Oveja Negra

Papa Francisco: una voz contra el neoliberalismo


26 de enero de 2018

Oveja Negra

La visita del Papa Francisco a Chile y Perú fue una apretada síntesis del pensamiento teológico, espiritual y político del Sumo Pontífice. En sus diversos encuentros con políticos, clérigos y diversos representantes de etnias y sectores sociales, aún en situaciones de evidente tensión, el papa argentino dejó pinceladas de su concepciones estratégicas para un otro-mundo-posible.

por Facundo Barrionuevo * para Resumen del Sur **


Decir que Francisco es “una voz contra…” no hace justicia totalmente al ministerio pastoral del obispo de Roma y a su anuncio evangélico. Es verdad, no obstante, que su discurso no deja de denunciar en cada caso, las consecuencias de un modelo civilizatorio en evidente decadencia, que ya había sido definido por él como “una civilización que se pasó de rosca”. Esta dimensión profética de denuncia la realiza seleccionando especialmente cada destino y resaltando así las realidades de mayor marginación y sufrimiento humanitario.

Chile y Perú como países periféricos y semicoloniales reflejan los rostros de la injusticia del reparto de poder mundial y un sistema económico y político que no tiene por centro al hombre sino al “dios dinero”. Esos rostros son las consecuencias humanas que genera esa “globalización de la indiferencia”, por ejemplo, en la cuestión de los pueblos originarios que fueron abordadas tanto en su visita a la región araucana de Temuco (Chile) como en Puerto Maldonado (Perú) junto a las comunidades originarias de la amazonía. En cada caso, no solo hizo mención a las situaciones de desprotección de parte del estado y las injusticias o persecuciones, sino también al sufrimiento ambiental que esas regiones padecen fruto de intereses económicos concentrados. Por otro lado, el encuentro con las mujeres privadas de la libertad en el Centro Penitenciario de San Joaquín en Santiago dio pie para resaltar cómo el sistema social imperante descarta vidas humanas como consecuencia de la no integración de porciones cada vez más grandes de nuestras sociedades: “Ninguna persona puede ser privada de su dignidad”, les dijo. Otros rostros dolientes del modo de vida actual, los señaló al mencionar la cuestión del delito organizado, el sicariato, la trata de personas, la falta de oportunidades educativas y proyecto de vida para los jóvenes y la desprotección a los migrantes para las cuales pidió esfuerzos políticos y legales en la lucha contra estas injusticias. Fue explícito en la última aparición pública, en denunciar el flagelo que constituye la corrupción vernácula del continente como fruto de este “capitalismo liberal deshumano”, hizo mención al caso Odebrecht como un ejemplo “chiquito” y a la existencia de paraísos fiscales.

El viaje más temido

Se sabía de antemano que esta gira podía ser la más compleja del pontificado de Francisco debido a los escándalos que las jerarquías de las iglesias de ambos países andinos mantienen en relación a las denuncias de abusos sexuales. Como es costumbre, Francisco no esquiva los temas sino que los aborda frontalmente, aun manteniendo una conducta que por momentos pueda ser paradojal frente a su política de no encubrimiento, lo que le trajo severas críticas. Al cierre de la visita a Chile dejó un sabor amargo por las declaraciones realizadas en defensa del obispo de Osorno, Juan Barros acusado de encubrimiento de Fernando Karadima el mayor denunciado por abusos sexuales y solicitó “pruebas” ante la pregunta de un periodista chileno. Esto mismo, le valió incluso algunas declaraciones críticas de un ferviente colaborador, el Cardenal de Boston Sean O’Malley.

Ahora bien, fuera de su dimensión de denuncia Francisco es fundamentalmente una voz del deseo. La voz de un anhelo del corazón del hombre, especialmente aquellos y aquellas más postergados. Una tensión constante hacia la vida plena, o como él mismo adoptó del mundo aymara: “del buen vivir”. Hacia allí señala Francisco con el anuncio del evangelio: debemos vivir de otra manera; la tierra y las multitudes postergadas claman por un cambio de paradigma civilizatorio. Lo refleja la cita a su antecesor Benedicto XVI en la misas de Las Palmas: “La grandeza de la humanidad está determinada escencialmente por su relación con el sufrimiento y con los que sufren. Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado también interiormente es una sociedad cruel e inhumana”. Y puso, como nos tiene acostumbrados, a los jóvenes y a los movimientos populares como interlocutores principales y les mandó asumir un protagonismo transformador y un trabajo por la unidad y exhortó a los ministros de la iglesia a comprometerse aún más con las “periferias existenciales” y romper “el encierro”.

En el panorama mundial, no hay otro liderazgo de la talla e influencia que tiene el argentino Jorge Bergoglio. Es cierto que lo ejerce desde el campo de la espiritualidad, pero eso mismo es lo que lo hace aún más potente que aquellos ejercidos desde el poder político, económico o militar. Francisco trasciende las fronteras del cristianismo y desafía las desorientaciones parcializadas de los principales líderes políticos que están conduciendo los destinos del globo en el marco de una guerra mundial en cuotas y al borde de una catástrofe nuclear, como aseveró en el vuelo antes de llegar a Chile.

Profeta en su tierra

El neoliberalismo no es sólo un sistema económico y político sino que es un modo de dominación del alma humana y Francisco lo sabe. Se comprende así, que los grandes polos de poder financiero desarrollen una constante campaña de desprestigio del Papa por todos los modios posibles: redes sociales, medios de comunicación, generadores de opinión, etc. El accionar de las plumas más importantes de los medios argentinos fue harto evidente esta semana. Un ataque constante haciendo uso de distintas tácticas: desde el ocultamiento de las acciones más sobresalientes como la asistencia de millares de personas en Trujillo o en las Palmas, la presencia de los movimientos populares en Temuco, el lugar a menciones sesgadas o notas de color totalmente superficiales y ridiculizadoras de la fe del pueblo y especulaciones conspirativas de por qué no visita Argentina

La nota la dio Horacio Verbitzky en su portal web El Cohete a la luna, donde en su columna dominical exhibe una esquela privada escrita por el sacerdote jesuita Francisco Jálics, de 90 años, donde expresa a la hermana de Orlando Yorio la persistente sensación de que Bergoglio los había calumniado frente a las autoridades militares y de ese modo facilitado el camino para su secuestro y posterior tortura en tiempos de la última dictadura. El periodista argentino vuelve de esta manera a aprovechar, faltando incluso al pedido explícito de Jálics de no dar a publicidad esa carta sin fecha, una situación de fuerte exposición del pontífice para reflotar aquél pasado y combinarlo con una serie de hechos oscuros de la participación eclesial en la historia política argentina y revolverlos con el caso Karadima, el caso del argentino Grassi, y hasta compararlo en una parábola irrisoria con el sostenimiento que el gobierno de Mauricio Macri hace del cuestionado ministro de trabajo Jorge Triaca. Verbitzky, en la misma editorial, toma las palabras de los sectores más duros de las comunidades mapuches que no aceptaban la visita de Francisco, hace un salto cronológico enrostrando la anterior visita de Juan Pablo II en tiempos de Pinochet y no contento con esto, en otro párrafo se mofa del referente social Juan Grabois, asesor pontificio, frecuentemente cuestionado por la prensa de tinte oficialista por su rol de conducción en las organizaciones populares. Y como frutilla del poste, en el sumum del rencor, le cuelga a Francisco el mote de “sobreactuado vendedor de baratijas”.

Estas intervenciones de referentes históricos del periodismo progresista hacen mella en algunas izquierdas, críticas de su figura, que todavía siguen (o no quieren) comprender la importancia de su rol. La justificada desconfianza con la institución eclesial de ciertos sectores, no permite una valoración justa de su protagonismo en la lucha por un cambio de alcance global en favor de las mayorías despojadas. Esta situación no hace más que exponer la incomprensión que ese progresismo tiene en América Latina del pueblo creyente, que aún hoy posee en el continente una presencia masiva, y del elemento religioso católico como un freno al avance del individualismo imperante en las corrientes religiosas sincretistas o incluso del cristianismo pentecostal. Las grandes religiones o tradiciones de las culturas originarias y en especial la fe católica se presentan como garantía de resistencia y subversión a la conquista de la subjetividad que viene logrando el programa neoliberal. Alejado de todo interés proselitista de cristiandad, Francisco es una llamada constante a la unidad en la diversidad y una convocatoria a una cultura del encuentro de aquellos que luchan por los empobrecidos de la tierra.


* Facundo Barrionuevo es Profesor de Filosofía y Ciencias de la Educación.

** Resumen del Sur es un portal especializado en política internacional integrante del Colectivo de Medios Oveja Negra.

http://www.resumendelsur.com/2018/01/22/15920/

Compartir esta nota en