Oveja Negra

OTRO DOCUMENTO, PULPERO


13 de octubre de 2021

Oveja Negra

Columna de Braian San Martín

Por Braian San Martin

En 1812, durante el Éxodo Jujeño, Belgrano ordenó deshabitar San Salvador de Jujuy y llevarse los archivos del Cabildo. Los papeles terminaron en Tucumán para ser conservados ante el avance realista.

Luego, cuando los jujeños pudieron regresar a su provincia, nadie se acordó de los documentos.

Unos años más tarde, algunos diputados del Congreso de Tucumán, descubrieron que los pulperos usaban los documentos jujeños para envolver los productos que vendían.

Los encargados de rescatar esos legajos fueron Esteban Gascón y Tomás de Anchorena. Lograron recuperar algunos, pero muchos se perdieron.

En febrero 1878, en Jujuy, las elecciones terminaron a los tiros y con muertos. El mismo día de la votación, el comisario Martin Torino asumió el poder. No era una sorpresa las catorce muertes, algo común. Lo insólito era que, Torino, flamante gobernador de Jujuy, era salteño.

Martin Torino se desempeñó en su cargo con un gran fundamentalismo salteño: hizo renunciar a todos los funcionarios jujeños (ministros, intendentes, jefes de policía, jueces y diputados) y los reemplazó por salteños y bolivianos.

Uno sospecha que esto no les gustó mucho a los jujeños. Por eso, los jóvenes de las familias más importantes prepararon una revolución. Pero alguien los delató y los jujeños fueron derrotados en mayo de 1879, antes de accionar.

A los jóvenes, cuando se dirigían a tomar la Casa de Gobierno y la comisaria, fueron recibidos por una lluvia de balas.

Torino decidió castigarlos, haciendo que todos los hijos de las familias acomodadas trabajen barriendo la plaza principal de San Salvador, pintando el Cabildo, lustrándoles los zapatos a los funcionarios y limpiando las letrinas de las oficinas públicas.

Las familias patricias jujeñas, heridas en su orgullo, prepararon una segunda revolución.  El único problema era de donde sacaban las armas, hasta que un enemigo salteño de Torino, aprovechando la ocasión de vengarse, les envió ciento treinta fusiles Remington y cien carabinas.

Y comenzó la revolución, nomás.

Torino le ordenó a los salteños que se encerraran en el Cabildo y resistieran la embestida. Mientras tanto, él partía a Perico y regresaba con refuerzos. Los jujeños sitiaron el lugar, mientras los salteños resistían hasta que regresara su jefe con ayuda.

Los jujeños incendiaron el Cabildo, tomaron a todos prisioneros y los deportaron. Un nuevo éxodo, pero de salteños.

Torino jamás regresó.

Debido al incendio del Cabildo, se quemó gran parte de los archivos de la provincia.

Entre el Éxodo de 1812 y la revolución contra Torino de 1879, la provincia de Jujuy perdió una gran cantidad de envoltorios para el vino.

 

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