Oveja Negra

VOLVER ¿Cómo? ¿Quién? ¿Para qué?


19 de junio de 2016

Oveja Negra

“La historia no es nítida ni lineal ni simple, la Argentina de hoy es un ejemplo de sus complicaciones y ambigüedades." John William Cooke

Por Fernando Gómez

En aquellos calurosos y fatídicos días del mes de Diciembre de 2015, apenas asumido el nuevo gobierno, nos propusimos una consigna: “organizarse para volver”. Aquella consigna, constituye un título a nuestra tarea, pero aún más, el horizonte de un objetivo estratégico, la recuperación del poder del Estado para el campo del pueblo.

Decía el Bebe Cooke, en sus apuntes para la militancia, a nueve años del golpe del 55, que en los primeros años de la Fusiladora, la militancia peronista “segura de su propia fuerza y razón” consideraba “la reconquista del poder ...(como) próxima e inexorable”. Sin embargo, por el tiempo de sus  escritos, “ese optimismo ingenuo ha cedido su lugar a otra actitud más realista y reflexiva”.

Destacaba en sus  apuntes  que “el origen del descontento no es por lo tanto la violencia del régimen (podríamos hoy hablar de la velocidad  del saqueo), son las sospechas sobre la aptitud del Movimiento para doblegarlo”. Reflotar las enseñanzas de la historia no es tan sólo un ejercicio anacrónico de análisis, si no, que nos permite acelerar aprendizajes, con el objetivo de construir una línea política  que sea eficaz para alcanzar  aquél horizonte estratégico que aún conservamos  como consigna.

La construcción de una línea política, es un ejercicio que requiere mayor esfuerzo que un simple  discurso  de  ocasión que intenta ser  condescendiente con la expectativa de una mágica y acelerada restauración popular.

La construcción de una línea política, es un ejercicio que requiere mayor esfuerzo que un simple  discurso  de  ocasión que intenta ser  condescendiente con la expectativa de una mágica y acelerada restauración popular,  o la urgencia oportunista que intenta dar respuesta a una coyuntura fluctuante y contradictoria; o bien la desesperación táctica de andar juntando en la misma bolsa iniciativas antagónicas entre sí, como si a una organización la definieran sus desencuentros, y no las certezas políticas que expresan.

Reivindicar el sentido propio de la militancia, es ratificar el camino  de construir mayores niveles  de organización política. Y una organización política, reivindica su sentido, en la medida que encuentra su rol y aporte específico para fortalecer la organización del campo popular. El desafío de una línea política es intentar la construcción de certezas, aún en terreno de incertidumbres, y facilitar alguna luz, en tiempos sombríos.

Un entrañable humorista, Pepe Biondi, allá lejos en la historia, construyó un personaje al que bautizó Pepe Galleta, un guapo en camiseta. Aquél guapo andaba por la vida repartiendo cachetazos, hasta que le tocaba recibir un buen sopapo a él. Cuando le tocaba cobrar, quedaba desorientado y se formulaba cuatro preguntas: “Donde estoy, de donde vengo, quien soy, donde me pongo”. Intentemos responder a los interrogantes de aquél desorientado Pepe Galleta.

Dónde estamos

El 22 de Noviembre hemos sufrido una derrota que no es sólo electoral,  es profundamente política y ha modificado en forma  drástica el proceso  histórico que  recorría nuestra Patria. Se instauró en la Argentina un proyecto de exclusión de las mayorías populares que ha venido  a restaurar las  condiciones de un nuevo ciclo del neoliberalismo que empieza a  extenderse en toda la región.

Mauricio Macri es el inútil de ocasión al que le toca calentar el sillón de Rivadavia, detrás de él, han asaltado el Estado los gerentes de las corporaciones económicas que están más preocupados en desmantelar los ministerios, echar a sus trabajadores y saquear los recursos existentes desviándolos  a las empresas que gerenciaban hasta hace cinco meses; que de gobernar un país por cuatro años.

Son la versión más brutal del saqueo de la Argentina, la que está decidida a vaciar el bolsillo de los trabajadores con devaluación, ajuste y tarifazo. No vienen a  construir un proyecto de largo aliento, se disponen a destruir el país para abultar las riquezas de  sus grupos económicos, lo más rápido posible. ¿Gobernar? Que gobierne otro después.

Son la versión más brutal del saqueo de la Argentina, la que está decidida a vaciar el bolsillo de los trabajadores con devaluación, ajuste y tarifazo.

Con aquella derrota, hemos perdido el control del Estado Nacional, pero también hemos  perdido la iniciativa política y con ello, aunque resulte incómodo, hemos perdido los resortes para que el enorme liderazgo popular que aún conserva Cristina Fernández de Kirchner, se  traduzca en efectiva conducción política del movimiento nacional.

Aquél campo  propio que obtuvo un  49% de los votos  el 22 de Noviembre comenzó a transitar el inexorable camino de profundizar sus contradicciones, y con ello, andar por rumbos desencontrados en el escenario actual.

La atomización de aquella voluntad política a la que le faltaron setecientos mil votos para transformarse en mayoría electoral constituye  el terreno de  incertidumbres  en el que estamos parados.

Por aquello que nos enseñaba Cooke, no tanto por la velocidad con la que los grupos económicos  están saqueando la Argentina, porque ahí anida el germen de su propia crisis; aún más, por el interrogante  principal de ésta etapa, si el peronismo estará en condiciones de reconstruir el sentido de mayoría para volver a ser gobierno; y en ese caso, qué peronismo es el que vuelve, y para qué.

De dónde venimos.

Tal y como nos enseñaba Rodolfo Walsh, las clases dominantes  han procurado que no tengamos historia, ni doctrina, ni héroes ni mártires.

También,aunque vuelva a resultar incómodo, se alzan voces desde el campo propio que en un exacerbado ejercicio  de oportunismo político, para sobresalir en una  coyuntura  efímera, intentan transformar el necesario y crítico balance de nuestra historia reciente, en la negación de la pertenencia, el sentido y los liderazgos construidos  en un tiempo, del cual obtuvieron las condiciones para hoy ser un actor de la realidad  política argentina.

Néstor Kirchner irrumpió en nuestra historia reciente para resignificar las banderas del Peronismo, y volver a otorgarle su sentido histórico más genuino que se había intentado sepultar con la traición  materializada en la década del noventa.

Desde aquél 25 de mayo de 2003, Néstor primero y luego Cristina, han ejercido el liderazgo de un ciclo de conquistas populares que nos permitió recuperar la política como herramienta transformadora de la realidad, elevar los niveles de organización popular y resignificar el sentido histórico del peronismo desde su experiencia más reciente de gobierno.

Sin dudas que hay un balance autocrítico necesario, porque sobre los errores propios, fundamentalmente de aquellos que pretendieron erigirse como únicos intérpretes de Cristina, descansan una  parte importante de las  causas por las que perdimos el sentido  de  mayoría.

La repetición del error de encerrar el liderazgo sobre ellos mismos  para consolidar sus particulares intereses, termina por alentar la falsa dicotomía  que algunos  oportunistas  intentan esgrimir entre Peronismo y Kirchnerismo.

Y aún a riesgo de volver a ser incómodos en las reflexiones, no podemos dejar de recordar que la enorme mayoría de aquellos que se reconocen hoy como peronistas y engrosaron las filas de la oposición al gobierno de  Cristina, también han sido parte y protagonistas de aquél abrumador 54% con el que se consolidó electoralmente la mayoría política que permitió el tercer mandato del ciclo iniciado en el 2003.

Muchos de ellos cruzaron la grieta por evidente oportunismo, pero muchos otros, lo hicieron como consecuencia de claros y evidentes errores propios. Sin éste debate, difícilmente podamos encontrar respuesta al interrogante de si seremos capaces de reconstruir una mayoría política  conducida por el Peronismo, que se organice para volver.

No llegamos al 22 de Noviembre siendo obsecuentes, nos permitimos discutir nuestro tiempo desde una mirada y una propuesta profundizadora del ciclo de conquistas populares que llevaba doce años peregrinando la Argentina bajo el liderazgo de Néstor y Cristina, esa agenda política ha quedado inconclusa tras la derrota, pero es a partir de ella, y fundamentalmente a partir de lo conquistado que vamos a encontrar respuesta al interrogante de para que volvemos.

Quienes somos

La derrota desnuda nuestros límites; el avance de las sombras de la oscura noche que creíamos sepultada el 20 de Diciembre de 2001 nos enfrenta al genuino temor de perder lo conquistado; al calor de los desencuentros y la ineficacia de las respuestas ante la urgencia del saqueo, nacen las incertidumbres de un tiempo.

Es oportunidad, entonces, de reafirmar aquello que genuinamente nos constituye, el sentido más propio de aquello que nos permitió encontrar en la militancia una razón digna para vivir. Nos ha tocado nacer en ésta tierra, con su historia en la mochila, donde aprendimos a no conocer de victorias definitivas, pero tampoco de derrotas  absolutas.

Hemos asumido que no podrán determinar el fin de nuestra historia, que nuestra vida es lucha, que nuestra identidad se forja en pelearla, siempre, con los dientes apretados.

Desde esa convicción profunda asumimos el peronismo como identidad. Hemos señalado en otras oportunidades que “tantas veces vaticinaron el fin del Peronismo, transitaron su ilegalización y su domesticación, que sólo testimonian la vitalidad de nuestro movimiento.”

El Peronismo ha venido surcando en modo indeleble los últimos  setenta años de historia argentina. Arrastrando contradicciones que lejos de constituir un límite, evidencian la enorme vocación de poder que nos  permiten afirmar que sobre su capacidad de reconstruir el sentido de mayoría anida la esperanza de la restauración popular.

El Peronismo ha venido surcando en modo indeleble los últimos  setenta años de historia argentina.

Indómito, el Peronismo sigue constituyendo la referencia para millones de compatriotas de los años más felices y la grandeza más sólida de nuestra  Patria. El testimonio aún vivo del General Perón y Evita; el recuerdo fresco de las conquistas alcanzadas en los gobiernos de Néstor y Cristina.

No pretendemos borrar con un discurso de ocasión, lo que escribimos con pasión militante en los últimos doce años de historia. Cuantas veces entonamos la marcha agregándole una identidad que nos es propia, que resistimos en los noventa y que volvimos en el 2003. La reafirmación colectiva de quienes somos, nos permite identificar el aporte específico que toda organización política debe realizar en la tarea de reconstruir el sentido de mayoría del movimiento nacional del que nos sentimos parte.

Dónde nos ponemos.

Encontrar el rincón desde  el que habremos de presentar batalla nos exige definir el rol desde el que habremos de formular un aporte específico para éste tiempo histórico.

El ajuste brutal sobre el bolsillo, devaluación, despidos y tarifazo mediante, que implementó el gobierno de Mauricio Macri en éstos seis meses comienzan a traicionar la voluntad de los millones que decidieron acompañarlo electoralmente. Comienza a ponerse en crisis su legitimidad de origen, comienzan a desnudar que se asumen como un gobierno de transición.

Inexorablemente, la política de saqueo llevada adelante, habrá de encontrar mayores niveles de conflictividad  social que tienden a atomizarse sectorialmente si se abandona la política como continente desde el cual presentar una disputa efectiva. El Peronismo deberá estar en la calle, sin esconder su identidad y la reafirmación de la política como herramienta de lucha, para acompañar la conflictividad creciente.

El Peronismo, entonces, está llamado a consolidarse como mayoría política en la Argentina desde su capacidad protagónica  en la oposición a la restauración neoliberal, siendo capaz de interpretar las demandas populares que habrán de nacer al calor de las políticas de ajuste llevadas adelante en estos meses.

En el camino de reconstrucción de  una mayoría política que pueda expresarse electoralmente, el Peronismo deberá procesar en su interior un conjunto de contradicciones que abren un escenario de disputa sobre su sentido histórico.

El Peronismo está llamado a volver a ser gobierno en la Argentina. ¿Qué Peronismo es el que vuelve? Es uno de los territorios en los que habremos de presentar batalla para que volver implique retomar, con sentido profundizador, la agenda que nos quedara inconclusa  tras la derrota del 22 de Noviembre.

El Peronismo está llamado a volver a ser gobierno en la Argentina.

Vamos a volver, solo en la medida que seamos efectivos para organizarnos y dar respuesta ante las complejidades de ésta etapa.

Reafirmar la política como herramienta, el Peronismo como identidad, y la militancia como aquella acción cotidiana que construye mayores niveles de organización popular en cada territorio donde asume una tarea, al mismo tiempo en que visibiliza en la calle, aquél destino de transformarse en el hecho maldito de la restauración neoliberal.

Ahi andaremos pues, sin prisa, pero tampoco sin pausa, en éste el destino al que nos convocamos cada mañana, el desafío de andar por la vida con la Patria al hombro.

 

 

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