende a cualquiera que se acerque. Ese fuego nos llamar a militar, a dormir para soñar y vivir para realizar los sueños.
Somos miles los que abrimos los ojos cuando Néstor los cerró y entendimos para siempre que la política no es una mierda. Yo que lo descubrí puedo decirlo hoy, este es el mejor lugar para nosotros. Es la mejor herramienta para hacer grande esta Argentina y reparar aquellas injusticias que nos duelen.
La reconstrucción nos espera.
SIEMPRE NESTOR KIRCHNER
* Militante de la CP Descamisados