TRUMP: EL NUEVO ROSTRO DEL IMPERIO NORTEAMERICANO
08 de febrero de 2017
Un breve repaso por las principales medidas del nuevo gobierno republicano.
Por Damian Bermudez*
A pesar de que casi la totalidad de pronósticos y de medios de comunicación percibÃan a la candidata del Partido Demócrata, Hillary Clinton, como la futura presidenta de EEUU, el empresario multimillonario Donald Trump logró alzarse con una victoria histórica.
Una gran caracterÃstica, que se condice con la condición de potencia hegemónica, es que las decisiones de EE.UU en materia de polÃtica exterior generan consecuencias a escala global de forma inmediata. En este breve escrito se resaltarán las principales medidas del nuevo gobierno republicano.
Dentro del nuevo esquema norteamericano, la primera mención debe ser para el flamante Secretario de Estado, Rex Tillerson, quien logró superar la resistencia de demócratas y republicanos en el Senado y recibió su nombramiento hace unos pocos dÃas. Si bien los medios de comunicación hacen especial hincapié en la cercanÃa de Tillerson con el gobierno de Putin, no hay que perder de vista cómo un empresario proveniente de la una de las compañÃas de petróleo más importantes del mundo estará a cargo de las relaciones internacionales del imperio. Asà se verifica una vez más la polÃtica de “puertas giratorias” en donde los CEOs y las corporaciones tienen la capacidad no solo de condicionar sino de cooptar efectivamente el aparato del Estado para utilizarlo en su favor (comenzando con el ejemplo de Donald Trump, claro).
Visto en perspectiva sudamericana, es una situación muy similar a la del gabinete de Cambiemos en Argentina, donde la mayorÃa de las carteras de gobierno están bajo la gestión de hombres provenientes del mundo privado, prácticamente sin ninguna experiencia gubernamental significativa. Esto debe animarnos a pensar cómo en la polÃtica internacional existen variables y comportamientos estructurales que deben ser identificados para no cometer errores que afecten los intereses nacionales.
Un segundo hecho significativo se registra con la salida de EE.UU del mega acuerdo de liberalización comercial que se materializarÃa en el Acuerdo Trans PacÃfico (TPP por sus siglas en inglés) y que habÃa tenido un gran apoyo durante la gestión de Barack Obama. El objetivo a nivel geopolÃtico era debilitar a China en la región del PacÃfico y fortalecer la posición norteamericana; al mismo tiempo que se brindarÃan mayores beneficios al sector empresarial multinacional, en detrimento de las capacidades reguladoras del Estado y de los intereses de los pueblos. En adición a ello, se encuentra la renegociación del Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA por sus siglas en inglés) que, bajo la perspectiva del presidente republicano, sus actuales condiciones son lesivas para los intereses de los trabajadores norteamericanos.
Otro hecho resonante es la construcción del muro en la frontera con México, esta obra existe de forma fragmentada en la actualidad y ha sido ampliada con distintas velocidades, bajo gobiernos republicanos y demócratas, luego de la finalización de la primera Guerra Mundial. La ampliación con mayor celeridad se dio sobre todo luego del 11 de septiembre, buscando fortalecer la seguridad nacional mediante el endurecimiento de la polÃtica migratoria.
Sin embargo, Trump busca cumplir con su promesa de campaña construyendo un muro que ocupe la totalidad de la frontera con México con un argumento adicional de orden económico: el capitalismo norteamericano se ha visto debilitado por la llegada de extranjeros que residen de forma ilegal, abusan de los servicios y además, reducen salarios y quitan oportunidades de trabajo a los ciudadanos de EE.UU.
En términos económicos se debe resaltar que la Reserva Federal ha incrementado la tasa de interés y planea hacerlo tres veces más durante el año 2017, generando el denominado “efecto aspiradora” que consiste en que los capitales buscarán reinsertarse en EE.UU, a los efectos de incrementar sus márgenes de rentabilidad afectando de esta forma la disponibilidad de capitales ya de acceso al financiamiento a nivel global.
En conclusión, puede observarse que Donald Trump intentará brindarle un sesgo de mayor proteccionismo a la economÃa norteamericana, recalculando los términos de costos y beneficios en cada una de sus acciones y haciendo gala de un severo pragmatismo en pos de fortalecer nuevamente a EE.UU luego del cimbronazo que significó la crisis del 2009. Para ello se apoyará más que nunca en su poder estatal, menospreciando el apoyo y la opinión de instituciones como la ONU, la OTAN e incluso de bloques como la Unión Europea. Ello implica un retorno al “realismo polÃtico” en donde solo el Estado y su interés nacional son las dos variables a tener en cuenta para la acción en el campo internacional.
*Lic. en RRII de la Universidad Nacional de la Lanús