Oveja Negra

LOS ERRORES SON HUMANOS, LOS HORRORES SON MACRISTAS


10 de junio de 2019

Oveja Negra

Columna de opinión del Padre Eduardo de la Serna, sacerdote del Grupo de Curas en la Opción por los Pobres

Por Eduardo de la Serna

 

Después de escuchar reiteradas veces que el gobierno “me ha defraudado”, que “no esperaba” o que sencillamente “me equivoqué” (sobre lo que ya escribí), también hay que señalar a quienes afirman que el gobierno “fracasó”. Que fracasó con la inflación, que fracasó con la economía, que fracasó con esto o con lo otro. Y en lo personal quiero manifestar mi total desacuerdo con esta expresión.

 
Un fracaso es un yerro. Errar un camino, una fórmula o receta, o incluso una propuesta. Y errar es humano, como bien se dice. Todos hemos errado una y mil veces. En lo personal no estoy de acuerdo ni un poquito así que el gobierno haya fracasado. Estoy convencido que esto es lo que vino a hacer (y lo que quisiera seguir haciendo si tuviera la oportunidad). Si fuera una equivocación – que las hay – solo basta con tomar conciencia de ello y rectificar el rumbo. Nada de eso hace este gobierno. Solo seguir e insistir el camino. El mismo. El único. Esto vino a hacer: a modificar la distribución del ingreso en favor de los ricos, a alentar el individualismo hasta su máxima expresión (emprendedurismo y meritocracia), a entregar la libertad al imperio, a vaciar el poder judicial de todo atisbo de justicia, los medios de comunicación de todo resabio de verdad, los sindicatos de la dignidad, y la patria…. de patria (y dejemos la poli-corrupción que parece no existir porque no lleva letra “K”). Precisamente.
 
Es cierto que, en todo caso, se evaluará la mayor capacidad de unos u otros para llevar adelante una propuesta. En el caso de la dupla presidencial, ¡ninguna!, evidentemente capacidad ninguna; pero las políticas no las manejan ellos, no cabe duda. Y la entrega de pies y manos atadas al FMI es un indicio claro de esto, la renuncia a todo juicio internacional de dignidad, el sometimiento de la libertad, y la complicidad con lo peor del mundo (al cual afirman estar “abiertos”) resulta patético. En los últimos días Macri se sacó fotos con Bolsonaro, con Pichetto, con Iván Duque, que engrosan sus álbumes con daguerrotipos con Trump, Álvaro Uribe, Piñera, el “querido rey”, Vargas Llosa, Aznar. Las malas lenguas dicen que espera las futuras con Berlusconi, Marine Le Pen y Salinas de Gortari maldiciendo la suerte de no haber llegado a tiempo para fotografiarse con Reagan, Tatcher y – dicen – hasta con un generalísimo español que resiste su mudanza post-mortem.
 
Un gobierno que ha entregado el manejo de la economía al FMI, de las relaciones internacionales a los EEUU, la seguridad interior (y exterior, que para ellos es lo mismo) a los mismos EEUU y al Estado de Israel, y la publicidad interior a un grupo empresario y una banda de trolls, difícilmente puede afirmarse que fracasó. Fracasar, fracasaremos “nosotros”, los “demás”, si no podemos reconstruir la patria de las cenizas una vez más (y, una vez empezado, intentar ilustrar al soberano que mirar la política nacional desde su propio ombligo es bastante contraproducente). O, quizás, pensar seriamente en el voto calificado: no puede ser que aquellos de los que su vida depende de un gobierno, o su muerte, su esperanza o su fracaso, no puede ser que su voto valga lo mismo que los que aquellos que se enojan porque no pueden viajar a Punta del Este cuando tienen ganas. Casi dan ganas de pedir que voten allí, pero los hermanos uruguayos no lo merecen.
 
En suma, creo que el gobierno no ha fracasado. Creer que es así es creer que son humanos (y son “bien” inhumanos, sin duda alguna) y que tienen buena voluntad, algo que no ha caracterizado ni una sola medida de este gobierno. Sólo queda, como los presos, marcar en la pared, o en un papel, los días que faltan para que termine nuestro fracaso.

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