Por Braian San Martin.

“La guerra es la continuación de la política por otros medios”, decía Carl von Clausewitz.

Nunca fui un gran lector, tampoco un estratega, mucho menos un analista político. El Ñato siempre me decía que yo era un homo-practical, que la teoría no era lo mío. Y no se equivocaba, yo no era como él.

No me atormentaban preguntas existenciales, ni luchas de clase, ni objeciones al supuesto statu quo. “El perfecto alienado”, remataba El Polaco.

Bueno, no son tiempos para esas preocupaciones. No es fácil, cuando se tiene hambre, pensar ¿por qué tengo hambre? Primero tengo que saciarla, después me hare las preguntas, o no. Lo mismo pasa con el frio, y con el miedo.

Más que nada, en esta situación donde en cada paso, en cada minuto me disputo entre la vida o la muerte, prefiero no perderme en lógicas. Es una técnica de supervivencia, para conservar un poco de cordura.

Me salvan los afectos, vivo en un constante recordar. Aquí los días pasan muy lento. La semana pasada, aun en el continente, se me hace muy lejana.

Aquí bajo tierra hay mucho tiempo para pensar. No estoy muerto, eso está claro. Sino no podría estar escribiendo esto.

Un muerto que escribe un diario no es un recurso literario que me seduce mucho.

Y tampoco estoy loco. Solo no puedo mantener un hilo argumental, pero a quién le importa. Estoy escribiendo un diario en medio del barro, de la lluvia y las balas, demasiado que esto tenga sentido para mí.

 "La lluvia que vemos ahora es la misma que mojó Cartago”, dijo alguien, no recuerdo quien. Y tampoco importa, no pienso agregar notas, ni referencias, ni citas exactas. Esas burocracias son de la academia.

Bueno, la guerra también tiene su burocracia. Obviamente la desconozco totalmente. Ni siquiera se manejar el arma que llevo en las manos.

(Un arma siempre es un arma y todo objeto puedo ser utilizado como un arma, así no lo sea. O también se puede usar el arma para clavar un clavo, pero no lo creo recomendable).

El frío es psicológico, siempre me decía Tachuela, si no pensás en él, etc. Como se nota que nunca vino para estos lados del sur.

El hambre si se puede engañar por un rato. Como me gustaría engañar a mi estómago con un plato de ñoquis o un buen guiso.

No puedo creer que El Ñato se haya salvado de esto. No creo que haya sido porque es internacionalista, entonces sus luchas no son nacionales y que se yo que.  Quizás si en vez del Ejército nos traía un sindicato pequeño y "combativo" de esos que manejan ellos, se venía.

¿A quién le escribís? Me preguntan los compañeros. A mí mismo, capo. Este es el refugio que encontré.

La realidad me invade en todo momento, sólo trato de escaparme un rato. Por mí y por los que me esperan.

Estoy improvisando, sabes. Como todos nosotros.