Oveja Negra

TERRORISMO DE ESTADO Y COMPLICIDAD PERIODÍSTICA: LAS COSAS POR SU NOMBRE, LA NACIÓN


31 de octubre de 2017

Oveja Negra

Respuesta a la editorial de La Nación donde nos dice que tenemos que pedirle perdón a la Gendarmería por visibilizar su responsabilidad y la del Estado Nacional en la desaparición forzada seguida de muerte de Santiago Maldonado.


Por Colectivo de Medios Oveja Negra

La editorial de La Nación del día 31 de octubre, sobre la desaparición forzada seguida de muerte de Santiago Maldonado es una vil ofensa a la realidad. Un insulto morboso a la inteligencia y una infamia despreciable a la memoria de un pueblo que todavía lucha para vencer el olvido al que quieren condenarlo los sectores del poder concentrado. 

La tribuna de doctrina de la derecha, lanzó una nota que constituye una falta de respeto inconmensurable a la familia del joven, que en medio del dolor por una pérdida irreparable, y un agravamiento por la vejación que implican 80 días de incertidumbre, convocan a una marcha justo al día siguiente de la publicación del texto infame, el día miércoles 01/11 (ver contenido de la convocatoria de la familia).

Para el periodismo formador de opinión y constructor de relatos funcionales al gobierno de Mauricio Macri, el hecho lamentable de que Santiago Maldonado haya aparecido sin vida, de alguna forma subsana los días que su cuerpo había estado borrado del mapa de la investigación eficiente de las fuerzas de seguridad.

Intentan deslindar de responsabilidad al Estado que se la pasó 80 días esgrimiendo evasivas, inventando excusas que desfilaban junto a los funcionarios que las vomitaban en cada oportunidad. Intentan borrar de un plumazo, a fuerza de tapas de diarios, notas infames y una peregrinación hasta el hartazgo de los funcionarios del gobierno en los programas del prime time televisivo, una represión que efectivamente existió a orillas del río Chubut, el 1 de agosto pasado.

Quieren ligar la búsqueda de justicia con un correlato ideológico, como si de ese modo pudieran menguar las atrocidades cometidas por los miembros de las fuerzas de seguridad, del gobierno y de su periodismo faldero. Como si la represión violenta de una manifestación pacífica, seguida de una desaparición forzada (tal como fuera caratulada por el propio poder judicial), seguida de la aparición de un cadáver que tardaron 80 días en encontrar, no estuviese cargada de ideología.

De la ideología del odio, de la violencia cómo ardid del propio Estado; de la demonización de la juventud que se moviliza por las causas que cree más justas, sean o no del agrado del Presidente, de la Ministra de Seguridad, o del equipo de La Nación que arma estas bochornosas declaraciones, capaces de estremecernos a las mujeres y hombres que tratamos de hacer de la comunicación una tarea dignificante.
Expresan literalmente en el encabezado: "Corresponde que quienes produjeron tanto daño y dolor, de modo tan artero o equivocado, ahora expresen públicamente: "Perdón, Gendarmería". No, La Nación. 

Corresponde que pidan perdón las fuerzas de seguridad que tergiversan en la praxis su rol de protección a la ciudadanía y lo transforman en un ejercicio del terror. Corresponde que pidan perdón las voces campantes que salieron a decir en cadena nacional privada que Santiago estaba en Chile escondido. Corresponde que se hagan cargo ustedes mismos, los medios hegemónicos de comunicación, de haber sido el motor que vehiculizó las decenas de teorías absolutamente desligadas de la realidad y de cualquier evidencia probatoria. Corresponde que se hagan cargo y pidan un sincero y sentido perdón a toda la comunidad, los que dijeron que a Santiago lo levantó una camioneta en otra provincia, que lo vieron unos vecinos, que fue atendido herido por dos médicas, que apareció en una foto, que atacó a un diariero días después de haber desaparecido, o que hay un barrio en Gualeguaychú (Entre Ríos) donde todos se parecen a él.

Corresponde que ustedes pidan perdón. A la familia de Santiago, a la ciudadanía que se movilizó por su paradero y que mañana volverá a copar las plazas del país dando un grito unificado de justicia. Corresponde que nos pidan perdón ustedes, empresarios de la palabra, por tomarnos de imbéciles una vez más. Por creerse que iba a ser fácil convencernos de que no es responsabilidad del Estado el hecho de que un joven haya desaparecido tras la acción represiva de la gendarmería, mancillado por las opiniones livianas de la Ministra de Seguridad, muerto y relegado a una oración de compromiso en los discursos presidenciales y a una llamada telefónica con las condolencias más hipócritas que haya tenido que atender la familia Maldonado.
Corresponde que sean ustedes los que busquen la redención de tan infame papel que han elegido desempeñar. 

De nuestra parte, hay una sola cosa que podemos asegurarles: no van a encontrar el perdón en la marcha de la memoria, en la búsqueda de la verdad, ni en nuestro incansable afán de justicia.

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