Oveja Negra

Apostar a la globalización a pesar de la globalización


11 de diciembre de 2017

Oveja Negra

Macri celebró sus dos años en el gobierno inaugurando la Cumbre de la Organización Mundial del Comercio. Lo hizo con un mensaje de país abierto al comercio y aliado de los empresarios globales. Es su carta de presentación desde el 10 de diciembre de 2015. Lo que más cómodo le sienta. Ahora bien, ¿cómo ha sido el recorrido en materia de política exterior en estos dos años como jefe de Estado? Intentaremos abordarlo en el siguiente análisis.


Por Augusto Taglioni*

Cambiemos llegó al poder en un mundo muy distinto al de hoy. Ustedes se preguntarán cómo es esto posible si tan solo han pasado dos años. Pues, es importante decir que el Gobierno presenció hechos de ruptura global muy importantes.

Dividamos para entender: De enero a junio de 2016, el Gobierno se dedicó pura y exclusivamente a enviar gestos amigables a las potencias del mundo occidental. Barack Obama, Matteo Renzi y Francois Hollande visitaron el país en esos meses y Macri se reunió con Angela Merkel en Alemania y David Cameron en el Foro de Davos. Al mismo tiempo, a nivel regional, el mandatario realizó dos movimientos: ser parte de la suspensión de Venezuela del Mercosur y oficializar a Argentina como miembro observador de la Alianza del Pacífico para ser parte de la ingeniería de comercio global impulsada por EEUU. En ese sentido, con la destitución de Dilma Rousseff en Brasil, la región (más específicamente el Mercosur) completó su giro conservador dejando atrás el proteccionismo de la década anterior.

Andrés Malamud dijo con ironía que Argentina llegó al mundo cuando todos se estaban yendo.

Las turbulencias comienzan en el segundo período de las Relaciones Internacionales. De junio a diciembre del 2016, la globalización como tal recibió dos golpes del que todavía no pudo recuperarse. El Brexit en el Reino Unido y la derrota de Hillary Clinton en Estados Unidos movieron la estantería del proyecto global que Macri se dispuso a integrar. Con la lucidez que lo acostumbra, el politólogo Andrés Malamud dijo con ironía que “Argentina llegó al mundo cuando todos se estaban yendo”. Mauricio Macri se sumó a un proyecto global de comercio y gobernabilidad internacional que se quedó huérfano. El Tratado Trans Pacífico no es prioridad para Donald Trump y el bloque europeo perdió una de sus economías más importantes.

El tercer período obligó a Argentina a recalcular. Sin proyecto regional claro y con un esquema de comercio internacional alicaído, Argentina hizo lo que todos: acercarse a China. Para el gobierno de Macri esto es un paso muy difícil de dar, a diferencia de sus aliados de Chile o Perú, dado que los grupos económicos argentinos pelean a sangre y fuego contra el dumping chino y han presionado al Gobierno para que refuerce su relación con Estados Unidos. Pero claro, a veces tres son multitud. Por más esfuerzos que Macri hizo por llevarse bien con Trump, el millonario estadounidense optó por aplicar fuertes impuestos al biodiesel argentino y amagó con el ingreso de limones. En ese marco, la gestión de Cambiemos en política internacional podemos resumirla en tres puntos. Reconfiguración de la relación con China, acuerdo de libre comercio con la Unión Europea y la pertenencia a estructuras de la arquitectura financiera de los centros de poder.

Argentina hizo lo que todos: acercarse a China.

Luego de un inicio tenso de las relaciones, Mauricio Macri firmó acuerdos de inversión con China y formó parte del lanzamiento de la Nueva Ruta de la Seda, desde donde el gigante asiático pretende ser el garante del libre comercio en todo el mundo. Si bien los acuerdos son una continuidad del kirchnerismo, el macrismo sabe que tiene en Asia un importante aliado comercial para aplicar su política de apertura comercial. De todas formas, la desconfianza mutua aún pone la relación en una situación de estudio constante, y está claro que a China la da más seguridad la relación con Chile y Perú que con Argentina.

En segundo término, el objetivo más preciado de Argentina y el Mercosur es el acuerdo de libre comercio con la Unión Europea. Este tratado que se viene discutiendo desde 1994, estuvo suspendido durante la etapa de los gobiernos progresistas y vuelve a desempolvarse en la actualidad. No se sabe con certeza a qué tipo de acuerdos nos enfrentamos, pero es posible que se base en la exportación de materias primas con importantes beneficios para las trasnacionales europeas. De todas formas, al entusiasmo latinoamericano hay que agregarle el escepticismo europeo, que entiende que frente a la crisis lo primero que debe hacerse es proteger a los productores locales. En esa línea se expresaron Angela Merkel en conferencia conjunta con el propio Macri, y los presidentes franceses, Francois Hollande y el actual, Emmanuel Macron.

Por último, Argentina está haciendo los deberes para ingresar a la OCDE y seducir a los Organismos multilaterales de crédito para llevar a cabo un importante endeudamiento externo. Para esto se predispone a aceptar sugerencias en materia de política económica o, en el caso extremo del FMI, la revisión de la economía. Las reformas (fiscal, laboral y previsional) que encara el Gobierno responden por un lado a estas demandas, y por el otro, a dar señales de previsibilidad y seguridad jurídica a empresas extranjeras que aún no invirtieron un centavo en el país. Esto  es, para un país que subordinó el crecimiento a las inversiones, la nafta que necesita para arrancar el auto.

Otra alianza que se ha consolidado en estos dos años es con Israel, a través de importantes acuerdos en materia de seguridad, inteligencia y defensa y con un alineamiento mucho más marcado contra la Republica Islámica de Irán.

Argentina todavía confía en la globalización. Así decide su política económica e impulsa reformas.

Argentina todavía confía en la globalización. Así decide su política económica e impulsa reformas. Sobre esta base lideró la cumbre del OMC y presidirá la Cumbre del G20 del año próximo. Comercio libre, digitalización del trabajo como respuesta al desempleo y multilateralidad son las frases de cabecera de Macri cuando se expresa en estos escenarios. Macri apuesta a la llegada de inversiones y al proyecto globalista, a pesar de las heridas que generan Trump, el Brexit y la crisis europea. El mundo parece cambiar la piel, Argentina se resiste.

Por otro lado, es importante mencionar que durante los dos años de Mauricio Macri, el mundo cuestionó a la Argentina. Milagro Sala y Santiago Maldonado son dos nombres que mancharon la reputación del país como tierra defensora de los Derechos Humanos. La CIDH y la ONU se expresaron caracterizando a Argentina como un país con presos políticos y desapariciones forzadas. La ola de detenciones a dirigentes opositores y las deportaciones de ONGs en la cumbre de la OMC también preocuparon a parte de la comunidad internacional. Este tipo de acusaciones nos acercan más a la cuestionada Venezuela que a los “países serios”. El Estado de Derecho en Argentina también empieza a ser motivo de discusión, más allá de la exageración de los opositores y la relativización de los oficialistas.

Las marchas y contramarchas de los dos años de Macri en su política exterior combinaron la sobrestimación de los beneficios de la globalización y las potencias centrales, algunas torpezas en temas diplomáticos (Malvinas, deportaciones en la OMC) y la falta de pragmatismo para reinventarse y vertebrar un plan B que lo ponga en un lugar protagónico en las relaciones con ASIA. Los próximos dos años deberán corregir esto último. O construye un regionalismo abierto (a la chilena) o se resigna a sostenerse en la soja, la minería y el sector financiero; un cóctel que América Latina conoce demasiado. La incógnita es cuál es el riesgo de apostar a la globalización a pesar de la globalización.


*Especialista en politica internacional. Director de Resumen del Sur. Responsable del Colectivo de Medios Oveja Negra Mar del Plata. Nota publicada en: www.resumendelsur.com

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