Oveja Negra

La exclusión como modelo, la persecución como política.


11 de agosto de 2016

Oveja Negra

La apertura de los Juegos Olímpicos de Río, son una postal del nuevo tiempo político que atraviesa el continente. La presencia de Mauricio Macri acompañando al golpista Temer constituyen una fotografía que ni el más optimista embajador Norteamericano podía soñar en aquel 2009 en que se confirmara la sede olímpica.

Resultó, sin dudas, la imagen soñada por las corporaciones de la comunicación. Las mismas que intentaron invisibilizar el enorme repudio popular que se sintetizó en el abucheo a un Presidente ilegítimo que ha llegado para consolidar un tiempo de miseria y represión en tierra de nuestros vecinos.

En éste rincón de la frontera, las cosas no son muy distintas. En apenas ocho meses, el Gobierno acumula un rechazo popular que se cristaliza en la calle, se silencia en los medios y se maquilla con la fabricación de encuestas de opinión.

Sin embargo, el ciclo de exclusión económica iniciado por el Gobierno comienza a tener el tamaño de un sol que difícilmente puedan intentar ocultar con la mano

Porque también, en apenas ocho meses, el Gobierno de Macri ha destruido doscientos mil puestos de trabajo, ha licuado la mitad del bolsillo real de las mayorías populares con la devaluación de la moneda, arrinconó las condiciones de supervivencia con un tarifazo impagable y liberalizó la economía al punto de provocar una estampida brutal en los precios al consumidor que han transformado productos como el aceite y la manteca, en objetos suntuosos de la mesa de nuestro pueblo.

Tal vez por eso, la calle empieza a evidenciar un síntoma de hartazgo. Los ruidazos contra el tarifazo de Aranguren y la banda de saqueadores del Ministerio de Energía que han sido violentamente silenciados por los grupos económicos de la comunicación, son el testimonio de una reacción superficial a un conflicto profundo que se sigue germinando en los rincones de la conciencia popular.

Los ruidazos no son episodios aislados. Se complementan y se completan, con la conflictividad gremial creciente, que empieza a trascender lo sectorial para ir confluyendo en un inexorable paro nacional de la CGT, en la Marcha Federal de la CTA y las organizaciones populares.

Encuentran su profundidad necesaria, cuando se vinculan con la masiva movilización por paz, pan y trabajo que acompañó la peregrinación de San Cayetano y que encontró en el Papa Francisco un amplificador para la denuncia de un modelo que sólo trae miseria para nuestra Patria. 

La calle es el testimonio de una agenda silenciada por las corporaciones mediáticas, pero que constituye el centro de gravedad  para la reorganización de un Movimiento Nacional que debe ser síntesis del conflicto popular emergente.

Ahí está la tarea de la militancia, y en particular del peronismo, porque no hay Movimiento Nacional sin capacidad de interpretar las demandas populares y transformarlas en agenda política. A lo sumo, habrá un puñado de dirigentes dispuestos a sentarse en la mesa de los poderosos o en el lobby de la embajada yanqui, a esperar el tiempo de acomodar sus huesos.

La tarea de la etapa nos demanda ser protagonistas en el conflicto que empieza a surcar la calle y nos demanda también fortalecer la capacidad de organización política. Porque el ciclo de exclusión que inició el Gobierno de Mauricio Macri, no cierra sin persecución a los símbolos políticos de un tiempo histórico signado por la resistencia al neoliberalismo y también, a aquellos años de conquistas populares encabezados por Néstor y Cristina.

El intento de detención de la enorme Madre de la Plaza, la compañera Hebe, es el testimonio del odio más profundo del puñado de poderosos que intenta llevarse puesta nuevamente a la Argentina. Es la búsqueda de poner tras las rejas a un símbolo local de la resistencia al neoliberalismo pero también, a un símbolo mundial de lucha por Memoria, Verdad y Justicia.

Porque, en definitiva, es también la señal clara del poder político local y sus socios de la corporación judicial, hacia las grupos económicos que constituyen el núcleo de inversiones externas con la que aspira el Gobierno, que vienen demandando seguridad jurídica. La seguridad jurídica que le pueda otorgar el Gobierno de ser capaz de vencer la capacidad de resistencia de un Pueblo para defender el trabajo y su riqueza.

Perdieron la batalla, no pudieron con Hebe, no pudieron con la organización popular. Sigamos por el camino de recoger el testimonio enorme de aquella Madre, que nos enseñó a los Descamisados “que si nuestra vida no sirve para la revolución, no sirve para un carajo, entonces”.

 


 

                                                    Colectivo de Medios Oveja Negra

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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