Oveja Negra

LA LIBERTAD DE LAS GALLINAS DE COMERSE AL ZORRO


25 de julio de 2017

Oveja Negra

Las fuerzas conservadoras que quieren acelerar a ultranza la restauración neoliberal en Latinoamérica, tuvieron un encuentro de mandatarios que representan sus intereses. La semana pasada se desarrolló la cumbre de presidentes del Mercosur en Mendoza, y un tema excluyente fue la condena al presidente de Venezuela Nicolás Maduro, que entre los desaciertos propios y una ofensiva violentísima de la Mesa de Unidad ¿Democrática? generaron una coyuntura complejísima y sin vistas de atravesarla saliendo ileso. La realineación de fuerzas conservadoras busca tomar un nuevo impulso que les permita dar otro golpe. Pretenden profundizar la destrucción contra los procesos abiertos en nuestro continente que lograron incluir a millones de compatriotas, bajar los índices de pobreza y desigualdad, conquistar derechos y trazar de forma autónoma la vida económica de sus pueblos. En una palabra, ciudadanía política. Ese es el objetivo que subyace en Venezuela, ese es el objetivo de la condena contra Lula. Por eso intentan destrozar a Cristina Fernández de Kirchner.  

Las redefiniciones que se plantea el mercado común del sur, juega un papel central a la hora de abrirle las puertas nuevamente a la voracidad rapiña de los capitales especulativos y las inversiones a corto plazo para obtener rentas extraordinarias. Hacia allí se dirigen las reformas laborales en Brasil, que presionan directamente sobre el bloque dominante regional para que acelere el proceso en países como la Argentina, Chile y Uruguay. Necesitan de una integración formal, teatral, para aniquilar la solidaridad y la cooperación con que se fueron aunando voluntades para torcerle el brazo al destino de miseria planificada al cual nos han condenado históricamente como continente.

La Argentina, frente a la reforma laboral brasileña se titula la editorial del diario La Nación del viernes 21 de julio. Otra hoja de ruta de los sectores dominantes para el canalla que nos gobierna.

“La Argentina, frente a la reforma laboral brasileña” se titula la editorial del diario La Nación del viernes 21 de julio. Otra hoja de ruta de los sectores dominantes para el canalla que nos gobierna. Ahí le explica muy brevemente y sin vueltas qué tiene que hacer con los laburantes. Pese a todo esto, el blindaje mediático que le proveen los oligopolios de la comunicación, no les alcanza para tapar las consecuencias de 19 meses de políticas antipopulares. La construcción del pensamiento único que necesita este modelo de exclusión, nos les va a alcanzar para justificar la represión que no para de agudizarse, porque el conflicto social comienza a manifestarse con mayor intensidad en las calles. Las condiciones de ingobernabilidad que ellos mismos generan, como venimos insistiendo, son la receta perfecta para reprimir al pueblo trabajador ante las transformaciones regresivas que pretenden profundizar después de octubre.

Así fue como se aprobó la flexibilización laboral en Brasil, y los portavoces mediáticos del gobierno argentino claman que “El hecho de que el Parlamento brasileño haya aprobado recientemente una revolucionaria reforma de la legislación del trabajo no puede ni debe pasar inadvertido para la dirigencia argentina.” Pero en lugar de señalar las aberrantes implicancias de dicha reforma para la vida cotidiana del pueblo trabajador, osaron calificar dicha medida como “audaz”. Enaltecieron su enorme aporte a la libertad de contratación y destacaron que sus objetivos principales están orientados a aumentar la competitividad y la atracción de capitales.

Cuesta imaginar que los grupos económicos dedicados al manejo del flujo de la información que circula en el seno de la ciudadanía, puedan llegar a elaborar productos tan innobles, y textos tan despreciables travestidos de noticias o líneas editoriales, que logren maquillar el infierno de los trabajadores y las trabajadoras, hasta convertirlo en el paraíso del progreso argentino. Esa reforma de la que hablan, de la cual buscan convencernos que la Argentina debería copiarse, fue el reclamo de las grandes empresas en Brasil a los representantes de su pueblo, y va acompañada de una reforma constitucional que congela el gasto público por dos décadas, es decir, el dinero invertido en el bienestar de la población.

La nueva normativa flexibiliza la instancia de negociación entre un obrero o una obrera y su patronal a un nivel tal, que establece que los acuerdos que surjan de estas dos partes (que a todas luces son absolutamente desiguales) serán válidos aun en los casos que contraríen las leyes laborales vigentes. Es decir que ya no podrán hacerse valer los derechos de los trabajadores y trabajadoras ante un contrato que los vulnera: el goce de las vacaciones anuales, la duración de la jornada laboral, el pago de los salarios y la forma de liquidarlos, incluso la utilización de la hora del almuerzo.

La voluntad del patrón no solo está por encima de las posibilidades de hacer valer los derechos de su actual o potencial fuerza de trabajo, sino que además ahora, está por encima de las leyes que debieran garantizar los derechos de la parte más débil en la relación contractual laboral. Así es como se abrió la posibilidad en el país hermano de que las personas que allí trabajan deban someterse a jornadas de hasta 12 horas de extensión, a la vez que se promueve una desvinculación paulatina de estos sujetos individuales con las organizaciones sindicales, a las cuales se suele acudir ante una situación perjudicial o injusta, que pone de manifiesto la necesidad de crear y fortalecer acciones tendientes a equilibrar las inequidades propias de las relaciones de poder en el ámbito laboral.

El hambre y la desesperación por una vida digna socavan cualquier posibilidad de elegir de aquellos y aquellas que deben poner el pan sobre la mesa de sus familias.

Y así como la venden las sucesivas editoriales de LA NACIÓN, que incansablemente vienen militando el ajuste, la miseria, el hambre, la desinformación y el renunciamiento de nuestros propios derechos desde hace 108 años, la abolición de los derechos laborales en Brasil, es dibujada como el horizonte que inspira al gobierno argentino, con idénticos fines de explícita satisfacción empresarial. Para que quienes la levantan en pala se puedan seguir enriqueciendo a costa de las condiciones de neoesclavitud a la que buscan someter al pueblo, pintan de rosa el recorte de salarios, el aumento de la jornada laboral, la prescindencia de los derechos ya conquistados por años de lucha y el desvanecimiento de las organizaciones sindicales.

Prometiendo el aumento de puestos de trabajo, mientras que en la Argentina actualmente la población formalmente empleada disminuye de a miles cada semana y enarbolando una presumida LIBERTAD DE CONTRATACION, en un contexto en el que el hambre y la desesperación por una vida digna socavan cualquier posibilidad de elegir de aquellos y aquellas que deben poner el pan sobre la mesa de sus familias, las relaciones laborales en la región quedan sometidas a la falaz e histórica premisa del liberalismo económico basado en la libertad de las gallinas de perseguir y comerse al zorro depredador de su gallinero.


                                                             Colectivo de Medios Oveja Negra

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