Oveja Negra

LAS CONQUISTAS NO SERÁN TRANSMITIDAS


12 de noviembre de 2017

Oveja Negra

Por Fernando Gómez*


La historia escrita por vencedores contará que, en apenas una semana, Mauricio Macri lanzaba su Gran Ajuste Nacional en presencia de una clase política domesticada. Anunciaba que avanzará sobre sindicatos, derechos y salarios ante la mirada desconcertada de dirigentes gremiales más acostumbrados a la negociación, que a la lucha. La justicia, comprendida como valor democrático, escribía su epitafio en los pasillos de Comodoro Py con la detención de dirigentes opositores.

Entre tanto estruendo y alboroto de los poderosos, una victoria de los trabajadores resulta imperceptible, como el silencio del ruido blanco.

El jueves primero de noviembre, seis trabajadores de prensa de la Editorial Perfil que dirige Jorge Fontevecchia fueron absueltos tras cuatro años de persecución patronal y judicial. Cinco de ellos, integrantes de la comisión gremial interna afiliada al Sindicato de Prensa de Buenos Aires.

Los hechos

El 20 de Diciembre de 2013, tras un conflicto extendido por más de dos meses, y en medio de un paro total de actividades, los periodistas de la Editorial Perfil llevaron adelante, junto a los trabajadores gráficos, una prolongada asamblea en la planta de impresión que -según la empresa- generó demoras en la salida del semanario Perfil y la Revista Noticias.

Aquel conflicto había nacido tras una serie de despidos efectuados por Jorge Fontevecchia el mismo día en que se llevaba adelante la elección de la comisión gremial interna, entre ellos, a integrantes de la junta electoral protegidos con fueros gremiales, tal como lo consagra la ley 23.551.

La Justicia laboral, por aquel entonces, había ordenado la reincorporación de los despedidos a través de un recurso de amparo, se habían clausurado dos instancias de negociación ante el Ministerio de Trabajo por la voluntad decidida de Jorge Fontevecchia de negarse a cumplir con los fallos judiciales que le eran adversos, y con la firme decisión de seguir avanzando en su habitual ataque contra el estatuto profesional del periodista (consagrado en ley 12.908).

Aquella calurosa noche, la Editorial Perfil comenzó a escribir un nuevo capítulo en la historia de las empresas periodísticas para perseguir a sus trabajadores. Tomó la decisión de criminalizar la acción gremial, denunciando penalmente a su comisión interna por haber cometido el delito previsto y penado en el art. 161 del Código Penal.

Libertad de prensa vs. libertad de empresa

La norma desempolvada por Fontevecchia, es el único artículo del Código Penal que intenta proteger la libertad de prensa. Incluida en el proyecto original de 1917, sancionado en ley en 1921 y entrado en vigencia en 1922. La redacción del artículo jamás fue modificada en cien años de historia, como si la prensa, y sus amenazas, se mantuvieran incólumes desde entonces.

Paradójicamente, aquella norma que intentaba castigar al más poderoso que atacara la libre circulación de una idea por la prensa del más débil, fue utilizada por la Editorial Perfil para disciplinar la organización gremial de sus trabajadores.

Es habitual que las grandes corporaciones de la comunicación escondan detrás de la defensa a la libertad de expresión, la protección de un concepto absolutamente antagónico, la libertad de sus empresas de enriquecerse a expensas de todas y todos.

Jorge Fontevecchia ha sido un precursor en esta clase de maniobras judiciales encubiertas. Ha cuestionado la distribución de la pauta publicitaria oficial, escondido en la Convención Americana de Derechos Humanos que se cansa de violentar cuando no le sirve. 

Sin embargo, jamás defendió la libertad de prensa de su propia empresa periodística, cuando por presiones del Diario Clarín a las firmas que anunciaban en ambos periódicos, tuvo que cerrar su diario. Por solidaridad corporativa, una amable denominación al silencio de los mafiosos, decidió ajustar la economía de la empresa despidiendo a sus trabajadores y atacando judicialmente el Estatuto del Periodista. Una suerte de libre ejercicio del derecho del lobo, a comerse el cordero.

Vale recordar, que en los fundamentos mismos de aquel estatuto profesional sancionado con fuerza de ley en 1946, el entonces Coronel Perón enfatizaba “No creemos haber hecho otra cosa que un acto de justicia (…) el panorama social que ofrecía la prensa mostraba el contraste tremendo entre unas empresas demasiado ricas con periodistas demasiado pobres”.

La prensa moderna, expresada hegemónicamente en un mapa cada vez más concentrado de medios, ha tergiversado el sentido de la libertad de expresión, y su consecuente ejercicio efectivo a través de la libertad de prensa, en un largo peregrinar para defender sus intereses corporativos. La libertad de empresa que defienden, resulta antagónica al adecuado ejercicio de la libertad de expresión.

Así lo ha sostenido la Organización de los Estados Americanos al señalar en su declaración de principios “Los monopolios u oligopolios en la propiedad y control de los medios de comunicación deben estar sujetos a leyes antimonopólicas por cuanto conspiran contra la democracia al restringir la pluralidad y diversidad que asegura el pleno ejercicio del derecho a la información de los ciudadanos.”

La victoria silenciosa

Cuatro años de persecución judicial sobre los trabajadores de prensa de la Editorial Perfil, en una querella clandestina edificada por Jorge Fontevecchia, con el patrocinio jurídico de un Fiscal que sostuvo sus pretensiones de condena hasta el último aliento, testimonian un cambio de época en la Justicia Argentina, que pasó de ordenar la falta de mérito de los trabajadores imputados a procesarlos días después de la victoria de Mauricio Macri en el año 2015.

La sentencia absolutoria dictada por el Juez Walter Candela, constituye una victoria silenciosa de los trabajadores de prensa.

Un juicio iniciado el día que Mauricio Macri sentenciaba que sobran sindicatos, que es necesario terminar con la mafia de la industria del juicio laboral, y que el salario es un costo para las empresas. Una absolución conquistada el mismo día que Clarín, La Nación y Perfil, por intermedio de la Asociación de Empresas Periodísticas Argentinas (ADEPA) exigía al juez que condene a los trabajadores, cristalizan la magnitud de la conquista obtenida por los trabajadores de prensa.

Un fallo que protege la organización y el derecho a la protesta gremial, una sentencia que marca que la militancia no se condena. Una victoria que abre una pequeña luz de esperanza, para los que aún se aferran de las convicciones como motor vital en este tiempo oscuro sembrado sobre nuestra Patria, de que la Justicia, y mucho menos los trabajadores, son un perro para que los corran con un diario.


*Director del Colectivo de Medios Oveja Negra

** Nota publicada en la revista CONTRAEDITORIAL (www.facebook.com/contraeditor)

 

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