Por Eduardo Valverde *

Reconozco que he sido feliz. 

Cantaba mi camisa 

por los arrabales 

de la ciudad sitiada. 

Todavía estoy vivo. 

Trepo por la cintura 

de este mi diciembre 

inexacto, rugoso, infértil. 

Muerdo aún la perla fragante 

de la sangre, sí. 

Pero vivo lleno de muerte. 

Cargo en mis hombros 

el dialecto de aquellos rostros 

que dibujaron el día para mí, 

su perfil necesario, 

para devorar la bitácora 

de estas calendas impiadosas. 

Estoy lleno de toda la muerte 

de aquellos que amé 

                                sobre esta piedra oscura.

* Poeta y periodista rosarino.