Oveja Negra

El retorno a la patria financiera


08 de agosto de 2017

Oveja Negra

"Estos asuntos de economía y finanzas son tan simples que están al alcance de cualquier niño. Solo requieren saber sumar y restar. Cuando usted no entiende una cosa, pregunte hasta que la entienda. Si no la entiende es que están tratando de robarlo. Cuando usted entienda eso, ya habrá aprendido a defender la patria en el orden inmaterial de los conceptos económicos y financieros”. Raúl Scalabrini Ortiz en Bases para la Reconstrucción Nacional, 1965.


Por Nicolás Mechetti

En estos 20 meses de gobierno antipopular, asistimos a una verdadera y acelerada transformación regresiva del modelo económico que supimos construir de la mano de Néstor y Cristina, aquel que generó -entre otros tantos aciertos- la distribución y redistribución de la riqueza a favor de los trabajadores y los sectores populares de nuestra Patria.

Bastó tan solo un año y medio para generar una transferencia brutal de ingresos de los sectores asalariados al capital concentrado, ponerle techo a las paritarias –en el intento permanente de disciplinar al movimiento obrero-, destruir cientos de miles de empleos formales e informales, condenar a la exclusión y expulsar del mapa a los más humildes.

Como venimos sosteniendo desde el Colectivo de Medios Oveja Negra, la alianza liberal-conservadora que conduce los destinos de la Nación, es un palo en la rueda al desarrollo productivo e industrial. Pero quizás las consecuencias más profundas de este intento de formatear la estructura económica de la Argentina, no se perciban con toda su magnitud en lo inmediato. Recordemos que el estallido social, económico y político del 2001, fue la culminación de un proyecto de país para pocos que comenzó a gestarse muchos años antes. Prestemos atención a dos cuestiones centrales –que de novedosas no tiene nada, ya que las podemos encontrar en otras etapas históricas- de este nuevo modelo económico que intenta imponer el macrismo.

Deuda externa y bicicleta financiera

El modelo económico que esta llevando adelante el gobierno nacional, tiene como columna vertebral la valorización financiera. Es decir, prioriza la financiarización –endeudamiento acelerado, altas tasas de interés y desregulación del mercado de capitales- por sobre la economía productiva, real, aquella que genera bienes, servicios, consumo y empleo. Agronegocios, empresas mineras, petroleras y la prestación de servicios públicos –electricidad, gas, agua y transporte- se suman a este esquema de negocios.

La acelerada toma de deuda en moneda extranjera y su contracara, la fuga de capitales, es una clara demostración de hasta dónde están dispuestos a llegar con el cambio y la revolución de la alegría. En lo que llevan de ejercicio del gobierno y conducción del Estado nos hemos endeudado en mas de 90.000 millones de dólares –gobierno nacional, gobiernos provinciales y empresas privadas- sin que estos dólares fueran a mejorar la infraestructura, la logística o fortalecer el entramado productivo, acciones que generan condiciones de repago de la deuda y crecimiento económico.

En los primeros siete meses de este año, cuatro de cada diez dólares tomados por el gobierno nacional se fueron al exterior en mano de privados, totalizando desde diciembre de 2015 una fuga de más de 21.000 millones de dólares. Hay una relación directa entre el aumento de la deuda y la fuga de capitales. El movimiento es sencillo: los inversores ingresan dólares, los cambian a pesos y los colocan en el sistema financiero local –fundamentalmente en títulos de deuda a corto plazo (LEBAC) que tienen un interés altísimo-. Pasados unos meses retiran el capital más los intereses, y vuelven al mercado a convertir los pesos a dólares para fugarlos.   

Los claros ganadores de estas políticas económicas han sido la banca internacional y los acreedores privados, muchos de ellos con representación en las primeras líneas de la alianza gobernante – Luis Caputo, Javier González Fraga, Gustavo Lopetegui, Mario Quintana, Nicolás Dujovne-. También se inscriben con amplios márgenes de ventaja las exportadoras cerealeras, los intermediarios financieros, las grandes empresas de capital extranjero que no tienen restricciones en los envíos de utilidades y los importadores, producto de la desregulación del mercado interno y la quita de muchísimos aranceles que protegían la industria nacional (electrodomésticos, electrónica, textiles, juguetes, entre otros).  

Dividido, Domesticado y funcional

Así quieren al movimiento obrero. La segunda cuestión central tiene que ver con los trabajadores y las trabajadoras. Desde el minuto cero, este gobierno tomo como enemigos a los laburantes. Les endilga la culpa de que la economía no arranque y de que las inversiones no lleguen. Argumentan desde el macrismo que los convenios colectivos de trabajo son del siglo XX y están desactualizados para los tiempos de cambio que corren, al poseer muchos derechos que limitan la radicación de capitales en nuestro país. Proponen una transformación regresiva sobre las relaciones laborales, un proceso de flexibilización que tire por el piso el salario y lleve como punta de lanza a la mesa de negociación paritaria las amenazas de despidos.

Necesitan una desocupación arriba del 10% para bajar el salario y poder condicionar de esta forma marcos laborales de más horas que las estipuladas, con tareas variadas y no determinadas por contrato, donde no haya derecho a licencias que garanticen la salud, la educación, la maternidad. Buscan con estas medidas, disciplinar al movimiento obrero y sus organizaciones sindicales. Las reformas laborales implementadas en Brasil, son el espejo donde se acomodan la corbata los representantes del capital en nuestro país.  

Las medidas llevadas adelante en este año y medio de gestión produjeron la destrucción de cientos de miles de empleos formales. El feroz ajuste sobre los sectores populares, ha dejado sin posibilidades de trabajo a aquellos y aquellas que dada la difícil situación se auto-inventaban su trabajo y salían a yugarla todos los días para poner los alimentos en la mesa. En el ADN de este proyecto neoliberal, está el hostigamiento permanente a los trabajadores, como así también el desprecio por todo aquello que signifique mejorar las condiciones materiales de vida de los mismos, la representación de sus derechos y el respeto a los verdaderos hacedores de la riqueza de nuestra nación.    


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