Oveja Negra

El liberalismo es la causa, pero nunca la solución de los problemas de la Argentina


22 de agosto de 2023

Oveja Negra

El domingo pasado, el pueblo argentino ha dado un claro mensaje de hartazgo y bronca hacia toda la clase política que, sistemáticamente, desde hace décadas viene traicionándolo en pos de su permanencia en cargos públicos o, directamente, motivada por negocios sectoriales o personales.

Por Rodolfo Pablo Treber

Cumplidos 40 años de esta democracia tutelada por el poder económico extranjero (que con la soberbia del dinero define las candidaturas presidenciales con posibilidades de victoria) la clase política, haciendo todo lo contrario a lo que prometen en campaña, fue dando pasos paulatinos y concretos hacia la consolidación de un modelo colonial de economía liberal.

Paradójicamente, las mismas ideas que hoy el candidato Milei expone como “anti casta política”, en rigor de verdad, no son más que la profundización del mismo modelo de saqueo y subordinación al extranjero que se viene inoculando desde la última dictadura cívico militar.

En 1976 fue cuando comenzó la desregulación y liberación de los sectores estratégicos de la economía a manos del capital privado y extranjero. Con la destrucción del IAPI, el Estado nacional dejó de regular sus negociaciones en el comercio exterior con el fin de incorporar a la Argentina al mercado global como productor y exportador de materias primas. Al mismo tiempo, con la aplicación de la Ley de Entidades Financieras de 1977 firmada por Martínez de Hoz y Videla (aún vigente), se dejó de administrar el ahorro nacional para orientarlo a la producción y el mercado interno, delegando esa tarea a los bancos y grupos financieros que, como no podría ser de otra manera, comenzaron a volcar todas las ganancias de lo producido hacia la especulación financiera.

Así, la paralización del crédito a la producción y la liberación del comercio exterior, dieron inicio a la destrucción de la industria nacional, al cierre masivo de fábricas y al aumento permanente de los índices de desocupación y pobreza.

Durante la neoliberal década del 90, se profundizó el mismo modelo mediante las privatizaciones que anularon toda capacidad del Estado de intervenir en las cuestiones fundamentales de la economía nacional. Con el fin de perfeccionar la extranjerización de la economía nacional, se promovió el ingreso masivo de capitales foráneos mediante la promulgación de la Ley de Inversiones Extranjeras (1993) que permite el libre giro de dividendos (ganancias) sobre lo obtenido producto de la inversión inicial a sus casas matrices. De esta manera, se legalizó la fuga de capitales en la Argentina; causa principal de la permanente insuficiencia de divisas en reservas del Banco Central.

En el siglo XXI, específicamente hasta el año 2011, y más allá de que se llevaron adelante fuertes medidas redistributivas y políticas de fortalecimiento del mercado interno que mejoraron sustancialmente la vida de gran parte del pueblo argentino, no fueron derogadas ninguna de esas medidas de fondo, ni modificadas sus consecuencias: el comercio exterior continuó en manos de un puñado de transnacionales, se mantuvieron vigentes la ley de Entidades Financieras de la dictadura y la Ley de Inversiones Extranjeras menemista, no se recuperó el necesario rol protagónico del Estado en la producción nacional, no se transformó la matriz productiva netamente agroexportadora y se permitió el fortalecimiento de los monopolios que hoy definen precios y poder adquisitivo.

Luego de un período de entrega y retroceso, se facilitó el retorno del neoliberalismo, con los gobiernos de Mauricio Macri y Alberto Fernández (2015/2023), que mediante una brutal estafa (deuda) con el Fondo Monetario Internacional profundizaron los mecanismos de saqueo y de reprimarización de la economía nacional mediante la política orientada a recaudar dólares a través del aumento de las exportaciones a como dé lugar.

La continuidad de esta política de Estado (porque comenzó en 1976 y lleva más de 46 años con breves interrupciones) no es otra cosa que la consolidación de un modelo de Argentina colonial, con una economía profundamente liberal donde el Estado fue perdiendo peso, a paso firme, en beneficio del interés de las compañías transnacionales.

En definitiva, las propuestas de Milei, aunque simulen ser contrarias al orden establecido por la clase política traidora a la que supuestamente enfrenta, conducen al perfeccionamiento del mismo modelo de país que ocasiona todos los conflictos económicos y sociales que actualmente sufrimos.

Milei no solamente dista mucho de ser la solución a los problemas de la Argentina sino que, por el contrario, expresa impunemente las ideas más sinceras y acabadas del sector que oprime y empobrece sistemáticamente a nuestra Patria y a nuestro Pueblo, desde hace décadas.

Por ejemplo, el pasado lunes hemos evidenciado cómo la Argentina se encuentra desde hace mucho tiempo sumergida en un proceso de dolarización, dado que la devaluación de la moneda local del 22% (manifiesta subordinación política del gobierno bajo orden del FMI) tuvo un correlato directo y lineal en la variación de precios de la economía local.

En consecuencia, esto mismo, sucedido hace pocos días, expone que la propuesta de dolarización total de Milei ya está en marcha desde hace tiempo y él sería solo quien dé el golpe final. También, exhibe parcialmente las consecuencias que la medida conllevaría dado que hoy, si dividimos la cantidad de pesos (base monetaria más pasivos del BCRA) por la moneda extranjera existente, cada dólar valdría alrededor de 1,000 pesos, lo que generaría el paralelo de un aumento real de los precios del 286% instantáneamente o, lo que es lo mismo, una pérdida de poder adquisitivo de los salarios del 65%. En otras palabras, aunque tengamos dólares en la mano, solo podríamos comprar un tercio de lo que compramos hoy (como máximo).

Esto hundiría en la pobreza e indigencia a la mayoría del pueblo argentino.

La única salida real, para salir de este proceso de consolidación de una Argentina colonial, es volver a recuperar los resortes estratégicos de la economía nacional en manos del Estado. Esto es, justamente, salir del liberalismo, no profundizarlo.

Sin lugar a dudas, no es ese el camino que tomará la dirigencia política actual (ni JxC, ni UxP), totalmente divorciada de las causas populares y encerrada en discusiones de palacio mientras el pueblo sufre las consecuencias nefastas de este modelo económico; pero sería un error histórico, que pondría en riesgo la existencia de la Patria, la unidad del territorio nacional y las bases productivas existentes, optar por la profundización del mismo esquema como solución.

Es tan cierto que, hace mucho tiempo ya, la opción por la Patria no está presente en las urnas de la democracia formal argentina; como que Milei, hoy, es el máximo exponente de esa clase política que busca la desintegración social y nacional.

Impedir su victoria es tarea necesaria e inmediata, como también es urgente construir los espacios de participación, organización y debate, a fin de parir una alternativa política que encarne nuevamente el proyecto nacional, que nos permita salir de la bronca y militar nuevamente por la grandeza de la Patria y la felicidad de nuestro Pueblo.    

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