La Corte de las Injusticias
28 de diciembre de 2022
Laburan poco, cada vez menos. Y cuando laburan, lo hacen al servicio del extranjero. La ratificación de la condena a Milagro Sala y la decisión de meterse a definir la coparticipación, evidencian la mala salud con la que atraviesa este tiempo nuestra democracia. Y además, deja la huella evidente del redespliegue de los yanquis en nuestro país.
El 4 de diciembre uno de los columnistas con capacidad de operación del Grupo Clarín, Ignacio Zuleta, anticipaba que “De los tres acuerdos que le quedan, la Corte promete dictaminar en otros dos expedientes de interés político, y en los dos la mayoría que domina el tribunal -Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz, Juan Carlos Maqueda- ha llegado a construir un voto que no le gustará al Gobierno. Uno es la confirmación de una condena a la activista jujeña Milagro Sala. El otro es el amparo que presentó la administración de Horacio Rodríguez Larreta contra el recorte de fondos federales para la ciudad de Buenos Aires.”
Ambos fallos no estaban aún escritos al momento en que el operador mediático conocía su resultado. Semejante demostración de inconveniencia democrática se realiza a cielo abierto y queda apenas encubierta por la naturalización permanente de éste insultante juego de pinzas con el que el poder económico, sus romantizadores mediáticos y sus empleados en funciones judiciales, han decidido actuar a repetición.
Y sucedió como Clarín ya sabía. La condena a 13 años de prisión dictada contra Milagro Sala fue publicada por la Corte apenas dos días antes de la final que nos convirtiera por tercera vez en campeones del mundo. Mientras las organizaciones populares acampaban exigiendo el indulto al presidente Alberto Fernández, como consecuencia directa de la decisión de la Corte, ésta dictó el segundo fallo, y convalidó la caprichosa pretensión porteña de quedarse con fondos que Macri le aseguró apenas juró como presidente.
En simples palabras, la Corte puso una pistola en la cabeza de las organizaciones populares, consolidando el mensaje iniciado por el radicalismo de Gerardo Morales, de amenazar a cualquier militante que decida abrazar la organización popular para conquistar sus objetivos, de ser condenado a la cárcel por la simple pretensión política de un gobernador al servicio del poder económico extranjero.
A los pocos días, la Corte sentenció que estaba dispuesta a ser el vértice del sistema federal Argentino, legislar y gobernar al mismo tiempo, y acrecentar las arcas del territorio con peor producción y mayor concentración de riqueza del país.
Legislar, gobernar, juzgar y amenazar a quien les desafíe sus pretensiones. Cuatro abogados que difícilmente podrían sentarse a redactar una parte ínfima de lo que firman, menos aún pasar un examen de habilidades para el cargo que ocupan, dos de ellos que decidieron asumir sus cargos violando la Constitución, pretenden pintar de colores el decorado en que han transformado una democracia en la que sólo entran las pretensiones de los grupos económicos.
Las razones de la cárcel sobre Milagro
La comunicadora popular Úrsula Asta, desde las páginas de Radio Gráfica, recordaba que apenas conocida la sentencia que ratificaba la condena a Milagro, Gerardo Morales publicó una carta en la que afirma que el fallo de la Corte “reafirma la transformación de la Matriz productiva en la Provincia, ya que, si no se resolvía la cuestión de la corrupción imperante y la violencia, no se hubiera podido lograr el desarrollo del Litio, las Energías Renovables, el Turismo, el Cannabis con fines medicinales”, entre otros.
En septiembre pasado, sin ir mucho más lejos, Gerado Morales anduvo junto al Ministro del Interior, Wado de Pedro, recorriendo junto a otros gobernadores diversas Secretarías de Estado, alcaidías y gobiernos estaduales de los Estados Unidos.
El objetivo de Morales, justamente, era poner el litio y las energías renovables a disposición de las cadenas de suministro de los Estados Unidos. No es ni siquiera un negocio, es una estrategia de subordinación política y económica a Estados Unidos, la que muchas veces termina zanjando una pretendida “grieta” en el sistema político Argentino.
Esos mismos grupos económicos al servicio de los Estados Unidos a los que se les ofrece la explotación de nuestros bienes comunes, son aquellos que demandan el disciplinamiento compulsivo de salarios e ingresos populares, para asegurar una maximización de la rentabilidad en dólares. Naturalmente, como bien lo señala Morales en su carta de celebración a la persecución que sufre Milagro, a quien se le ocurra generar organización popular para conquistar soberanía y justicia social, se le pretende la cárcel para que las “inversiones externas” tengan la “seguridad jurídica” necesaria para su desarrollo.
Nuestro federalismo, según los yanquis
Tan confiado opera Estados Unidos en nuestro país, que la cámara de comercio de los Estados Unidos en Argentina (AmCham) emitió un comunicado para cuestionar al gobierno, quien apenas pretendía introducir un recurso razonable, legal y habitual ante la Corte, frente a la decisión de gobernar en su reemplazo expresada por la Corte en el fallo a favor de los porteños.
“Hoy nuestro principal desafío debería ser fortalecer esa calidad institucional y respetar el principio de división de poderes” sostuvieron. En el fondo, lo que hicieron con su comunicado es condicionar a los gobernadores que los Estados Unidos consideran propios.
La AmCham, naturalmente, defiende una democracia que les permite maximizar su rentabilidad medida en dólares, crecer en exportaciones, primarizar la economía y alcanzar record de producción de materias primas, a pesar del crecimiento escandalosos de los niveles de desigualdad social.
Y los efectos de este comunicado, son aún más devastadores que las críticas de los impresentables personajes que habitan la alianza electoral Cambiemos, quienes por un segundo de fama y publicidad, son capaces de articular cualquier estrategia de condicionamiento de la vida institucional, política y económica de nuestro país.
Y son más devastadores por el hecho que la mayor amenaza para nuestro federalismo, en pleno siglo XXI, no son los porteños, sino los grupos económicos extranjeros. Aquellos que se apropian de nuestros bienes comunes, subordinan económicamente el desarrollo de nuestras provincias y condicionan políticamente a cada uno de los personajes que alternan en los gobiernos locales con la pretensión de sumar inversiones extranjeras para motorizar el desarrollo local.
Las decisiones de la Corte en apenas dos semanas no cierran el año en su agenda de sentencias, sino que abren una nueva etapa de condicionamiento de la vida institucional de este país. Una nueva forma de debilitar el decorado de ésta acartonada democracia que muchos celebran.
Justo cuando es necesario más organización popular para revitalizar los proyectos políticos, renuevan la persecución contra Milagro Sala. Justo cuando más necesario es debatir un federalismo para el siglo XXI alejada del redespliegue norteamericano para la región, se meten a pensar desde la cueva en que operan, la forma en que se diseña la coparticipación.
Y todo en nombre de la democracia, la república y coso.