Oveja Negra

Una agenda concreta para el trabajo: Sustituir importaciones


30 de julio de 2022

Oveja Negra

La sustitución de importaciones es la respuesta política, nacional y popular, al modelo de explotación y saqueo de nuestros bienes comunes.

*Por Rodolfo Pablo Treber

Atravesamos un contexto de desesperanza, fragmentación y atomización de la militancia popular, por ver que aquellos dirigentes políticos, que decían levantar las banderas históricas del peronismo, hoy son parte, un eslabón más, de un esquema de dependencia que arrastra a nuestro pueblo a niveles extremos de pobreza y desigualdad mientras, año a año, se baten récords de exportaciones producto de una explotación creciente de los bienes comunes de nuestra Patria en beneficio foráneo.

La absoluta complicidad de todo el frente político nacional (oficialismo y oposición) en mantener y profundizar el modelo exportador en manos transnacionales, solo ratifica la condición neocolonial de la Argentina en estos tiempos y, en consecuencia, la urgencia del surgimiento de una alternativa política que retome el sendero de la inconclusa liberación nacional.

La unidad y organización popular, necesaria para la aparición de esta alternativa, no se logrará detrás de quienes hoy, y en algunos casos desde hace décadas, son parte del problema. Los políticos profesionales, aquellos que usan a los cargos como fin para sus intereses particulares y no como medio para transformar la realidad, no pueden estar a cargo de esta tarea ya que perdieron toda legitimidad y confianza social producto de su incoherencia; por la contradicción permanente entre lo que dicen, van a hacer, y lo que finalmente hacen.

Necesitamos volver a encontrarnos guiados por la causa nacional, por esas certezas estratégicas que logramos acumular, los diagnósticos comunes y los proyectos colectivos de solución. Pensar nuestra Patria, encarnar nuestra historia y, así, hacernos cargo de nuestro presente y futuro. Crear comunidad a partir de las bases de acuerdo de un proyecto de liberación nacional.

En este sentido, algunos piensan que las políticas de ingreso son la salida a los problemas. Claramente, el Estado puede, y debe, atender a como dé lugar las urgencias sociales, pero es importante reconocer que la solución del problema no está allí; y que, si se persiste en sostener las políticas asistencialistas sin encarar cambios estructurales que terminen con el flagelo del desempleo, la pobreza y desigualdad, en rigor de verdad, se está aceptando, consolidando y naturalizando un modelo de injusticia social.

El vector para encarar la resolución definitiva del problema es la generación de trabajo genuino. Este fue, es y será es el verdadero conflicto geopolítico. Los imperios se disputan los mercados y países ajenos con el fin de apropiarse el valor agregado de sus materias primas. De fondo, en cada disputa, está el trabajo, el único y verdadero generador de riqueza.

El trabajo constituye un derecho y también un deber. Por eso, los planes de contingencia no deben transformarse en práctica permanente. Toda urgencia social debe ser inmediatamente solucionada, pero también tiene que ponerse en marcha una solución de raíz al problema que la origina. Las erogaciones monetarias sin respaldo en generación de riquezas, en producción, resultan efímeras e insostenibles en el tiempo.

También, porque el trabajo es mucho más que la herramienta para satisfacer nuestras necesidades básicas. Es el pilar del desarrollo del individuo, la familia y la comunidad toda. Sin la organización de la comunidad en base al trabajo sucede lo que ocurre a partir de la década del 90: la organiza el paradigma de la desocupación. Desigualdad, delincuencia, adicciones, violencia en general, son hijos, horribles pero genuinos, de la desocupación. Por eso, no hay desarrollo suficiente de la persona si permanece subordinada a la ayuda social.

Por último, el trabajo debe ser para todos, porque nadie se realiza en una comunidad que no se realiza. No hay éxito individual suficiente en un contexto social injusto. La carencia de solidaridad y amor son producto de un entorno desigual y violento.

El trabajo, el pleno empleo de los argentinos, y los valores que conlleva, son la solución profunda de muchos males y la única forma de alcanzar la justicia social.

Industrialización por sustitución de importaciones

Hay que planificar la demanda política de nuestro Pueblo y las fuentes de trabajo que la satisfagan. Esa organización que necesitamos se manifiesta en un Plan detallado que contenga fundamentos, plazos, objetivos, metas cuantificables y acciones.

Antes, es importante reconocer, que para que se cumplan con las necesidades de consumo de bienes y servicios del total de la población, los puestos de trabajo creados deben tener un correlato real en producción. Esto es, abandonar, de una vez y para siempre, la engañosa creación de puestos de trabajo improductivos, que no son más que agregar rutina y lugar físico a la asignación o ayuda social.

Actualmente, se encuentra naturalizado que el principal problema de la economía del país es la restricción externa, o sea, la falta de dólares, la que debe solucionarse aumentando el nivel de exportaciones. Este diagnóstico es ampliamente aceptado, pero resulta incompleto y, por lo tanto, ineficaz su solución. Concentrarse sólo en alentar el crecimiento de las exportaciones y mantener calmo, o deprimido, el consumo interno no ayuda a resolver el problema; muy por el contrario, es el mecanismo que habilita el saqueo y mantiene nuestro potencial productivo paralizado.

Por eso, el cambio necesario no provendrá de repetir el énfasis en exportar más de los productos tradicionales. Aunque es cierto que de esa manera se puede obtener mayor cantidad de divisas, el efecto que genera en la demanda agregada, y obligaciones por acuerdos comerciales, provoca un aumento mayor en el monto de las importaciones, lo que acentúa el estrangulamiento externo y deja sin solucionar el problema de fondo, que es la falta de trabajo.  

Por eso, un proyecto de industrialización por sustitución de importaciones es el camino propuesto para independizarnos de los factores externos que generan dependencia. El control del comercio exterior es indispensable para esto y requiere órdenes directas del Estado Nacional. Aduana privada, empresarios importadores, oligarquía transnacional y sus cipayos socios locales nunca lo hicieron ni lo harán por sí solos.

El comercio exterior argentino, en año normal, importa más de 6.000.000 de puestos de trabajo a razón del equivalente en pesos de 10 dólares la hora (promedio superior de pago de mano de obra calificada). Pero solamente necesitamos sustituir productos por el equivalente a 3.000.000 para acabar con la desocupación urgente. Esto da por tierra con algunos análisis, irresponsables o tendenciosos, que dicen que volver a un proyecto de sustitución de importaciones nos aislaría del mundo comercial.

Dirigiéndonos al detalle por rubro de importación del último año, podemos ver que la gran mayoría corresponde a manufacturas industriales y que el 21% de ellas pueden clasificarse como “bienes de baja complejidad de sustitución”, dado que la Argentina cuenta con la capacidad instalada y mano de obra calificada para su producción. Estos, suman un total de 11,994 millones de dólares, equivalentes a 1.279.000 puestos de trabajo. Los rubros más destacados son:

  • Industria Automotriz (Automóviles y Autopartes): 575.680 puestos de trabajo.
  • Material Eléctrico y Electrodomésticos: 143.147 puestos de trabajo.
  • Industria Química, Laboratorio y Farmacia: 199.680 puestos de trabajo.
  • Industria del Plástico, Caucho y Papel: 150.933 puestos de trabajo. 

Un ejemplo claro del problema a resolver, es el déficit de la balanza comercial generado por la industria automotriz: 10 mil millones de dólares. El 60% de componentes de los autos que se venden en el país, se produce en el exterior, solo el 40% localmente.

Es imposible solucionar tamaño quebranto con un aumento de competitividad o mayores exportaciones. Eso se arregla haciendo en el país lo que viene de afuera, agregando valor interno y protegiendo el trabajo del pueblo argentino. Porque es el poder adquisitivo argentino el que compra los automóviles, y por cada 10 salarios que paga, 4 son en el país y 6 en el extranjero.

Aunque de menor volumen, otros rubros de importación de mayor simplicidad resultan de igual importancia en el proceso de sustitución de importaciones.

Recuperar la soberanía política, decidir que entra y sale de nuestro territorio, es el primer paso para lograr la independencia económica, producir lo que hoy importamos del extranjero, y alcanzar la anhelada justicia social.

Unirnos detrás de la causa nacional, de proyectos concretos, es lo que nos devolverá al camino hacia la grandeza de la Patria y la felicidad del Pueblo.

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