VIVAS NOS QUEREMOS, DIJIMOS
07 de noviembre de 2016
Se recrudece la violencia. La difusión y la sensibilización enoja, genera reacción, ira. El machismo genera resistencia.
Por Sofía Uranga*
Sábado a la noche. Un miembro de la Prefectura Naval Argentina asesinó a dos mujeres. Su exmujer y su exnovia. Usó el arma que el Estado Nacional le otorga reglamentariamente. Que no soportó el rechazo de las dos, dijeron. Lidia era profesora de inglés y tenía tres hijos con el prefecto. Miriam era policía, trabajaba la atención del 911 y tenía dos hijos. Las estadísticas del 911 desde que se habilitó en Paraná, muestran que más de la mitad de los llamados se relacionan con denuncias por violencia de genero.
Los números muestran que entre 2009 y 2015 se cometieron ciento dieciséis femicidios con el arma reglamentaria.
Los números muestran que entre 2009 y 2015 se cometieron ciento dieciséis femicidios con el arma reglamentaria. Tanto personal activo como pasivo. Las normas habilitan a los retirados a continuar portando las armas adecuadas a su defensa. Las balas las puso el Estado. Las mujeres, su vida.
Domingo al mediodía. Un hombre disparó dos veces contra Evangelina, su expareja. También hirió al novio de Evangelina. Volvió a su casa y se suicidó. Tenía antecedentes de agredir a su ex y juntos tenían dos hijas. Que reclamaba por las visitas a sus hijas, dijeron. Evangelina y su novio sobrevivieron.
Domingo a la noche. Un hombre mató a Johanna, su exmujer, a las hijas de ambos de cinco y siete años y a la pareja actual de ella. Apuñalados los cuatro. El femicida intentó matarse. Sobrevivió. Que estaba celoso, que no soportaba la nueva pareja, dijeron.
No hay lugar más peligroso para vivir que nuestra casa.
Son tres femicidios. Tres homicidios vinculados. Una tentativa de femicidio y una tentativa de homicidio. Ese es el saldo del fin de semana en Entre Ríos. No hay lugar más peligroso para vivir que nuestra casa.
¿Contraofensiva machista? ¿Reacción patriarcal?
El tres de junio del año pasado se produjo la primera movilización bajo la consigna Ni una menos. Las estadísticas empeoran. Este año se repitió la movilización. Meses después se produjo el trigésimo primer Encuentro Nacional de las Mujeres: noventa mil mujeres en la calle, en Rosario, feministas reclamando por el derecho a abortar (que no es otra cosa que el derecho a decidir), contra la violencia machista y tantas otras reivindicaciones justas.
Violan y matan a Lucía en Mar del Plata. Que iba a comprar droga, dijeron.
La indigesta social es tan grande que salimos de vuelta. Ya no solo pedimos que no haya Ni una menos, decimos que Vivas nos queremos.
En Mendoza un hombre mata a su ex novia, la abuela y la tía de ella. Sobrevive la bebé que tenían juntos y otro hijo de ella. Que discutían sobre la identidad biológica de la bebé, dijeron.
Se recrudece la violencia. Cada femicidio vuelve a ubicar al macho en su lugar. La difusión y la sensibilización enoja, genera reacción, ira. Todo avance tiene su contraofensiva. El machismo genera resistencia, anticuerpos. La sucesión de hechos políticos, movilizaciones y femicidios es evidentemente más compleja. Pero debemos observarla.
Es cierto que las mujeres en la calle, que la reacción que genera cada femicidio, que salimos todas, que la tolerancia es baja y que el cuerpo lo ponemos nosotras, lo sabemos todos y todas.
El motivo es ser mujer. Ser mujer es una condición. Es ser subalterna de otro. Es ser definida por otro.
Que los medios buscan motivos y los dijeron en todos los casos. Pero que no los justifican, aclaran. Lo entienden. Nos ponen en nuestro lugar. A las muertas y a las vivas. El motivo es ser mujer. Ser mujer es una condición. Es ser subalterna de otro. Es ser definida por otro.
El feminismo en el Peronismo
El feminismo es esencialmente justo y combativo. El feminismo es peronista. El peronismo es feminista.
Durante los gobiernos peronistas supimos que no hay igualdad de género sin justicia social. Las peronistas no decimos que la violencia machista se sufre en todos los sectores sociales de igual modo. Sabemos que no es así. Sabemos que la falta de laburo, las condiciones indignas de vida son de por sí violentas. Que las compañeras dependen del ánimo de cada una de las reparticiones del Estado para que una denuncia ande. Para que una exclusión se dicte. Que la cosa recién empieza con una exclusión. Que si el Estado se repliega, no tenemos donde ir. Y que en ese momento, no hay lugar más inseguro que la propia casa.
Que no existe el feminazismo y que no importan las paredes pintadas. Que el feminismo y la perspectiva de género atraviesa cada una de las instancias en las que nos desenvolvemos. Que es importante que los compañeros resignen sus privilegios de género. Que poner peros en la discusión de estos hechos es casi tan grave como el Poder judicial aclarando que los femicidios son inevitables. Son una fatalidad. Que nosotros no nos excusamos. Que no entendemos las jurisdicciones ni las competencias.
En el peronismo no hay fatalidades. No te cuenta otro lo que pasa, lo que pasó. Tomamos decisiones. Nos bancamos las contradicciones. Conocemos el conflicto, lo atravesamos y salimos por arriba.
Peronismo y feminismo es Cristina, poniendo el cuerpo, diciéndoles a los gendarmes “me pegas a mí”.
Abogada de DD.HH – Integrante del programa La Raíz del Grito