Oveja Negra

Los sinvergüenzas


23 de septiembre de 2023

Oveja Negra

“Sin empresas no hay país” dijo en un comunicado la Asociación Empresaria Argentina (AEA) que nuclea a los principales grupos económicos que se apropian de la riqueza del país. A ninguno de los millonarios que la integran se le cayó la cara de vergüenza.

Por Fernando Gómez*

El 12 de noviembre de 2022 un avión privado marca Gulfstream G450 matrícula LV-KEB partió desde Bahamas con destino al aeropuerto de San Fernando. El vuelo tuvo rebote mediático porque en Estados Unidos sospechaban que se trasladaba en su interior un jóven empresario llamado Sam Bankman-Fried que andaba por la vida prófugo por el último derrumbe y estafa masiva de una empresa de criptomonedas.

El mediático y circunstancial prófugo de la Justicia yanqui no estaba a bordel del avión que partió de Nasau, y la noticia desapareció de los medios. El escándalo internacional sacó del radar el tema del avión, y la cuestión se evaporó de la agenda mediática.

El  verdadero escándalo, el que a ésta altura de la historia no sorprende en lo más mínimo, es que el vuelo era de la empresa Emes Air SA, perteneciente al grupo económico de Marcelo Mindlin.

Mindlin, junto a Galperín y Elsztein fueron identificados en Paradise Papers como titulares de empresas offshore, ocupa el primer lugar en el ranking de empresarios que fugaron capitales durante los años de Mauricio Macri. En cuatro años se llevó a paraísos fiscales 1.600 millones de dólares. En tiempo libre es bastante holgado, le permite estar rankeado en la Asociación Argentina de Golf, disputar torneos frecuentes en nordelta y tener handicap 10.

Su trabajo sería hacer negocios, acumular unidades empresarias en su grupo económico, y maximizar la rentabilidad de sus empresas, que producen riqueza por el esfuerzo y el sacrificio de sus trabajadores.

Ni sus vuelos a Bahamas, donde tiene una propiedad muy cerca de otra propiedad de Joe Lewis, el ocupa de Lago Escondido, ni su top 1 de fugadores de capitales, ni sus cuentas en paraísos fiscales, ni sus extendidas jornadas de golf, le impidieron vincularse activamente con el conjunto de las fuerzas políticas de la Argentina, al punto de maximizar negocios en cada oportunidad en que la gestión del Estado salta de un costado al otro de la grieta.

Una de sus empresas asociadas a Techint, cobró para construir el gasoducto que demandó una inversión para el montaje y construcción 1.800 millones de dólares. Pampa Energía, su empresa líder del holding que conduce, integra junto a Techint y PAE el top 3 de las empresas que se benefician con la construcción que pagó el Estado Nacional, dado que inyectarán la mayoría del gas que se transportará en el gasoducto.

Pampa Energía también logró hacer pie en el negocio de la “operación y mantenimiento” del GPNK. Con TGS -cuyo manejo comparte con el grupo Sielecki-, Mindlin le ganó la pulseada a TGN, la otra transportada de gas controlada por Techint, y se quedó con el manejo operativo del nuevo gasoducto por un período de diez años.

El grupo Techint, de Paolo Rocca, tiene su domicilio en Luxemburgo, un paraíso fiscal menos ostensible que el que tenía antes de 2011 en Islas Caimán.

Paolo Rocca cultiva un perfil bajo, es propietario de unos pocos trajes y usa sencillas corbatas que disimulan su riqueza. Se aparta de los estándares vulgares de la enorme mayoría de empresarios que coleccionan autos de lujo o antiguos como Pérez Companc, o los fanáticos de esquiar en Aspen, Estados Unidos, o que no le alcanzan los dedos de la mano para contar sus propiedades en Miami. Y aún así, es una de las principales riquezas nacionales, ostenta una rentabilidad record en nuestro país desde hace décadas, fuga capitales y es un pacman de la riqueza nacional que no termina jamás en reflejarse en las condiciones de vida de la Patria que edificó la empresa que lo transformó en actor monopólico del acero.

En el medio de la pandemia, donde muchos se quedaban sin laburo, durante la sequía, donde decían que había que hacer sacrificios y ahora con la excusa de la guerra, para prolongar el rastro de la miseria con un ramillete de justificaciones, a Paolo no le alcanzó una sóla bala. Ternium (ex Siderar del Grupo Techint), tuvo un nivel de rentabilidad de 41,2% en 2021, 16,6% en 2022 y 30,3% en el primer semestre de 2023, cuando en el período 2015-2020 había promediado el 12,8%

Galperín es un jetón. Multimillonario que odia al país, y otea su billetara desde la orilla uruguaya. De boca floja mientras se sienta seguro en sus mansiones. Fabricante de una historia de sacrificios de la que no puede dar cuenta desde el mismo momento de haber nacido en la cuna de una familia explotadora del cuero, monopolítica en su gestión y que le facilitó una serie de garages de un edificio propiedad de la familia para que consolidara una posición monopólica acordada con Amazon y bendecida por el Estado Nacional.

Eurnekian, con su emprendimiento colgado de la teta del Estado, Aeropuertos Argentina 2000, registró utilidades netas que representaron el 36,3% y el 28,3% de su facturación en 2022 y el primer semestre de 2023 que superan el promedio del período 2015-2020 (13,7%).

Arcor y Molinos Río de la Plata registraron un margen de ganancia en torno al 10-15% durante el año pasado y en lo que va del presente. Se trata de niveles muy superiores a los registros del período 2015-2017 (2,7% y 0,9%) y a las pérdidas contables que declararon durante la crisis que tuvo lugar en el bienio 2018-2019. Ambas empresas son el reflejo directo de los índices inflacionarios. La guita de tu bolsillo se la comen más rápido que vos sus productos.

Funes de Rioja es abogado, jamás prendió una máquina en su vida, siquiera se habrá ensuciado abriendo la puerta de una fábrica, y es el presidente de la COPAL, número fuerte de la Unión Industrial Argentina. Madanes Quintanilla anda feliz con su posición monopólica en el mercado, tal y como andaba Amalita con Loma Negra, o Jorge Brito con el festival de Leliq hasta que falleció en plena pandemia, cuando sobrevolaba Salta con su helicóptero privado, mientras detenían pibes por ir a tomarse una birra con sus amigos en la esquina.

Estos son algunos nombres de la clase empresaria argentina, gente que si hace algún esfuerzo, será apenas para cagar, o hasta quizás disfruten de un dispositivo desconocido que le facilite evitar hacer algún tipo de esfuerzo físcio. Son los primeros que vaticinan crisis, quizás porque la generen, y claman luego que son ellos los únicos que nos pueden sacar adelante.

Son los miserables, los personajes indispensables para condenar a una gran mayoría a vivir un destino de miseria planificada.

 

Los caraduras

“Sin empresas no hay país” sostuvo en un comunicado de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) que nuclea a los principales grupos económicos que operan en el país. Los vicepresidentes de AEA son Luis Pagani (Arcor), Paolo Rocca (Techint), Héctor Magnetto (Grupo Clarín), Sebastián Bagó (Laboratorios Bagó), Carlos Miguens (Grupo Miguens), Alfredo Coto (Supermercados Coto), Cristiana Ratazzi (Grupo Modena), Federico Braun (La Anónima) y Luis Pérez Companc (Grupo Pérez Companc).

Se pararon en medio de la campaña electoral, después de haber acumulado millones de pesos en sus balances y dólares en guaridas extranjeras durante los últimos cuatro años en la que nuestro Pueblo la pasó para la mierda, y pretendieron dar lecciones sobre la importancia de tenerlos en cuenta para diseñar el futuro del país.

Se habrán cagado de risa mientras escribían los documentos llenos de palabras vacías, mientras lo giraban a los empresarios dueños de los grupos económicos de la comunicación, para que lo divulgaran y con ello, lograr un susurro estruendoso que siguiera cautivando la atención de una clase política que se desvive por representar a ese puñado de multimillonarios.

No hace falta detenerse mucho en los comunicados, las zonzeras que dicen públicamente no merecen reparar en sus argumentos. Es mucho más importante lo que terminan acordando en un carro de golf, en una mansión en Miami o en un vuelo privado a algún paraíso fiscal.

Eliminar trabas burocráticas. Estimular un clima de confianza. Establecer reglas de juego claras. Mejorar la competitividad. Apostar por la innovación. Profundizar el saneamiento de las cuentas. Promover una fiscalidad eficiente. Proporcionar incentivos adecuados. Fomentar la colaboración público-privada. Impulsar el diálogo social. Fortalecer consensos amplios. Generar riqueza, crear puestos de trabajo y liderar el futuro. Cualquiera de estas frases hechas se repite desde Davos hasta los foros de convergencia empresarial, pasado por la AmCham o el Council of América. En los lobbys de los hoteles, cocinan una realidad espantosa para la vida de las mayorías.

 

No pagan un sope

Son los reyes de la elusión fiscal, los capos del contrabando y especialistas en evadir impuestos. “Según la Ley de Presupuesto de 2023, se estima que el gasto tributario en Argentina es del 4,9 % del PBI o, dicho de otro modo, equivale al 21% de la recaudación proyectada. Es decir, este es el valor de todo lo que no se recauda debido a las exenciones permitidas en la ley. A eso se le llama elusión fiscal, que nada tiene que ver con la evasión fiscal. Lo primero está permitido legalmente y lo segundo es lo que se hace ilegalmente para no pagar (que en Argentina se estima que es la mitad de lo que actualmente se recauda)” señala un reciente informe del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG).

En relación a la elusión tributaria, un dato habla por sí solo: en Argentina, una gran empresa que gana 100 pesos de beneficios debería pagar entre 25 y 35 pesos y, sin embargo, gracias a las exenciones, en promedio acaba pagando únicamente entre 4 y 5 pesos. Es decir, pagar un tipo efectivo real muy inferior al tipo legal. 

En el informe de la CELAG la enumeración de los beneficios fiscales que reciben los grupos económicos es escandaloso. Sostienen que:

  • El régimen de promoción de la actividad minera, que favorece a algunas empresas del sector que ya son extraordinariamente rentables. Los privilegios otorgados por este régimen están garantizados actualmente durante 30 años por el régimen de estabilidad fiscal comprometido con las inversiones mineras, pero las reformas podrían implementarse para nuevas concesiones o, en su caso, procurar una vía legal para modificar lo ya existente. Se estima que por este régimen de promoción el Estado dejará de recaudar el equivalente al 0,04 % del PIB.
  • Las deducciones permitidas por la contratación de seguros de vida que en 2023 sumarían 9.946 millones de pesos (0,01 % del PIB). 
  • La deducción de las empresas por pagos de intangibles (regalías, intereses, derechos de uso de software, señales televisivas y similares, etc.) a beneficiarios del exterior con domicilio fiscal en países no cooperantes y/o de baja o nula tributación.
  • La reducción de las alícuotas sobre dividendos a los accionistas y a los ADR (certificados de depósitos de acciones argentinas que cotizan en mercados internacionales) en el impuesto a las ganancias. 
  • La posibilidad de deducir hasta el 5 % del ingreso en la declaración de impuesto a las ganancias por donaciones, sin límites máximos.  
  • La reducción de la alícuota para bienes y participaciones societarias en el impuesto sobre los Bienes Personales, en lugar de aplicar la escala general.  

 

Los bancos levantan 62.000 millones de pesos por día. 6 Jubilaciones mínimas por segundo. Todo por los intereses de las Leliq, ese “instrumento de política monetaria” que no es otra cosa que el producto de una extorsión de los Bancos al Estado para no provocar una crisis que involucre tensión cambiaria, retiro de depósitos y eventual caída del sistema bancario.

El Plan Gas le sostiene el precio en dólares a los grupos económicos que operan las cuencas gasíferas de nuestro país. Las mineras declaran bajo juramento lo que se llevan, contrabandean y fugan capitales. Su puja es por hacerlo legamente para evitar otros gastos.

En los puertos de Vicentín se contrabandea cocaína con destino a Europa. Rosario es un hervidero porque opera un puerto de intercambio que permite destinar envainados envíos al extranjero, y los que operan cobran con mercadería, que luego operan en los barrios periféricos de la ciudad.

El HSBC fue multado en Estados Unidos por lavar plata del narcotráfico.

Caputo, el hermano del alma de Macri, consolidó una posición monopolica en el ensamble de celulares, pagando 1 dólar por la empresa de la competencia, y declarandolo legalmente, sin ser objeto de investigación alguna.

Manzano pasó de trabajar en el Estado a ser propietario de un pulpo de inversión que acumula millones de dólares abrazado a los recursos del Estado Nacional como gatito con hambre a la teta de su madre.

“Son las empresas las que, a pesar de los altibajos de la economía, han invertido en el país durante décadas. Son las empresas las principales generadoras de empleo para los argentinos. Son las empresas las que producen bienes y servicios que abastecen el mercado interno y exportan al resto del mundo, generando divisas para el país. Son las empresas las que, junto con los ciudadanos, con sus impuestos, sostienen el funcionamiento del Estado. Sin empresas no hay país” dijo la banda de los empresarios de AEA, ratificada por el Foro de Convergencia Empresarial y todas las cámaras que los nuclean.

Lo insólito es que la clase política corra a contener sus necesidades, sus aspiraciones económicas y transite la aspiración de sobrerepresentar los intereses de una minoría despreciable, responsable de apropiarse de la riqueza de un país.

El desierto ideológico que atraviesa a las fuerzas políticas, alimenta los susurros estruendosos de una clase empresaria que habla poco, pero se queda con demasiado. La subordinación de las políticas públicas y de los recursos reales del Estado es tan hegemónica, que transforma al sector público como responsable de las consecuencias de sus negocios.

El gasoducto Néstor Kirchner es un gran ejemplo de ello. Lo que va a separar de una gran obra financiada por el Estado Nacional de mejoras visibles en la vida cotidiana de la mayoría de los argentinos, es la necesidad de materializar negocios por los grupos económicos. Tarifas en dólares, destino de exportación y gas caro para industrias y hogares será consecuencia del plan de negocios trazado por las empresas sobre los recursos y esfuerzos del Estado.

Superar el desierto ideológico, implica recuperar el sendero de un proyecto nacional. Hablar del Estado, no es repetir la palabra derechos, importa pensar la planificación federal y estratégica que permita diseñar el aprovechamiento de las riquezas que hacen de nuestro país, una Nación con destino de grandeza y que permita asegurar un horizonte de felicidad a las mayorías populares.

Algo demasiado grande para producir en campaña, y menos si terminamos pensando en convocar a ésta banda para que exporte todo lo posible, con el objetivo de pagarle hasta la última gota de sacrificios al FMI.

Y ahí si, tras 40 años en el desierto ideológico, ser libres.

 


 

Fernando Gómez es director de Oveja Negra. Vicepresidente de la Federación de Diarios y Comunicadores de la República Argentina (FADICCRA). Ex Director de la Revista Oveja Negra. Militante peronista. Abogado.

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