Oveja Negra

LA PARABELLUM DEL BUEN PSICÓPATA


11 de septiembre de 2018

Oveja Negra

Nota editorial semanal

Por Colectivo Oveja Negra                                                                                                                    

            “si vis pacem, para bellum” (Vegesio)

            Días pasados, Mauricio Macri decidió amenazar a una familia mendocina, y por su intermedio, al conjunto de la población argentina. Les advirtió en forma desinhibida que “si me vuelvo loco les puedo hacer mucho daño a todos ustedes”. Por intermedio de la presente editorial, cumplimos la tarea de llevarle tranquilidad al conjunto de la población. Macri no se va a volver loco, simplemente va a seguir siendo un psicópata.

            En efecto, un sabio alejado de las neurociencias aseguró alguna vez que loco es aquel que come mierda y rompe la plata. En rigor, desconocemos fehacientemente el hábito en la ingesta de excrementos por parte del Presidente, lo que estaríamos en condiciones de afirmar sin temor a equivocarnos es que Mauricio Macri no sólo no rompe la plata, si no que la acumula con fruición. Preferentemente, en moneda extranjera y en cuentas off shore para evitar cargas impositivas o detalles de información que le impondrían márgenes mínimos de reinversión del capital.

            Sin embargo, en lo que a la amenaza respecta, lamentablemente también estamos en condiciones de afirmar que el daño ya está hecho y resulta irreversible mientras continúe ejerciendo el cargo de Presidente de la Nación. De ahí nuestra certeza en estos tiempos de amenazas crónicas: se tienen que ir.

            Desde mucho antes que asumieran la presidencia la banda de gerentes que asaltaron el Estado, advertimos en estas editoriales acerca de las inexorables consecuencias del modelo económico que pretendían imponer un puñado de grandes corporaciones alineadas a los intereses económicos de Estados Unidos, utilizando como instrumento la presidencia de Mauricio Macri. Tal y como venimos afirmando, no se trata de un conjunto de errores, o como lo describe el buen psicópata a través del mito de las seis tormentas, de consecuencias climáticas impredecibles.

            “Si quieres la paz, prepárate para la guerra”, parece intentar decirnos Vegesio en su latín epocal. En lenguaje más balbuceante, sin la agudeza intelectual de aquel pensador, pero con la estridencia del cinismo desmedido, algo de esto también nos explica Macri. Se avecina un tiempo de mayor concentración de la riqueza, mayor extranjerización de nuestra economía, dolarización de las ganancias de las corporaciones económicas, fuga de divisas crónica, aceleración del endeudamiento externo para financiar ese proceso y dejarnos de clavo la deuda contraída al conjunto de los argentinos y las argentinas. Todo ello, como rezan las promociones, hasta agotar el stock.

            El poder económico, las clases dominantes o como guste denominar a esa mesa de notables que reúne a los representantes de las corporaciones financieras, los intereses de los agroexportadores, las multinacionales que operan en los distintos segmentos de la generación, transporte y comercialización de la energía que produce nuestro país, empiezan a observar que el instrumento político Cambiemos se está agotando para legitimar las condiciones del saqueo que intentan profundizar.

            No hace falta hacer ejercicios de clarividencia para predecir tormentas que se avecinen, hace falta ver lo que hicieron hasta acá y las razones por la que intentan profundizarlo. Mega devaluación para transferir recursos, dolarizar la economía y destrozar el bolsillo de las trabajadoras y trabajadores del país, y aniquilar la capacidad de consumo e inversión productiva. Endeudamiento para financiar la timba, dolarizar las ganancias y fugar capitales al extranjero. Ajuste sistémico para maximizar ganancias sector por sector, destrozar el Estado Nacional para liberalizar la economía y dejar condicionada la capacidad de resistencia de cualquier proyecto político que intente expresar los intereses populares.

            El límite de ese modelo es el descontento popular que se extiende hasta que el conflicto social resulta insostenible para cualquier gobierno.

            El poder económico hace algo más que fantasear con la futura gobernabilidad del país. Asume la iniciativa y avanza, como en Brasil, hacia la proscripción de las opciones electorales que puedan traducir en poder político los anhelos, las esperanzas y los sueños rotos que sigue cosechando nuestro Pueblo. Las clases dominantes avanzan hacia el diseño de una salida institucional que le garantice gobernabilidad y, de paso, la colonización del peronismo como herramienta de las mayorías populares para concretar sus intereses.

            Han llegado al gobierno con mentiras inocultables, han materializado un fraude gigantesco a la voluntad popular que los acompañó con el voto. Siquiera aquellos que le otorgaron blindaje mediático podrían hoy seguir ocultando la realidad detrás de la basura que reproducen a diario. Por eso se tienen que ir. Por la salud de una democracia a la que han enfermado de cinismo, para evitarle al pueblo un sufrimiento aún mayor, para garantizar que, por el camino de elecciones anticipadas, sin proscripciones de las alternativas populares, la democracia no termine transformándose en la farsa en la que han intentado convertirla.

            Se tienen que ir, para que podamos desconocer el acuerdo alcanzado con el FMI -rechazado por la enorme mayoría de la población-. Para que podamos revisar la deuda externa contraída por este gobierno -que ha resultado odiosa por haber sido utilizada para financiar ganancias y fuga de capitales-. Para que podamos sancionar una ley de defensa de la producción y el trabajo -que frene las importaciones, que direcciones los fondos hacia inversiones productivas e impida nuevos despidos por un año-. Se tienen que ir para que con los dólares que quedan, no se terminen yendo por la canaleta de la especulación y la fuga de capitales y se direccionen para reparar las consecuencias de este modelo garantizando un ingreso popular a las víctimas del neoliberalismo.

            No es una amenaza. Amenaza es que los grandes laboratorios extorsionen condenando a muerte a los jubilados de PAMI, o que utilicen las ganancias para destrozar el valor de la moneda y lo llamen corridas cambiarias. Amenazar es otra cosa, pero por el bien de la Argentina, se tienen que ir.

            Eso, o parabellum.

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