Oveja Negra

La reforma laboral y la maldición de Casandra


17 de octubre de 2017

Oveja Negra

Por Cristian Arroyo*

Hay momentos históricos en que la realidad ya viene subtitulada.

Durante años, empresarios como Cristiano Rattazzi vienen diciendo que los salarios en Argentina son demasiado altos.

No lo dicen entre cuatro paredes o bajo secreto. Lo dice en la televisión, salió en los diarios, todavía se puede encontrar en internet con solo poner en un buscador “Rattazzi salario competitividad”.

El presidente dijo que el salario es un costo más y sus votantes lo vieron una y otra vez en las pantallas televisivas.

Los formadores de opinión dicen que si no precarizamos las condiciones laborales, siguiendo a Brasil, no vamos a poder competir en el Mercosur.

Insisto, todo esto a la vista de las víctimas. Y sin embargo, una parte de la sociedad parece estar dispuesta a ajustar la soga en su propio cuello, tal vez pensando que sean otros los que sufran las consecuencias que no pueden desconocer o quizás viendo algo que claramente nosotros no podemos entender.

En los diarios que los invitan a votar a sus verdugos los trabajadores pueden informarse que para los empresarios más ricos del país el salario mínimo de 505 dólares es demasiado alto, con respecto a los 300 dólares de Brasil y 435 de Chile o 125 de México.

Se escandalizan de que el salario promedio en nuestro país, a pesar de lo perdido en estos 2 años de gestión macrista sea de 1365 dólares contra los 620 de Brasil.

Un trabajador con más de 35 años, a menos de que forme parte de la élite, tiene el recuerdo de los años 90. Las largas filas para conseguir empleos basura con contratos temporales o sin sueldo (solo comisión), los ticket canasta, las modalidades de contrato basura (que bajaron muchísimo pero nunca se pudieron terminar). Si tiene 45 años se tiene que acordar de los retiros voluntarios o compulsivos, de los despidos masivos, del miedo que sintieron a quedarse en la calle en el 2001.

Es patológico que la historia pueda repetirse.

Qué se quiere reformar

En los foros empresariales, notas periodísticas, discusiones parlamentarias, aparecen los primeros indicios del tipo de reforma que quiere el gobierno.

Listemos rápidamente las principales propuestas:

  1. Flexibilizar las normativas para contratar y despedir
  2. Rebaja de los aportes patronales para las obras sociales
  3. Descentralizar la negociación capital-trabajo, dejando de lado el modelo de rama de actividad para pasar a un esquema de negociación por empresa
  4. Revisión de las cláusulas de antigüedad
  5. Evitar pagos extraordinarios
  6. Establecer pasantías para capacitar personal a precio más bajo

Podemos sintetizar estas propuestas señalando el objetivo de precarizar las condiciones de trabajo de los argentinos.

Debilitamiento de la capacidad de negociación de los trabajadores, desfinanciamiento de la seguridad social, reducción del salario real de los trabajadores.

Limitar el poder de negociación del trabajador es más estratégico para el capital concentrado que bajar el sueldo en el corto plazo. Les permite a futuro poner las condiciones que mejor le parezcan sin una contraparte con capacidad de evitarlo.

¿Lograrán consenso entre las víctimas?

No deja de asombrarnos como una reforma tan anunciada no sea resistida inmediatamente por la gran mayoría de trabajadores.

Analicemos la estrategia que instrumenta el gobierno nacional y que se profundizará después de las elecciones:

  1. Demonizar a las organizaciones sindicales. El primer paso en cualquier conflicto es debilitar al oponente. Las repetidas menciones de “mafia sindical”, “mafia del fuero laboral”, etc. Tienen ese objetivo. Los que pueden evitar el deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores son descalificados. Si logran que la gente odie más a los sindicatos de lo que ama la mesa de sus hijos, habrán ganado.
  2. Aliarse con los sectores más entreguistas. Muerto el Momo, no se acabó la entrega. Sabemos que una parte del sindicalismo en la Argentina está siempre listo para entregarse al mejor postor. Lo hicieron en los 90 y están dispuestos otra vez a legitimar la entrega de los trabajadores.
  3. Amenazar judicialmente. La intervención del gremio de Canillitas fue un botón de muestra de lo que están dispuesto a hacer con aquellos que enfrenten de verdad la reforma laboral.
  4. Escudarse en el 30% de informalidad. Tal vez el mecanismo más perverso. Van a plantear que las reformas tiene como objetivo incluir al 30% de trabajadores informales que, a pesar del proceso de inclusión del gobierno nacional popular, existen en la Argentina. Lo mismo hicieron en los 90, cuando proponían la flexibilización laboral para dar respuesta a la hiperdesocupación que existía en ese entonces (25% de desocupación y 50% de informalidad). Una y otra vez mienten. La historia enseña que a mayor nivel de empleo más derechos laborales y a más derechos laborales más nivel de empleo.

Resistir y vencer

La respuesta del campo popular tiene que ser contundente. Si el gobierno de los CEOS tiene éxito en esta reforma, habrán dado un paso muy importante en formatear el país para que sea funcional a sus intereses.

  1. La columna vertebral de la resistencia serán los sindicatos. Expresiones como la Corriente Federal de los Trabajadores y la CTA tendrán la enorme responsabilidad de encabezar la lucha, traccionando a las otras expresiones no entreguistas del movimiento obrero, como el Moyanismo, el MASA entre otros.
  2. Articulación con la representación política parlamentaria. Es fundamental que en el Congreso, los consecuentes sean más que los panqueques, sobre todo teniendo en cuenta que el gobierno nacional no cuenta con los votos necesarios para imponer la reforma en soledad. Aquí no es solo el kirchnerismo, sino diferentes sectores del peronismo y la izquierda
  3. Participación del movimiento popular en su conjunto. Especialmente las representaciones de los trabajadores que ya sufren la precarización. Expresiones como el Frente Milagro Sala o la CTEP deben dejar en claro que restar derechos a los trabajadores formales, lejos de ser una solución para los más humildes, aleja las esperanzas de la justicia social.

Cuando una fuerza decide emprender una gran embestida pueden pasar dos cosas. Que la carga prospere y logre romper las líneas enemigas. Entonces habrá una legislación laboral a medida de la exclusión y la desigualdad.

O puede ser también que choque contra una resistencia que no se doblega. En ese caso, las bajas en el bando agresor pueden ser definitivas.


*Trabajador Social. Profesor en la Universidad Nacional de Mar del Plata.

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