Oveja Negra

1982, un punto de Inflexión


01 de abril de 2023

Oveja Negra

"Malvinas, su gesta, no solo devela al enemigo real del país, sino a todos quienes desde adentro han colaborado con él a cambio de amasar sus fortunas. La oligarquía argentina se consolidó como clase dominante a partir de su vinculación con el mercado británico." Malvinas en #HistoriaNativa.

Por David Acuña

En 1520, la expedición de Magallanes registra por primera vez en términos cartográficos la existencia de las Islas Malvinas. La soberanía española de las islas, no solo estuvo reconocida por las demás potencias imperiales a través de los tratados de Madris (1670) y Utrecht (1713), sino por el ejercicio efectivo de gobierno bajo 32 gobernadores en forma constante entre 1767 y 1811.

Los primeros gobiernos patrios de las Provincias Unidas continuaron con la administración de las Malvinas, a las que consideraron parte integrante de su territorio, heredado de España por sucesión de Estados según el uti possidetis juris de 1810. En 1820 el Coronel de la Marina argentina David Jewett llevó a cabo el primer izamiento de la bandera argentina en las Islas Malvinas y concretó la toma solemne de posesión en nombre de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

El 3 de enero de 1833, sin mediar comunicado ni declaración de guerra, la corbeta Clio al mando del inglés Jhon Oslow, desembarca en las islas y depone a sus autoridades legítimas. El pabellón celeste y blanco volvería a ser enarbolado en las islas tan solo dos oportunidades antes de la guerra de 1982. La primera fue el 8 de octubre de 1964 donde el aviador civil argentino Miguel Fitz Geral aterriza en Malvinas entregando una proclama reclamando a las autoridades coloniales el fin de la ocupación. La segunda vez sería durante el Operativo Cóndor liderado por Dardo Cabo el 28 de septiembre de 1966.

El 2 de abril de 1982, nuestro país recupera las islas tras luego de 149 años de ocupación colonial británica. Nuestra enseña celeste y blanca flameará en su territorio hasta el 14 de junio de ese año donde las autoridades argentinas aceptan un cese el fuego y la rendición de las tropas.

A lo largo de décadas, incansablemente los medios hegemónicos de comunicación, periodistas y escritores a sueldos, académicos extraviados y películas anodinas, han mostrado la Guerra de Malvinas como el manotazo de ahogado de una dictadura militar en retirada que mandó a miles de pibes a luchar una guerra imposible de ganar. Más o menos este es la historia de mierda construida con el objeto de justificar el proceso de desmalvinización llevado adelante posteriormente por los vendepatrias de Alfosín y Menem.

Lejos de las miradas cagatintas y detractoras, la Guerra de Malvinas fue una gesta patriótica que, independientemente de su ilegal conducción militar, enfrentó a nuestros soldados, jóvenes conscriptos en su mayoría, con el imperialismo británico y su aliado yanqui.

Hacia fines del siglo XIX y principio del XX, los Estados Unidos lograr expandirse territorialmente a costa de la conquista de México y la ocupación de Cuba, Puerto Rico, Dominicana, el canal de Panamá, Filipinas y Guam. Para 1945, luego de los acuerdos de Yalta entre Roosevelt, Churchill y Stalin, Washington es claramente la potencia hegemónica de Occidente y América su patio trasero.

Por esto mismo, 1982 es un punto de inflexión no solo en la historia nacional, sino en el de toda la Patria Grande por haber encarado al enemigo real de la Argentina: Gran Bretaña. Y por haber desafiado al dueño del patio: Estados Unidos.

Malvinas, su gesta, no solo devela al enemigo real del país, sino a todos quienes desde adentro han colaborado con él a cambio de amasar sus fortunas. La oligarquía argentina se consolidó como clase dominante a partir de su vinculación con el mercado británico. La diversificación de la burguesía en Argentina fue de la mano del capital yanqui.

Hasta ese entonces, solamente con los gobiernos populares de Los Juanes (Rosas y Perón) se había enfrentado al enemigo anglosajón y la cipayada interna. La guerra se perdió en 1982 no por una cuestión de recursos o experiencia militar, sino porque su conducción nacida de un gobierno ilegal no podía encarar una tarea de liberación nacional enfrentando al imperialismo sin antes volverse “popular”. El carácter antipopular del golpe de 1976, que se perpetró para garantizar los beneficios del capital extranjero y las patronales, no estaba calificado para dar una batalla contra los mentores ideológicos de Yalta y el Plan Cóndor. Por esto mismo, el carácter de Héroes de nuestros Veteranos es aún mayor si uno entiende que fueron a pelear contra un enemigo gigantesco dirigidos por una dictadura cívico-militar de patriotismo enano.

Compartir esta nota en