Oveja Negra

De "paso" se trata


30 de marzo de 2018

Oveja Negra

Eduardo de la Serna reflexiona sobre la Pascua. "Y hoy se trata de “pasar”, de las situaciones de inhumanidad a situaciones más humanas, del hambre a la fiesta, de las situaciones macristas de muerte a la vida en esperanza."

Por Eduardo de la Serna*

Se trata de “paso”. Paso de una situación de muerte a una de vida. Paso, por el mar retirado, de la esclavitud a la libertad. Paso, por la cruz, “de este mundo al Padre”. El mar o la cruz son un “pasillo”, y no es un tema menor, pero no es el tema central. Lo principal es la vida.

Más allá de lo histórico ocurrido, en el caso de Israel, el pueblo celebra la vida. La vida en la tierra, la vida en libertad, la vida en shalom. Y ese paso/vida se vuelve a repetir cientos de veces en su historia. El paso del exilio o cautiverio a la libertad de Babilonia, el paso de la muerte a la vida en la persecución del imperio griego o romano. El paso siempre a la vida que les era arrebatada, por paganos, por cristianos, por nazis o por quien fuere. Y vida reconquistada por la resistencia del pueblo, con el acompañamiento de algunos líderes o lideresas y la guía del “Dios de Israel”.

 

“En cristiano” también, “bajo el poder de Poncio Pilato” Jesús pasó al Padre. El Dios de Jesús y Dios de Israel le dio la vida que los poderosos le habían quitado, una vida nueva, resucitada. Y también aquí a los seguidores de Jesús, a muchos de los cuales les arrancan la vida, Dios se hace presente regalándoles más y nueva vida. Jesús y los mártires van marcando huellas a seguir en el camino por andar. Son mojones para la vida, dejando atrás la muerte.

La muerte no siempre es violenta, aunque siempre sea dura. La hay “de muchos tipos”. Pero al hablar de este “paso” nos referimos a una situación de muerte que es causada. Egipto y Babilonia son opresores, violentos y asesinos. La vida, entonces, no se experimenta como algo “que allí está”, sino como fiesta, como conquista, como meta. La cruz y el martirio es asesino, violento y cruel. La vida se experimenta como regalo, como celebración, como “llegar a casa” después del dolor.

Pero – como toda celebración – se trata de una suerte de “sacramento”. Celebramos una especie de anticipo. Un mirar la muerte y vislumbrar la más-vida. La muerte que se prepara en la injusticia, la violencia, la mentira, la opresión, la neo-esclavitud, la pobreza, la enfermedad; y la vida que se insinúa en la solidaridad, la memoria y la verdad, el encuentro, la militancia y la esperanza, en la vida compartida. Muerte que tiene rostros concretos, personales o simbólicos desde el Faraón y Pilato a Hitler y Videla, desde “los trabajos forzados” y la “cruz” a los buitres y la esvástica, los falcon verdes y la desocupación. Y vida que también tiene rostros y signos, desde Moisés y Jesús a Luther King y Romero, desde los antiguos mártires a las madres.

Y hoy se trata de “pasar”, de las situaciones de inhumanidad a situaciones más humanas, del hambre a la fiesta, de las situaciones macristas de muerte a la vida en esperanza. Y es esperanza, y no opio, porque sabemos que “se puede”, sí, se puede (valga el lamentable uso y abuso) porque lo hemos vivido. Hemos vivido la paz y la comida, el descanso y el encuentro. Hemos vivido y nos han quitado esa vida. Pero sabemos dónde queremos ir, qué queremos vivir, cuál es el modo. Los que creemos en el camino marcado por Jesús y los suyos tenemos claro que ese sendero no es este camino de muerte y dolor, de individualismo y “mérito”, sino uno de caminar juntos, donde “el otro” cuente, por hermana o por hermano.

Ese “paso” sueño, ese paso “nos deseo”.


*Sacerdote católico, integrante del Grupo de Curas en la Opción por los Pobres

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