Oveja Negra

MUJERES Y EL TRABAJO NO REMUNERADO: VISIBILIZAR LO INVISIBLE


16 de mayo de 2022

Oveja Negra

Nota de opinión de Heidi Raimondo

Por Heidi Raimondo

Actualmente las mujeres se encuentran entre la participación en la producción económicamente remunerada – para algunas – y el trabajo para garantizar la reproducción social de los miembros del hogar. En la primera, los espacios para ellas claramente aún son restringidos y discriminatorios, y en la segunda, el trabajo es dificultoso, no reconocido, pero se acompaña de legitimidad social.

Teniendo en cuenta a Elson (1995) quien sostiene que “Tenemos dos economías: una economía en la que las personas reciben un salario por producir cosas que se venden en los mercados o que se financian a través de impuestos, es decir la economía de los bienes, la que todo el mundo considera “la economía” propiamente dicha, y por otro lado tenemos la economía oculta, invisible, la “economía del cuidado”.

De manera que la discrepancia radica en que el trabajo que se realiza en la segunda no es remunerado, no se contabiliza y, sobre todo, es realizado principalmente por las mujeres, esto sucede tanto a nivel mundial como nacional, sin distinción de edad o etnia.

Las necesarias interrelaciones entre ambas economías hacen que medidas de política en la esfera macroeconómica tengan efectos en la esfera microeconómica y al mismo tiempo, las relaciones sociales en la esfera microeconómica, condicionen la respuesta de la población a las medidas de carácter macro. Ante ello, las relaciones entre mujeres y hombres, de diferentes edades y con intereses diversos, explicará el comportamiento social que es posible prever o los efectos diferenciados que las políticas macro pueden llegar a generar (Campillo 2000).

La división sexual del trabajo: una herencia cultural-ideológica

Es de suma importancia recalcar que la división sexual del trabajo que se practica en la mayoría de las sociedades y ya desde sus inicios, con el fin de tratar de conseguir un rendimiento más amplio en la producción y reproducción, se fue convirtiendo al pasar de los años en una herencia cultural-ideológica, entendida como división de subordinación y como un hecho natural.

 

Los estudios y debates de las mujeres sobre la división sexual del trabajo estimada como el eje de la subordinación de género, han llamado la atención sobre tres elementos característicos del trabajo doméstico: su invisibilidad, su no contabilidad y su no remuneración, todos los cuales tienen relación entre sí.

La invisibilidad está relacionada con la apreciación de las actividades del hogar como la expresión “natural”, por extensión, de las funciones reproductivas femeninas. La ideología patriarcal logró legitimar en los roles de las mujeres, consideradas ante todo madres o productoras biológicas que procrean, dan a luz y amamantan, todas las actividades de cuidado de los miembros del hogar y su reproducción social (Campillo 2000).

La no contabilidad según Campillo (2000) tiene que ver con lo anterior y con la consideración de que lo que no produce riqueza, no se registra como un proceso económico, por lo que la no remuneración se deriva de las dos anteriores, pero esencialmente tiene que ver con la creación de identidades de género basadas en la actual división del trabajo: hombre productor, mujer reproductora.

Ante lo anteriormente expuesto, la división sexual del trabajo se transforma así claramente en una división de géneros, por ende, dicho sistema sexo-género organiza a la sociedad en torno a la división funcional de los sexos y así los sujetos sociales viven de tal modo su experiencia (Saffioti 1992).

Sin embargo, ¿Qué sucede en esta etapa post- industrial? Lo que ocurre es que cada vez son más las mujeres que tienen que entrar en el mundo del empleo remunerado para sobrevivir o para la supervivencia de la familia, si bien se abren oportunidades, tanto en el ámbito público como privado no hay igualdad de condiciones, y dicha desigualdad marca la continuidad patriarcal presente en la división sexual del trabajo doméstico y salarial.

Impacto del trabajo doméstico no remunerado en manos de las mujeres

Mantener el trabajo doméstico no remunerado en manos de las mujeres, tiene efectos que se relacionan con subsidios a la producción para el mercado, oportunidades diferenciadas por género en el mercado laboral y los ingresos, la orientación y la forma de organización de los servicios sociales, el ocultamiento de algunos tipos de trabajo productivo y el mantenimiento de rígidos conceptos de trabajo y empleo (Bonaccorsi 1999).

Las tareas domésticas inclinan la balanza desfavorablemente en el acceso de las mujeres al mercado de trabajo, según la CEPAL, “mientras el nivel de participación en el mercado laboral de los hombres que son jefes de hogar fluctúa entre 80% y 90%, el de las mujeres es de 40% a 60%, en las zonas urbanas” (CEPAL 1995).

Los sesgos de género en las oportunidades laborales se han hecho más agudos en los últimos años en los que las crisis económicas y los cambios sociales han generado un aumento significativo de los hogares del mundo en los que la única responsabilidad en su conducción económica la tienen las mujeres.

El trabajo no remunerado en Argentina

En Argentina, la Dirección de Economía, Igualdad y Género presentó en 2020 un informe donde se detalla que las mujeres aportan diariamente 96 millones de horas a criar, planchar, cocinar, limpiar, cuidar, sin recibir nada a cambio. Además, argumenta que si todo ello se pudiera monetizar representaría un total de $ 3.027.433 millones de pesos al año. Para tener dimensión de lo que esa cifra significa, el informe precisa que la industria aporta $3.324.163 millones al PBI, y el sector del comercio, $3.267.584 millones. "Es decir, las mujeres aportan 3 veces más al PBI en el sector con mayor relevancia y más invisibilizado de toda la economía nacional”. A las tareas tradicionales de cuidado el contexto de pandemia sumó las de apoyo escolar y asistencia a familiares con covid.19 que también han recaído centralmente en las mujeres 1

Conforme al informe “Esta distribución asimétrica contribuye a explicar que su participación en el mercado laboral sea más baja que la de los varones. También incide en que tengan trabajos más precarios, que implican a su vez una mayor desprotección social, por ejemplo, no tener acceso a una obra social y, en un futuro, tener una mayor dificultad para acceder a una jubilación por no tener aportes. Por lo que las mujeres presentan mayores niveles de desocupación, ganan menos y, por consiguiente, son más pobres. En este sentido, es imprescindible entender que las condiciones del trabajo remunerado están estrechamente ligadas a cómo se resuelven las tareas no remuneradas”2.

Palabras finales

La demostración interdependiente de la relación del trabajo doméstico no remunerado con la dinámica de la economía productiva y su condición de fuente de inequidad entre los géneros, se hace obvio que cualquier paradigma de desarrollo humano que se pretenda, equitativo y sostenible, debe incluir el tema de modificaciones sustantivas al reconocimiento y tratamiento de la economía de la reproducción social y el cuidado de las personas, entre otras actividades.

Es imprescindible manifestar que la relación con propósitos de equidad y derechos son ineludibles en el contexto actual, y que reconocer y retribuir el trabajo a quien lo realiza está consignado en todas las cartas y documentos sobre derechos humanos aprobadas a nivel internacional 3.

Solo en la medida en que el trabajo doméstico, sea valorado y visibilizado como trabajo en la misma medida que el asalariado se podrá hablar no sólo de equidad, sino también de justicia social con respecto a la distribución de ambos, y por consiguiente la discriminación por cuestión de género tendería a desaparecer.

En este contexto, se precisa así de un nuevo paradigma de desarrollo que promueva y aliente la igualdad y la equidad entre los géneros donde además se debería inducir, los derechos fundamentales conquistados por las mujeres en las últimas décadas.

Bibliografía

Bonaccorsi Nélida “El trabajo femenino en su doble dimensión: doméstico y asalariado”, La Alijaba, vol. IV, 1999, Universidad Nacional de Lujan, Santa Rosa, Argentina.

Campillo, Fabiola “El trabajo doméstico no remunerado en la economía” Nómadas (Col), núm. 12, 2000, pp. 98-115 Universidad Central Bogotá, Colombia.

ELSON, Diane, “From survival strategies to transformation strategies: Women’s needs and structural adjustment”, en: Benería, Lourdes; Feldman Shelley (ed.) Unequal burden. Economic crises, persistent poverty, and women’s work, Westview Press, USA, 1992, 278 p.

Saffioti, Heleieth. 1992. Emprego Doméstico e Capitalismo. Petrópolis: Vozes

1 https://www.uncuyo.edu.ar/planificacion/la-economia-invisible-trabajo-domestico-no-remunerado

2 https://elpais.com/sociedad/2020-09-10/el-trabajo-no-remunerado-en-argentina-equivale-al-159-del-pib.html

3 Cabe destacar que los derechos económicos han pasado a ser considerados derechos centrales tanto en las declaraciones que emergen de la Conferencia de Derechos Humanos en Viena (1993) como de la Cumbre Social realizada en Copenhague (1995).

 

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