Oveja Negra

DESPUES DE 10 A?‘OS DE SOBERANIA FINANCIERA, EL FMI VUELVE A CONTROLAR LA ECONOMIA


21 de septiembre de 2016

Oveja Negra

No existe pueblo en el mundo, que haya logrado esquivar la miseria más profunda cuando el Fondo Monetario Internacional llegó a su país para auditar las cuentas y recomendar las políticas de adecuación económica para acceder a los créditos e inversiones de los buitres y las corporaciones financieras.

Después de diez años de un trabajoso y sacrificado camino de desendeudamiento de las cuentas públicas y construcción de soberanía financiera, una misión del FMI arribó a la Argentina con el objetivo de revisar su política económica.

Después de diez años de un trabajoso y sacrificado camino de desendeudamiento de las cuentas públicas y construcción de soberanía financiera, una misión del FMI arribó a la Argentina con el objetivo de revisar su política económica.

El 17 de septiembre de 2004 Néstor Kirchner decide ponerle punto final a la extorsión del Fondo Monetario. Corrían tiempos de negociación con los titulares de la deuda pública para alcanzar una quita del 70% del valor nominal de los bonos. Rodrigo Rato, por entonces Presidente del organismo de crédito, presionaba para que en esa fecha se renovara el convenio con el Fondo, que implicaba la revisión permanente de cuentas y llevar adelante un plan de ajuste sobre el gasto público.

Rato llegó unos días antes al país y con arrogancia, señalo que su misión era obligar a la Argentina a firmar el convenio y no condenarse a una crisis económica. Néstor le pegó una patada en el culo. Argentina no firmó la renovación del acuerdo con el FMI que había suscripto Duhalde y al que estaba comprometido la nueva administración. Se avanzó en la quita de la deuda y se obtuvo una soberanía financiera inédita desde el peronismo hasta nuestros días.

Aquél 17 de septiembre de 2004 Néstor Kirchner decidió echar al FMI, pero también al Director del Banco Central que presionaba para que el acuerdo se firmara y Argentina ingresara en un ciclo de ajuste, se privatizara el Banco Nación y se  ofreciera una quita más ventajosa para los bonistas. Aquel Director del Banco Central no era otro que Alfonso Prat Gay, a quien se le vencía su mandato en comisión en muy pocos días.

El cambio que nos ofrece Mauricio Macri sólo trae recetas de miseria, postales de pobreza y una condena anticipada al pueblo trabajador.

El cambio que nos ofrece Mauricio Macri sólo trae recetas de miseria, postales de pobreza y una condena anticipada al pueblo trabajador. Diez años después, Prat Gay volvió a tomar decisiones económicas en la Argentina y trajo de la mano a sus antiguos empleadores y cómplices actuales.

Se habrán cruzado en el aeropuerto incluso, con los mercenarios del saqueo que llegaron en representación de sus multinacionales unos días antes al “Mini Davos”, que Macri organizó para lotear la riqueza de nuestra Patria y condenar a las trabajadoras y trabajadores a que un puñado de vendepatrias diseñen las políticas que a pedir de Paolo Rocca de Techint, apunten a reducir los salarios porque según sus dichos “todavía están muy altos”.

Con otro mafioso que se pudieron haber cruzado en Ezeiza, es con el mismísimo Mauricio Macri, que terminó de recibir a los gerentes de las multinacionales para venderse como el garante del saqueo Argentino y partió raudamente a rendir cuentas a Nueva York ante Wall Street y más inversores que no se habían tomado siquiera la molestia de venir al país que pretenden depredar.

En el medio de su objetivo, Macri fue a pasar papelones en la ONU. Con un discurso escueto de apenas quince minutos, que le sobraron para sembrar el vetusto organismo de lugares comunes, cinismo y enfatizar las mentiras de campaña, como si no hubieran gobernado durante nueve meses la Argentina.

Tras las idioteces de manual de autoayuda a las que nos tiene acostumbrados, Macri volvió a repetir que aspira una Argentina con pobreza cero, después de haber destruido quinientos mil puestos de trabajo en modo directo y otros tantos indirectos y devaluación mediante, haber incrementado en millones la cantidad de pobres en nuestro suelo.

Repitió que llegó para luchar contra el narcotráfico, después de aprobar un blanqueo de capitales infame que autoriza el  ingreso de divisas de cualquier origen y la compra de millonadas de dólares a sola presentación de un DNI.

Y volvió a ratificar que llegó para unir a los argentinos. Sí, lo dijo el Presidente que fomenta el odio visceral a un ciclo de conquistas populares que transitó durante doce  años la Argentina. El que representa a las minorías que desprecian al peronismo porque hicieron irrumpir a los negros, los pobres, los descamisados, a los cabezas en la política Argentina.

Lo dijo el que relativizó el genocidio. El que tiene un Ministro de Educación que reivindica la Conquista del Desierto como una política efectiva de la historia argentina. El que tiene funcionarios peregrinando los medios de comunicación para ensalzar los resonantes casos de justicia por mano propia, para incentivar una guerra de pobres contra pobres mientras ellos saquean los bolsillos de los que ya poco tenían.

La velocidad del saqueo asombra. El odio acumulado se cristaliza cada día con mayor nitidez. Acaso qué otro enfermo hubiera soñado la postal del fuego sobre miles y miles de cunas para los pibes más humildes.

La velocidad del saqueo asombra. El odio acumulado se cristaliza cada día con mayor nitidez. Acaso que otro enfermo hubiera soñado la postal del fuego sobre miles y miles de cunas para los pibes más humildes.

Scalabrini Ortiz, que mucho nos ha enseñado para desentrañar la miseria que nos ofrecen como espejos de colores, también nos enseñó que hay que desalojar de nuestra inteligencia la idea de facilidad. No será fácil el camino de restaurar un proyecto nacional y popular que vuelva a recuperar los resortes del Estado y la agenda de Gobierno.

También nos enseñó que esa no es una tarea ingrata y que ese camino se transita en la lucha, porque luchar, en cierta manera, es sinónimo de vivir. Viviendo y luchando, somos la pesadilla de estos chestos vendepatria.

Aunque se nos vaya la vida en esto, no es tarea ingrata el sacrificio que elegimos transitar. Luchar, el único camino para reencontrarnos. Luchar, el camino para reconstruir los sueños que se nos escurrieron entre los dedos aquel 22 de Noviembre. Luchar para volver.

Porque como nos enseñó don Scalabrini Ortiz: “El que no lucha se estanca, como el agua. Y el que se estanca, se pudre”.


                                                                    Colectivo de Medios Oveja Negra 

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