por Aristóbulo de las Carreras Anchorena

“No entiendo por que razón se armó tanto quilombo con la frase de que el mar es enorme y el submarino chiquito, peor es que diga la verdad” fue la frase que resonó frente al mingitorio de Chapadmalal.

La cara de Marcos Peña empezaba a empeorar desde la conferencia de prensa. Macri insistía, y Peña revisaba por la existencia de micrófonos ocultos: “¿Que querés que diga, que lo hundieron dos torpedos británicos que patrullan ilegalmente en aguas argentinas?. ¿Vos querés que yo no vaya mas a ver al Manchester City y me coma una picada con la reina en el palacio de Buckinham?”.

Peña intentaba salir de su asumbro jugando con unas pequeñas bolitas aromatizadoras que se habían caído en el piso, sin embargo, Macri seguía insistiendo “Yo prefiero decir boludeces, Marcos. Es fierible quedar como un boludo, y no como un sorete. Mirá De La Rúa. Yo no puedo salir a decir que tenemos la economía atada del endeudamiento externo y pinta que no nos van a prestar un mango mas. No puedo decir que cada cancelación de LEBAC el país está al borde de quebrar económicamente. No puedo salir a contar públicamente que estamos privatizando cada instancia de control para que las empresas de tu viejo, mías, y tus amigos del circulo rojo dejen de poner un peso en la Argentina”

En ese momento ingresaba Rodriguez Larreta con cara de “me llamó Juliana pa el baño de hombres, pero esto es un quilombo”, y escuchaba anonadado “Prefiero tirar una ganzada onda ‘atractividades‘ y no decir que la guita de abajo la ponemos en nuestros balances por el camino de la inflación. ¿O vos querés que se enteren que tu familia es formadora de precios y se la lleva en pala con cada paquete de fideos?”.

Peña empezaba a enviar mensajes de texto desesperados a su jefe Duran Barba. La respuestas lo dejó mas tranquilo. “Tranqui Marcos. Ya sale la serie de Nisman”.

Marquitos no sabe hasta el momento si despertar, o no, de su turbulento retiro espiritista.