Oveja Negra

Cuando el fuego crezca, quiero estar allí


04 de marzo de 2016

Oveja Negra

¿Te acordás cuando nos acusaron de estar sembrando el pánico? ¿Cuándo nos apuntaban en los grandes medios de comunicación por estar fabricando una campaña del miedo?

Bueno, en ochenta días de Gobierno de la Alianza Cambiemos se pincharon todos los globos. Pareciera, incluso, que nos quedamos cortos en lo que anticipamos.

La impostura careta de un puñado de chetos elegantes, que vienen a gobernar el país con alegría y unidad, se derrumba ante cada medida que toma la banda de gerentes que asaltaron el Estado Nacional.

Porque son eso, un puñado de gerentes de las principales multinacionales y grupos económicos que operan en el país, que han loteado el Estado Nacional para poner al servicio de los intereses de sus grupos económicos la economía Argentina.

¿Querés que repasemos las medidas que tomaron?

Devaluación de la moneda en un 60 por ciento de su valor, eliminación de retenciones a las patronales agroexportadoras. Liberalización de las importaciones, eliminación de retenciones a las mineras y Techint. Emisión de bonos de deuda para saldar los intereses con los fondos buitre, límites en las Paritarias.  

¿Seguimos?

Silenciamiento de las corridas especulativas en los precios al consumidor, despidos masivos en el Estado, clausura de programas sociales y eliminación de la obra pública generadora de empleo popular y cooperativo. Tarifazo en los servicios públicos,

Y son algunas, eh. Son las primeras medidas de gobierno y, con ellas, se materializó la transferencia más brutal de recursos que conociera nuestra historia desde el bolsillo de los trabajadores, jubilados y los más humildes de la Argentina a un puñado de veinticinco grandes empresas que controlan hoy los destinos económicos del país.

Todo en Ochenta días. Parece que se olvidan, que lo que matan no son las balas sino su velocidad.

Pero ojo, también ahí está su problema: ochenta días alcanzaron para moldear las formas del saqueo programado para la Argentina. 

Sabías que Sun Tzu, un General de la región de Wu, en China, un paquete de años antes de Cristo, enseñaba que  “Cualquiera que tenga forma puede ser definido, y cualquiera que pueda ser definido puede ser vencido”.

Las formas prepotentes, el blindaje mediático, y la exacerbación del odio hacia el otro, terminan de definir al Gobierno Nacional como una banda de saqueadores que han decidido asumir a las mayorías populares como sus enemigos a vencer.

El enemigo se ha definido, y nos exige a nosotros, que asumamos frenarlo, que nos organicemos para vencerlo.

La detención de Milagro Sala, los masivos despidos en el Estado, nos han empujado nuevamente a la calle, a reconocernos en un campo popular en el que el nuevo paradigma de oficialismo y oposición, vuelve a encontrar actores que parecían antagónicos como parte de una misma anatomía.

Es necesario forzar nuestra inteligencia para comprender ese nuevo escenario, de reconocerse parte de un mismo campo con aquél que sembramos doce años de desencuentros, porque el enemigo nos exige ordenarnos en el mismo lugar del campo de batalla. Sin perder identidad, claro.

Ser capaces de estremecer con el grito, será la tarea de un conflicto al que lo depara ser silenciado, estigmatizado y ocultado por un pensamiento único que se reconstruye para desconocernos.

Aportar a ser capaces de resignificar al Peronismo en ésta etapa histórica, será un humilde aporte de ésta Oveja Negra. Ese Movimiento indómito, invencible, que atraviesa nuestra historia en los últimos setenta años, exige resignificarlo para comprender que se encuentra destinado a transformarse en el hecho maldito de la restauración neoliberal en la Argentina.

Ahí estaremos, siempre. En el lugar de dónde venimos, del que nunca pensamos irnos, allí donde viven los descamisados de nuestra Patria, ahí donde esperamos el momento de brotar nuevamente en conflicto.

Nos simpatiza el quilombo, vamos a ser honestos. Somos como aquél cordero, que aún atado, no aceptaba la mansedumbre. Somos como aquél cordero que estremeció con el grito “cuando el fuego crezca, quiero estar allí”

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