LA CAÍDA
13 de marzo de 2019

por Carlos Caramello *
“Podemos detenernos cuando subimos,
pero nunca cuando descendemos”.
Napoleón
Se cae. O se tira… pone las piernas como si fuese de palo y se deja ir. Hace rato que mira al rincón como para pedir auxilio pero sus compañeros lo ignoran. Preocupados, cada uno, por su propia pelea. Más ahora, que ya no hay combates por el título a la vista.
Lo cierto es que se cae. Hubiese preferido que lo empujaran, para así hacer lo que ha hecho siempre: echarle la culpa a otro. Utilizar frases hechas, lugares comunes como la remanida cantinela de que el “Peronismo no te deja gobernar”. Como si ese Movimiento, cuyos dirigentes desesperan cuando están en el llano -al punto de volverse un puñado de egos disputándose un carguito o, por lo menos, unos minutos en televisión- pudiese manejar alguna de las variables de esa economía que está ahogando a la sociedad.
Se cae por impericia. Por soberbia. Por vagancia. Por la más absoluta incompetencia para armar un equipo de gobierno. Por la más abyecta genuflexión a los poderes fácticos internacionales, esos que ahora necesitan una víctima propiciatoria para culpar y para ejecutar… porque acá, de lo que se trata, es de matar al mensajero y así, fortalecer el mensaje. La culpa no es del liberalismo… es de Macri. Lo gritan desde el Mercado, usando las voces fantasmales de Olmedo, Espert y hasta las mismísima Marui Vidal.
Sus amigos, o mejor, sus aliados ocasionales -pareciera que el ejercicio del poder no se lleva del todo bien con sentimientos tan puros y caros como la amistad y si con otros más bajos como la traición- lo abandonan en masa (por ahora con una sola “s”). Desde los más insignificantes (al menos en lo que a peso electoral refiere), como Gerardo Primero de la Puna, gran visir de la Quebrada y Adyacencias, que dos días después de arengar al radicalismo para que no reclame internas con el PRO y sostener que había que apoyar “al Presidente con el armado territorial” porque era “la figura más fuerte que tiene Cambiemos” acaba de desdoblar las elecciones en su provincia, Jujuy, desesperado por despegarse de la estrepitosa caída de Macri en las encuestas, hasta los más relevantes como el Fondo Monetario Internacional que, en medio de la mayor crisis política del gobierno de Cambiemos y ante la más brutal debilidad política de Macri, ha advertido que “apoyará a Argentina más allá de los cambios políticos”… Y después le echan la culpa al Peronismo.
Algún psicólogo político de los que abundan -camuflados en ropajes de analistas, consultores o panelistas-, seguramente dirá que “la muerte del padre siempre provoca una fuerte sensación de desamparo”, tratando de justificar la imagen de soledad que, en realidad, le infringe el Poder. Otros, más audaces y a la vez más chupamedias, elaborarán complejos oxímoron con los que tratarán de explicar que la debilidad es para retornar fortalecido o que este bajón en realidad significa un salto hacia delante. No habrá límite en esto: pueden decir que la economía mejora mientras caen todas sus variables, cómo no habrían de sostener que Macri retrocede para tomar impulso para la campaña.
Y No es bueno que caiga. Que se entregue. Que se retire antes de tiempo. Debilita a la Democracia. Lastima a la Política. Todos deberíamos hacer Todo para que no se vaya. Pero, la verdad es que se ha convertido en un peso muerto político: la figura que asegura la derrota en todas las variables de las próximas elecciones, aún en la posibilidad de cometer el mayor fraude electoral de la historia manipulando las planillas de cómputos (nada raro si se tiene en cuenta que ha sido campeones en ofrecernos records negativos como lo es el de contraer la mayor deuda con el FMI de la que se tenga registro). Y los que no quieren soltar el poder -porque creen que todavía se puede exprimir un poco más de jugo de nuestra empobrecida y endeudada Patria-, necesitan, además, culpables.
Por eso se cae. Y porque aunque grite y golpee la mesa con el puño (imagen que remite a un debilitado presidente De la Rúa, pocos días antes de escaparse en helicóptero), aunque crispe el gesto -tal como lo aconsejó su trainer– y ponga cara de loco como si fuese un jugador de los All Blacks en el momento del haka, está groggy, contra las cuerdas, con los brazos caídos… Y aunque quienes tienen su suerte atada a él fantaseen con que aún en KO, algunos boxeadores sacan una mano que define la pelea, todo indica que Macri quiere que le cuenten de una vez y terminen con su agonía. Está Down & Out, sintetizaría Donald Trump que, en cualquier momento, tira la toalla.