Oveja Negra

El Peronismo, un viento que todo empuja


03 de mayo de 2016

Oveja Negra

Al gobierno del saqueo le empezó a temblar el piso. La aparente calma ofrecida como postal, por el cómplice silencio de los medios de comunicación, empezó a enrarecerse. Tal y como si aquella calma, tan  solo anticipara, la tempestad que se viene.

Hace un mes atrás, la reaparición política de Cristina enfrentó al Gobierno con uno de sus mayores miedos. La voluntad política de millones de  argentinos se sigue organizando en reconocimiento de un liderazgo que no sólo evidencia doce años de Gobierno sino que cristaliza la capacidad de pelea que tiene un pueblo, para defender los derechos que ha conquistado.

Más cerca aún, el viernes pasado, los gerentes a cargo del Gobierno observaron que se desnudaba una verdad a gritos. La agenda política del Cambio es enemiga de los trabajadores y los más humildes.

La gigantesca movilización de trabajadores organizados en el acto de unidad de las centrales obreras convocado el 29 de Abril, cristalizó nítidamente que la desocupación, la destrucción del bolsillo de los trabajadores y los jubilados y la precarización de las condiciones laborales, constituyen las primeras consecuencias de la agenda política del neoliberalismo que asaltó el gobierno hace apenas 150 días.

Y ojo. Que no te la cuenten, esas dos enormes manifestaciones de nuestro pueblo, no son antagónicas. Pueden tener contradicciones, pueden tener matices, pueden haberse desencontrado en la historia reciente. Pero tienen denominadores comunes mucho más potentes: la voluntad de lucha de un pueblo que no se banca que el silencio mediático lo sepulte al subsuelo, del que brotó hace setenta años.

Y aún más, las dos movilizaciones encuentran su identidad mayoritaria en el Peronismo. Por más esfuerzo que hagan los que quieren tapar el sol con la mano, por más que las mezquindades no quieran ceder terreno ante la grandeza de las reivindicaciones; por mucho que lo intenten, en nuestra Patria, la suma de todos los miedos de la oligarquía y los grupos económicos, se llama Peronismo. Y está más vivo que nunca. 

Dejanos insistir: que no te la cuenten, que no te quieran mostrar un paso de comedia. Lo dijo Cristina sobre la movilización de los trabajadores: "La Patria salió a la calle porque no tiene miedo, brota como el agua cada vez que la maltratan".

Ahí estuvimos, en la  calle. Porque la unidad se construye con voluntad política, pero también con identidad. Ahí estuvimos, en la calle. Ahí donde enfrentamos a los gerentes que se apropiaron del Estado, a la suma de sus debilidades. Ahí donde hacemos temblar el piso de un gobierno que empieza a transitar los primeros días de una crisis que apunta a agrandarse.

Están pagando las consecuencias de sus límites más evidentes. Los gerentes que asaltaron los ministerios están más preocupados en desmantelar el Estado, echar a sus trabajadores y saquear los recursos existentes desviándolos a las empresas que gerenciaban hasta hace cinco meses, que de gobernar un país por cuatro años.

Son la versión más brutal del saqueo en la Argentina, la que está decidida a vaciar el bolsillo de los trabajadores con devaluación, ajuste y tarifazo. No vienen a construir un proyecto neoliberal, se disponen a destruir la Argentina para abultar las riquezas de sus grupos económicos lo más rápido posible. ¿Gobernar? Que gobierne otro después.

También están los que venían a gobernar la Argentina para instalar un proyecto de Patria chica, a implementar las recetas del neoliberalismo en la construcción de un proyecto de poder a largo plazo. Son los que no pueden ocultar su cara cuando sus aliados de Clarín y La Nación los destrozan en sus editoriales, o cuando su propio Presidente decide  echarles la culpa de todos los males de  la Argentina a los trabajadores.

En el medio hay un Presidente que no gobierna, que no conduce, que no preside absolutamente nada. Que no puede ocultar su inutilidad, ni siquiera cuando balbucea chistes de ocasión. Como aquél Pituca que describía la canción, que tuvo un golpe de audacia y ahora se tiene que enfrentar a un Pueblo, al mismo que sus mandadores y mandados, identificaron como enemigo.

Por más que anuncien el endeudamiento como una fiesta, las inversiones como una oportunidad o el subsidio frente al despido como un derecho, cuando los argentinos no tengan un plato de comida que llevarle a sus hijos y un trabajo que los dignifique, hay un sólo lugar del que no los van a poder sacar: de la calle.

Y ahi, en la calle, es donde nos vamos a encontrar. El Peronismo vuelve a irrumpir en la Argentina como lo que siempre ha sido, como un viento que todo empuja.

 

                                                                                                                         Fernando Gomez


                                                                                                            Editorial Oveja Negra Radio

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