Oveja Negra

La circularidad del milagro, una praxis simbólica.


01 de noviembre de 2018

Oveja Negra

Sacha Kun Sabó se mete en el terreno de las significaciones para analizar exhaustivamente algunos aspectos simbólicos de la Tupac Amaru, Milagro Sala y los procesos de cambio que llevó adelante como dirigente social y política, mujer, negra y peronista.

Una de las enunciaciones críticas más frecuentes hacia la construcción política económica y social de Milagro Sala es la pretensión de la Tupac Amaru en la cimentación de un estado paralelo, sin embargo, si Milagro ha podido construir un supuesto estado, es ante la deserción del estado mismo.

El constructo tupaquero se apoyó cardinalmente en una resignificación no sólo de la idiosincrasia jujeña sino en la reconfiguración simbólica de la argentinidad, posicionando esa entidad argentina en su rol latinoamericano de patria grande. Hay, por tanto, un desgarro, una desvergüenza, una frescura insolente con esa idealización medio pelar argenta de su conjeturada descendencia de los barcos, y de esa suerte nostalgiosa, de europeo en el exilio que tanto la complace como clase social. Origen probable este, del odio de los sectores medios argentinos hacia esta mujer, rencor en sintonía fantástica e imaginativa a su cercanía blanca a los en-grupos dominantes y en antípodas al “aluvión zoológico”.

Sala, destruye esta representación subjetiva, promueve demoler la dominación simbólica y hace una nueva construcción de legitimidad entre la andinidad profunda y el humanismo existencial occidental. Pero esta formulación no es de revancha ni exclusión es la manifestación de la inclusión de todos los sectores en sí mismos, es la democratización del poder desde el campo de lo social, red de relaciones entramadas entre dos mundos, en la centralidad del concepto andino de reciprocidad. 

Image and video hosting by TinyPic

Aquí no hay relaciones dominador/dominado, Milagro ha venido desde los noventa profundizando estas categorizaciones de percepción y de apreciación de lo real con las disposiciones que estructuraron el accionar de la Tupac. Su praxis y su dialéctica en general es donde toma posición descolonizante, en la hegemonía de lo popular y desde los movimientos sociales, revolución democrática cultural, que expresa un estado social de democracia, donde lo colectivo está por sobre lo individual cobrando su máxima exposición justamente en lo individual.

La inversión absoluta del modelo neoliberal, del “self made man” que posee una labor básica de contexto, la fragmentación absoluta de la sociedad, desde el concepto una persona un voto y donde el nodo individualista neutraliza toda oposición. Una ronda donde el estatus individual se conquista en quien pone más en juego en la red de reciprocidad y no en quien más tiene.

Hay un peculiar ventarrón simbólico en el análisis de este pensamiento y obviamente en los cimientos cognitivos estructurales de la organización territorial Tupac Amaru, justamente en ese anclaje con la América profunda y cobriza.                                                                           

En principio hay un constructo aluvional basado en la conflictividad, que atrae al espectador a recorrer la disputa territorial planteada desde este movimiento a una provincia feudal como Jujuy. Hay un epítome cohesivo dilemático desde la postura del conflicto desde un movimiento permanente como estrategia y táctica que se basa en saberes ancestrales del cómo se plantea la lucha comunitaria.  El avance y retroceso como maniobra de posicionamiento. Donde el punto cardinal es el territorio.                                                           

Milagro revitaliza esa vieja querella humana sobre la titulatura de la tierra, y en el caso andino, el suelo como arbitrio holístico de la realidad. Obviamente esto trae una tensión no solamente en el contexto de lo dialéctico material sino en andares de la subjetivación sistémica sobre que son los movimientos sociales originarios y cuál es el anclaje con el resto de la sociedad. Ya que como se observa en las conceptualizaciones negativas de la mass media regional y nacional, sus rúbricas del sentido, son imaginerías subyacentes a socio - centrismos de clase, que laceran a la Tupac Amaru desde un recorte basal con goznes hegemónicos signados por un desprecio eurocéntrico a todo lo amerindio. 

 El campesinado y las clases populares urbanas están en Jujuy atravesadas por estructuras originarias y de mestizaje con el europeo desde la época de la conquista y es en este escenario etario es donde se problematiza esta disputa desigual con el sistema capitalista hoy globalizado en su forma neoliberal: la profundización no distributiva del trabajo y la renta. 

Como forma de resistencia la Tupac recupera el andamiaje del ayllu incario en términos de comunidad/territorio articulando esas luchas con estas luchas contra - hegemónicas presentes. Ha encontrado una senda, un camino un rumbo donde convergen y se reconstruyen viejas disputas andinas no sólo locales sino de toda la región encauzándolas desde un constructo colectivo circular y de traslación del sujeto a la comunidad y de lo individual a lo social y viceversa. Las comunidades han encontrado un recorrido posible de transformación dentro de la realidad campesina y de los sectores olvidados urbanos, la conquista de derechos desde la percepción del conflicto sistémico como meta posicional, el conflicto dentro de la circularidad estructurante de la sociedad que no expulsa, sino que contiene, incluye y abraza.   

En, esta disyuntiva, Sala observa esta categoría social como atravesada tanto por trabajadores como por los medios de producción en forma constitutiva. Se comprende que los unos y otros sólo son pertinentes si no están separados en cuanto definiciones y en cuanto praxis de construcción. Por tanto, se elaboran las instancias estratégicas y territoriales para que se produzca esta combinación, con un carácter andino determinado con el que se trasborda esta amalgama.        

Esta conceptualización distingue claramente en su accionar de levantamiento las contradicciones de las diversas etapas económicas de la estructura comunitaria jujeña, los diversos avatares superpuestos con que los dueños de   historia económica local han desplazado a los desplazados. El manejo de los tiempos de alzadura con agenciamiento y empoderamiento. La Tupac Amaru lleva adelante la voz hecha acción desde un sueño comunitario ancestral, politizando la vida diaria y llevando a esta a la conflictividad de lo social como umbral imprescindible en la toma de espacios políticos. 

El conflicto y la tensión política hacia la profundidad misma de la sociedad jujeña como también hacia el establishment gubernativo, se animarán a un constructo basal sobre la comunicación militante entendida en militar dicha comunicación desde una operatoria trasmutatoria de lo obscuro del sistema a una toma de posicionamiento estratégico. Milagro agudiza las contradicciones del desacuerdo, tensando las articulaciones sociales sincrónicas y diacrónicas de la posesión de la tierra, entrecruza lo simbólico, con la praxis político-económica en una corriente de movilidad ascendente de lo comunitario.

Aquí se entiende la sistematicidad persecutoria hacia la Tupac, el intento de destrucción a sus referentes, mostrando la potencia del nuevo/ viejo grupo de poder, una fórmula para hacer manipulable al hombre de a pie en Jujuy, en la formación de un ser sin identidad, una forma práctica de matar el ánima. Milagro entiende esta coyuntura, esa despareja lucha por el poder por el control del estado y la sociedad, donde los sectores neoconservadores buscan desde los medios concentrados el manejo de las subjetividades en sus más íntimas percepciones, por ello, sabe que la batalla es simbólica y cultural. 

Esa redefinición de la argentinidad. Pensar lo económico, lo político, lo social, desde un todos una estrategia sutil incisiva de vencer la meritocracia capitalista. La argentina entendida como pluriétnica fundada en una nueva Asamblea Constituyente que derrumbe los vetustos andamiajes del estado, una nueva “res pública” con nuevos soportes simbólicos de cultura política, una nueva alma, una nueva identidad hacia el interior profundo. La construcción de un territorio simbólico de permanente conflicto como jornaleros contra     hegemónicos.

Ahora qué preguntas se planteó esta dirigente para consolidar una organización que tomara como valor las determinaciones del trabajo como forma organizacional de este supuesto estado paralelo enfrentando al patriciado y la burguesía vernácula.

La primera respuesta a esto es que Sala intuyo en su accionar político que no podía apartarse de las condiciones materiales históricas que le tocaban vivir en el cotidiano a su colectivo de pertenencia y que obviamente el clivaje no estaba en relaciones teóricas o ideológicas que entendía como perimidas y vetustas incluyendo en esto al peronismo en todas sus variables y la izquierda tradicional. Pero manifestando que la coyuntura kirchnerista le presentaba un trampolín superador para armar un corredor por izquierda del propio Néstor y Cristina que marcará una senda posible de desarrollo comunitario.

Un ejemplo ejemplificador. Un apoderamiento de los productos del trabajo, pero sin enfrentarse directamente con la propiedad privada que seguirá siendo entendida como privada, sí, pero colectiva. Una peculiar relación e interpretación entre los productos del trabajo y el trabajo mismo donde los primeros no pueden quedar por fuera de la propiedad de los trabajadores en relación con la obtención de los medios de vida y que es justamente la primera territorialidad, la social concreta y simbólica a la vez, conceptualización sobre la que opera la Tupac Amaru donde el campus del todo y el hombre concreto de carne y hueso son indivisos.

Esta realización existencial, representativa, organizativa pero altamente simbólica de la actividad productiva y del empoderamiento territorial consustancia esa otredad negativa, en un nosotros. Todos comparten al igual que el individuo y esa alteridad toda el ser explotados dentro de un sistema que produce para otros que no son la comunidad en sí misma. Justamente esa sumatoria de individualidades forma una organización de voluntades auto referenciadas como colectivas desde que necesitan vitalmente producir valores de uso colectivo para su autoconsumo.      

Desde aquí la peligrosidad entitativa del discurso tupaquero ya que instituye la inclusión permanente de voluntades individuales en el colectivo trasmutando desde el trabajo y la tierra las simbologías de la opresión en singularidades colectivas de alto voltaje de lucha. Un enfoque dialectico permanente entre los cuerpos y lo comunitario en tención permanente con los condicionamientos hegemónicos. Es más, sin menoscabar, sino fortaleciendo los saberes propios de cada intimidad. Dando como resultado una composición multicolor que regenera la organización desde el afuera y reconstituye voluntades desde el interior, centrípeta y centrífugamente.

De todo ello concluye una alianza de alteridades étnicas y populares en general de poseedores, propietarios comunales, campesinos, trabajadores y empleados unificados por un nuevo lenguaje de disputa y lucha territorial con elementos ancestrales y actuales del conflicto que se condensan alrededor de un estado posible y utópico a la vez pero que se fusionan en un corpus político- cultural -religioso-administrativo-reproductivo.

Las comunidades agrícolas que antiguamente estaban dislocadas Milagro logran desde esta perspectiva circular intercomunicarlas desde su cultura, su historia y su lengua, constituyéndose ella misma en el pívot de la construcción, el eje de la circularidad simbólica donde paradójicamente desde los mismos epítetos negativos se construye la esencia organizacional de la tupaq. Es ella, en su carne, la confluencia de todos los estigmas de las injusticias es en ella misma el reflejo del que se puede ser digno y orgulloso, desde esa misma nociva imagen construida por el opresor el orgullo de ser negra colla, india, puta, para reconvertirse en tupaquera. Una redefinición integracionista de inclusión permanente que abraza y construye, desde las miserias de la negativización hegemónica económica y social hacia esa otredad morena excluida resignificada. Experiencias colectivas que clausuran el estatus quo jujeño, revolucionando la relación con el estado y redefiniéndolo desde las propias estrategias de territorio del movimiento y así conformando una nueva hechura del rol estatal.              

Ahora, esta auto representación es legitimada y políticamente fraguada desde, un ánima espiritual como un ave fénix, su propio padecer es sustancia de la utopía del sueño andino de elevarse por arriba de las inequidades del sistema. Amplios conglomerados sociales la interpretan y reinterpretan como su propia realidad o como un imaginario colectivo movilizador, no solamente ya en lo territorial sino en el ámbito de lo encarnado: es la Mila, es la flaca o la flaquita, la tupaquera, que es Tupac Amaru en sí misma, la dadora y vehículo de la Pacha. Su actual flagelo es entendido en un plano de disputa de velos superiores en parte por su medio en pugna con el estado autoritario que no es el otro que el que sojuzga y tortura al antiguo líder libertador. Después de quinientos años de culturalización occidental europea o criolla hay también elementos sincréticos críticos de pasión y resurrección política que se espera en tiempos cercanos.  

Image and video hosting by TinyPic

A modo de ejemplo

Unas de las formas indicadas de cimentación territorial tupaquera puede percibirse en el maderamen del empoderamiento de la esfera públicas de la salud.

Esencialmente es en el primer nivel de atención donde se dan las estrategias o políticas de APS (Atención Primaria de la Salud), enunciemos: la prevención y promoción, más allá del trabajo específico de pequeños equipos de salud general. Este es el nivel de los centros periféricos o las llamadas salitas donde en general ante una primera consulta, se deriva o no, a las especializaciones o a la internación dentro del segundo nivel, o sea, los hospitales.         

En estos centros primarios las mujeres, componente de género básico de la Tupac, hacen las consultas fundamentalmente en los servicios pediátricos y tocos ginecológicos. El 70% de las consultas son de mujeres interesadas en estas especialidades. Por ello los centros periféricos son sustanciales al contacto directo de mujeres con otras mujeres que a su vez en el mundo andino y de la Tupac tienen fundamental injerencia en el tramado de redes comunitarias subrepticias.

Aquí la formación de agentes sanitarios de la misma comunidad y que trabajan desde estos centros periféricos provinciales hacia la propia comunidad, se hace fundamental. Ya que no solo desarrollan su estudio y actividad en cuanto al sistema de salud hegemónico sino paralelamente se da su formación como fuertes cuadros políticos desde la Tupac Amaru. Su accionar desde las instituciones del mismo estado hegemónico los constituye en una suerte de caballo de Troya político y en una suerte de engranaje vital en la cooptación de nuevos adherentes al movimiento.

El modelo estratégico/ táctico tupaquero es de contacto de uno a uno, de una a una y en la problemática de la salud el concepto organizativo territorial se repite. Por otro lado, el movimiento se posiciona no en la enfermedad sino en la salud poniendo énfasis en el no enfermarse y en la vida saludable.

De ahí la importancia de la prevención y promoción como política de avance fortalecimiento y toma de espacios estatales. El agente político y/o agente sanitario entiende desde esta perspectiva andino occidental que el concepto salud es holístico. Cuando se habla de lo sanitario se habla de un todo dialéctico que expresara desde ese todas las contradicciones del sistema. Salud no es solo salud sino trabajo, educación, vivienda tres de los puntales ideológicos básicos de la Tupac. Intuitivamente Milagro desarrollo un concepto de pertenencia sanitaria “la salud no es del médico sino del doliente”.                                                                

Hablamos de la lucha dialéctico-hegemónica por el manejo de los cuerpos. Los cuales no deben ser alienados de los dolientes, por ello, en el concepto andino no son pacientes (el que pacientemente espera la cura) sino un ser activo dentro del proceso de curación y prevención de las enfermedades. Lo mismo ocurre dentro de la salud comunitaria la salud no es del estado sino de la comunidad y por ello la entrada de los agentes sanitarios/ cuadros políticos es fundamental y el empoderamiento de los centros, punto de partida de estrategias de organización territorial. La salud de la comunidad es de la comunidad.

Sala, postas, unidades, centros será donde se hable de mucho más que de salud, porque salud es mucho más que no estar enfermo y donde para no enfermarse la comunidad se organiza con los equipos de salud. Equipos técnicos y profesionales que la Tupac observa como tales pero que no manejan ya la política sanitaria a seguir porque no les pertenece.

El segundo paso, mucho más complejo, de la maniobra tupaquera serán los consejos de salud para desde allí, llegar a la administración del recurso: el presupuesto participativo local, luego el regional, para especular pretendidamente con el provincial. Aquí observamos como de una patología absolutamente docta, como individual se reconfigura el enfoque como tal, en la integración del padeciente y su familia a los mecanismos de encuentro del agente sanitario/cuadro político. Obviamente dicha senda dentro de la estrategia del movimiento se hace desde los mapeos del lenguaje común andino, pero con el soporte del aparato estatal.  

Y en dicho recorrido salta la dilemática de contradicciones del sistema donde el agente sanitario comparte una misma situación estructural generando así los mecanismos de empatía de cualquier en-grupo étnico subalterno. Hay aquí un direccionamiento a la curación, obvia dentro del sistema sanitario occidental pero el amplio espacio de la prevención por ejemplo a enfermedades recurrentes, estacionales, se da dentro de los territorios estratégicos de cooptación del tupaquerismo. Lo individual se convierte en comunitario y lo comunitario en individual, pero desde una nueva concepción crítica de la realidad sanitaria donde el camino posible de rebelión y construcción alternativa es posible solo desde la comunidad. Este ejemplo marca la disciplina circular de la Tupac Amaru en su andamiaje movimientista

Desde el ámbito de las conceptualizaciones posiblemente encontremos una punta de análisis en el concepto de socialidad universal de Álvaro García Lineras, aunque en el caso puntual de la Tupac el ingenio se constituye como praxis que se subraya en una forma basada en construcciones desde el territorio mismo. Es eficiente en tanto que su constructo social sea ampliamente inclusivo ya que se construye desde las necesidades básicas de abajo hacia arriba en un accionar de lo cotidiano en cada una de las realidades sin manifiestos o accionares enlatados por ideologías subrogantes.


*Antropólogo, Sociólogo, Rector de la Universidad Popular de Escobar y Presidente de la Fundación Universitaria Popular de Escobar, Asesor de la Cámara de diputados de la Nación.

*Fotos: Sebastian Miquel

Compartir esta nota en