Oveja Negra

EVITA: LA ESPERANZA DEL PERONISMO PARA CONQUISTAR SU FUTURO


07 de mayo de 2018

Oveja Negra

Evita cumpliría hoy 99 años. El fuego que brotaba de sus convicciones, el sacrificio transformado en militancia, el compromiso inclaudicable con los sueños y esperanzas de los más humildes, siguen irremediablemente vigentes en los tiempos oscuros que nos tocan atravesar. No se trata de ejercitar la memoria para recordarla, de lo que se trata, es de reconocer que la memoria, es un arma cargada de futuro.

No hay marketing que pueda esconder el violento saqueo que lleva adelante la banda que gobierna la Argentina en nombre de los grupos económicos y las potencias extranjeras. La mitología de la teoría del derrame se desangra ante los balances de las principales empresas que operan el país que se incrementan al mismo ritmo que el salario de los trabajadores se derrumba frente a la inflación incontrolable y el tarifazo impagable.

Cuánto tiempo más podrán explicar que el incremento en las tarifas de los servicios públicos es para garantizar un servicio cada día más ineficiente. Como podrán explicar que el costo de las tarifas no tiene nada que ver con los abultados ingresos que vienen registrando las grandes empresas que controlan el sector.

Cuánto tiempo más podrán explicar que la devaluación de la moneda nacional no afecta los precios de los productos básicos. Si sólo el 10% de los habitantes de este suelo pueden acceder al dólar, y el otro 90% padece los precios en las góndolas.

El gobierno transita una crisis generada por ellos mismos. Devaluación, endeudamiento y ajuste, es el tridente de la política desplegada desde diciembre de 2015. Cuanto más profunda es la crisis, más crecen los balances de las grandes corporaciones a las que pertenecen los cuadros principales que asaltaron los Ministerios.

La única fortaleza de este gobierno, es la debilidad del peronismo para vertebrar una propuesta de unidad, con un programa forjado al calor de la movilización popular, que pueda encontrar su horizonte de poder en la necesidad de asestarle al colonialismo una victoria política contundente, en las calles y en las urnas.

Evita cumpliría hoy 99 años. El fuego que brotaba de sus convicciones, el sacrificio transformado en militancia, el compromiso inclaudicable con los sueños y esperanzas de los más humildes, siguen irremediablemente vigentes en los tiempos oscuros que nos tocan atravesar. No se trata de ejercitar la memoria para recordarla, de lo que se trata, es de reconocer que la memoria, es un arma cargada de futuro.

Sería imposible pensar los desafíos del peronismo en este tiempo sin pensar la vitalidad de su pasión. Difícil no imaginarla, vehemente, frente a las grandes corporaciones económicas, y a las potencias extranjeras, sin escupirles en su rostro: “A Perón y a nuestro pueblo les ha tocado la desgracia del imperialismo capitalista. Yo los he visto de cerca en sus miserias y en sus crímenes. Se dicen defensores de la justicia mientras extiende las garras de su rapiña sobre los bienes de todos los pueblos sometidos a su omnipotencia. Se proclaman defensores de la libertad mientras van encadenando a todos los pueblos que de buena o de mala fe tienen que aceptar sus inapelables exigencias.”

Es imposible no imaginar a Evita, irrumpiendo en la superficialidad del marketing político (el ajeno y el propio) para gritar en la cara de los mercenarios que gobiernan la Argentina: “más abominable aún que los imperialistas son los hombres de las oligarquías nacionales que se entregan vendiendo y a veces regalando por monedas o por sonrisas la felicidad de sus pueblos. Yo los he conocido también de cerca. Frente a los imperialismos no sentí otra cosa que la indignación del odio, pero frente a los entregadores de sus pueblos, a ella sumé la infinita indignación de mi desprecio.”

No podríamos interpelar al peronismo, para consolidar los desafíos de enfrentar la entrega de nuestra Patria, sin imaginarnos a Evita desafiante: “Enemigos del pueblo son también los ambiciosos. Muchas veces los he visto llegar hasta Perón, primero como amigos mansos y leales, y yo misma me engañé con ellos, que proclamaban una lealtad que después tuve que desmentir. Los ambiciosos son fríos como culebras pero saben disimular demasiado bien. Son enemigos del pueblo porque ellos no servirán jamás sino a sus intereses personales. Yo los he perseguido en el movimiento peronista y los seguiré persiguiendo implacablemente en defensa del pueblo. Tienen el alma cerrada a todo lo que no sean ellos. No trabajan para una doctrina ni les interesa el ideal. La doctrina y el ideal son ellos.”

Pensar la militancia en este tiempo histórico, sin imaginarla a Evita en una asamblea en la fábrica, en la universidad, en la escuela. Sin ponerse de pie en un plenario, para cuestionar la matriz individual que cuestiona la vitalidad del sentir colectivo, sacudiendo el germen liberal del no se puede, del no tengo tiempo, cuestionando el sentido propio de la militancia con la pasión de sus convicciones, diciendo: “Solamente los fanáticos no se entregan. Los fríos, los indiferentes, no deben servir al pueblo. No pueden servirlo aunque quieran. Para servir al pueblo hay que estar dispuestos a todo, incluso a morir. Los fríos no mueren por una causa, sino de casualidad. Los fanáticos sí. Me gustan los fanáticos y todos los fanatismos de la historia. Así, fanáticas quiero que sean las mujeres de mi pueblo. Así, fanáticos quiero que sean los trabajadores y los descamisados. El fanatismo es la gran fuerza de los pueblos: la única que no poseen sus enemigos, porque ellos han suprimido del mundo todo lo que suene a corazón. Por eso los venceremos. Porque aunque tengan dinero, privilegios, jerarquías, poder y riquezas no podrán ser nunca fanáticos. Porque no tienen corazón. Nosotros sí.”

Evita, el incendio de su pasión, sigue transformándose en la esperanza del peronismo, para conquistar su futuro.


                             Colectivo de Medios Oveja Negra

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